El espacio artístico gijonés alberga ambas exposiciones temporales, dedicadas respectivamente a ensalzar el valor de los procesos de fermentación tradicionales y de laboratorio, y a visibilizar la riqueza y diversidad de los ecosistemas boscosos
Hay muchas maneras de comprometerse con la preservación del medio ambiente. De veras, muchas. Un abanico inmenso que abarca desde las grandes decisiones tomadas en los despachos de las distintas Administraciones, hasta gestos tan aparentemente nimios, pero de inmenso valor, como separar los desechos que se generan en el hogar. Ni qué decir tiene que, entre ambos polos, el ecléctico ámbito cultural ha demostrado una y otra vez que es uno de los escenarios idóneos para sostener esa cruzada; y eso es algo que, estos días, resultará evidente para cualquiera que se anime a visitar LABoral Centro de Arte y Creación Industrial. No en vano, el espacio gijonés alberga nada menos que dos exposiciones temporales dedicadas a ese cuidado ambiental: ‘Huele a parentesco‘, un repaso a los procesos de fermentación tradicionales y de laboratorio, y ‘El Bosque‘, la visibilización de la riqueza y complejidad de los ecosistemas boscosos. Y en ambas apuestas ha buceado el Canal Prestosu de Caja Rural de Asturias.
Patricia Villanueva, quien se desempeña como responsable de exposiciones y residencias de LABoral, es la encargada de desgranar los marices de dos propuestas que, en el caso concreto de ‘Huele a parentesco‘, prueba la necesidad de «poner en común arte y ciencia» para, de ese modo, lograr un mayor compromiso con el territorio. Algo que salva a la vista con un rápido vistazo al montaje realizado por las artistas Lea Luka y Denisa Půbalová, quienes han contado con la colaboración del científico Felipe Lombó para crear una experiencia sensorial en torno a la cultura de la fermentación, que invita al visitante tocar, escuchar y, sobre todo, oler los distintos elementos expuestos. El mensaje de fondo, explica Villanueva a la periodista Juncal Herrero, es claro: los seres humanos y otras formas de vida pueden llegar a cooperar, incluso sin ser conscientes de ello, por medio de ciclos como el la fermentación, que permiten que microorganismos evolucionen y lleguen a convertirse, por ejemplo, en la masa madre de un pan artesanal. Está abierta hasta mayo.
Menos longeva, pues concluirá el próximo mes de marzo, será ‘El Bosque’, de Hugo Martínez-Tormo. Tres instalaciones interconectadas que, ahonda Villanueva, «quieren llamar nuestra atención sobre el cuidado de los bosques y la importancia de generar una relación de corresponsabilidad» con ellos. En ese afán juega un rol capital el contacto analógico, lógicamente, pero también el aporte virtual, que ha convertido en algo mucho más accesible la conexión con la naturaleza; sin ir más lejos, el ‘Bosque Pixelado‘, una de esas instalaciones, ofrece al visitante la posibilidad de adquirir uno o más píxeles para, combinándolos con los obtenidos por terceros, dar forma y vida a un árbol. «Tenemos que lograr relaciones sostenibles entre el mundo digital, el mundo físico y el entorno digital», concluye la responsable de LABoral, convencida de que en esa simbiosis, en esa convivencia equilibrada y pacífica, se haya el secreto para garantizar el porvenir de todas las especies, humanas no no.
