Cómo José Luis Cienfuegos transformó Gijón en un refugio para los nuevos cineastas y un faro para el cine de autor

José Luis Cienfuegos, figura clave del cine independiente español, falleció este martes a los 60 años, dejando tras de sí un legado imprescindible en la historia reciente del Festival Internacional de Cine de Gijón (FICX). Su muerte ha conmocionado al sector cultural, que reconoce en él a uno de los grandes renovadores del formato festivalero en España. Durante los 16 años en los que dirigió el FICX, entre 1995 y 2011, Cienfuegos impulsó una revolución silenciosa que redefinió el certamen y lo situó entre las referencias europeas del cine de autor.
Su llegada coincidió con un momento en el que el festival atravesaba una etapa de indefinición. Con apenas 10.000 espectadores en sus primeras ediciones como director, el FICX era entonces un certamen modesto y de perfil bajo. Pero Cienfuegos imprimió desde el principio una visión clara y coherente: apostar por el cine joven, por las propuestas más arriesgadas, por las voces emergentes y por un discurso independiente que se alejase de las tendencias comerciales. Esa línea editorial se convirtió en su sello distintivo y en la base de una transformación que llevaría al festival a consolidarse como uno de los espacios más reconocibles para el cine alternativo.
El crecimiento no fue solo cualitativo. Bajo su dirección, el festival alcanzó en su última edición los 75.000 asistentes, multiplicando por siete la cifra de público de sus primeros años. Ese aumento fue acompañado por una mayor proyección internacional, lograda gracias a la presencia de cineastas de prestigio, estrenos relevantes y una programación cuidada que lo posicionó como un destino imprescindible para programadores, críticos y aficionados al cine de autor.
Cienfuegos entendió el FICX como un organismo vivo. Por ello, impulsó actividades paralelas, conciertos, encuentros creativos, retrospectivas y debates que enriquecieron el contexto cultural del certamen y lo integraron más profundamente en la vida de la ciudad. La música, la cultura juvenil y la experimentación audiovisual convivieron con las proyecciones en un formato que atrajo a nuevos públicos y rejuveneció la imagen del festival.
Su salida en 2012, motivada por una decisión política muy criticada por el sector, provocó una reacción inédita: más de 400 cineastas firmaron una carta de protesta denunciando su destitución. Aquel gesto colectivo evidenció hasta qué punto su trabajo había definido una etapa brillante y respetada no solo en España, sino en el ámbito internacional. Su figura fue reconocida entonces como la de un verdadero arquitecto del FICX moderno.
Hoy, tras su fallecimiento, su legado permanece intacto. El festival sigue bebiendo de los valores que él asentó: independencia creativa, riesgo, apertura generacional y una mirada que combina exigencia artística con sensibilidad hacia lo nuevo. José Luis Cienfuegos no solo dirigió un festival; lo reinventó. Y su huella, ahora más evidente que nunca, forma parte indeleble de la historia cultural de Gijón y del cine independiente europeo.