
«La pregunta ya no es si los datos son buenos o malos. La pregunta es cuánto tiempo más puede sostenerse un modelo que pierde empresas mientras presume de fortaleza económica»

Hay algo profundamente inquietante -y políticamente revelador- en la distancia que separa el discurso oficial sobre la economía asturiana de los datos que maneja el propio Gobierno del Principado. No hablamos de informes de parte, ni de análisis elaborados por think tanks críticos, sino de las cifras incluidas en el Proyecto de Presupuestos del Principado de Asturias para 2026, complementadas por las estadísticas del INE. Precisamente por eso, el contraste resulta tan incómodo.
Desde el Ejecutivo autonómico se repite una idea: Asturias “va bien”, la economía “resiste” y el tejido empresarial “se adapta”. Sin embargo, cuando se observa la evolución real de los principales sectores productivos entre 2018 y 2024, lo que emerge no es un proceso de transformación ordenada, sino un desgaste continuado de la base económica.
La industria, pilar histórico de la región, acumula en ese periodo una caída cercana al 6% en producción, según los propios cuadros incluidos en el proyecto presupuestario. El fuerte repunte de 2021 -que el relato institucional presenta como signo de recuperación- no fue más que un rebote estadístico tras el desplome provocado por la COVID y los confinamientos. Desde entonces, la industria no ha recuperado su nivel previo y sigue mostrando debilidad en ramas clave como la metalurgia o la energía.
El sector primario ofrece una imagen aún más clara del problema. Entre 2018 y 2024, la producción de leche cae más de un 8%, la carne sacrificada retrocede alrededor de un 7% y la pesca desembarcada pierde cerca de un 10% en volumen. Son datos oficiales del Principado. No describen una reconversión exitosa, sino una pérdida progresiva de actividad que afecta al medio rural, al empleo y a toda la cadena agroalimentaria.
La construcción se mantiene en una zona gris: ni colapso ni despegue. El ligero crecimiento acumulado en indicadores como el consumo de cemento es insuficiente para compensar la debilidad industrial y depende en gran medida de licitación pública y fondos extraordinarios. No hay un ciclo expansivo propio.
El único sector que muestra un crecimiento claro es el de los servicios, con un aumento de más del 40% en la cifra de negocios en seis años. Pero aquí aparece otra contradicción política: ese crecimiento se concentra en hostelería, turismo y comercio, sectores intensivos en empleo precario, muy sensibles al ciclo económico y con elevada mortalidad empresarial. Crecen en volumen, pero no consolidan una estructura productiva sólida.
Este contexto explica perfectamente lo que ocurre en 2025, cuando el INE publica los datos de creación y disolución de empresas. Asturias registra una caída del 39,4% en la creación de nuevas sociedades, la mayor de España, y un aumento del 15% en las disoluciones. El dato es demoledor: se crean muchas menos empresas y se cierran muchas más.
Desde el poder se intenta aislar este fenómeno, presentarlo como coyuntural o estacional. Pero esa explicación no se sostiene cuando se observa la evolución previa. La destrucción del tejido empresarial no es la causa, sino la consecuencia de una economía que lleva años perdiendo base productiva. Cuando la industria se debilita, el primario retrocede y el crecimiento se apoya casi exclusivamente en servicios frágiles, el resultado es un ecosistema empresarial cada vez más inestable.
Lo verdaderamente político de este debate no está en los números, sino en la insistencia en un relato tranquilizador que choca con los datos del propio Gobierno. No es que Asturias no tenga potencial; es que ese potencial no se está convirtiendo en estructura económica duradera. Y mientras se confunda propaganda con política económica, los presupuestos seguirán reflejando una realidad que los discursos intentan ocultar.
La pregunta ya no es si los datos son buenos o malos. La pregunta es cuánto tiempo más puede sostenerse un modelo que pierde empresas mientras presume de fortaleza económica.
Acertado artículo
EL VUELCO ECONÓMICO
Y se quedan tan anchos