Dos sagas Verdú, llegadas desde Jijona en el siglo XIX, que hoy siguen endulzando Asturias desde Oviedo y Gijón

Oviedo y Gijón no solo compiten en fútbol. También lo hacen, aunque de forma mucho más dulce, en turrón. Así lo recuerda la influencer asturiana Vicky Blanch en un vídeo publicado recientemente en Instagram, en el que pone voz a una historia poco conocida que conecta a ambas ciudades desde hace casi siglo y medio. “El Gijón no solo compite en el fútbol, también en turrón”, arranca Blanch en su relato, antes de introducir lo que define como “este secreto con 140 años de historia”. Según explica, todo comienza en 1878, cuando “un joven valenciano llegó a Oviedo con una idea clara: traer el turrón de Jijona al norte”.
Ese joven era Diego Verdú Monerris, que con solo 17 años salió de Jijona (Alicante) rumbo a Asturias para vender los turrones y dulces que elaboraba artesanalmente su familia. Tras un primer puesto en la calle Fruela, su negocio se asentó en la calle Cimadevilla de Oviedo, donde la firma Diego Verdú continúa hoy. Durante décadas, el trabajo fue estacional y los viajes complejos, pero el producto fue ganando prestigio hasta consolidarse como un referente en la ciudad. “Spoiler: me salió bien, muy bien”, ironiza Blanch en su audio, destacando que “hoy, después de cinco generaciones, se sigue manteniendo el legado”. La empresa ovetense continúa elaborando turrones clásicos como el de Jijona y Alicante, dulces navideños tradicionales y helados artesanos, entre ellos el conocido helado de turrón, siguiendo recetas centenarias.
La sorpresa llega cuando la influencer introduce el segundo capítulo de la historia. “Resulta que en Gijón, en 1882, aparece un valenciano, Federico Verdú, a montar su negocio de turrones”, relata. Mismo apellido, mismo origen —Jijona— y una cronología muy cercana. Así nacieron los Turrones Federico Verdú, que hoy siguen ubicados en la calle Moros y cuentan también con más de un siglo de trayectoria. Blanch resume la coincidencia con humor: “Mismo apellido, mismo lugar de origen, misma tradición, y también van por su quinta generación”. En Gijón, la saga Verdú se asentó definitivamente a mediados del siglo XX, manteniendo una elaboración artesanal que requiere entre uno y cuatro días según la variedad, y ampliando su oferta hasta más de una decena de turrones diferentes. A partir de ahí, lanza la pregunta que sobrevuela toda la narración: “¿Cuál es la trama detrás de estas familias? ¿Desengaño, traición…? Nunca lo sabremos”.