Lo que se decide en Madrid hoyafectará mañana a toda España. Al final, unos y otros le han dado la razón a Ayuso que ha conseguido que a Nacho Cano se le vaya más la pinza de lo que ya se le había ido, precisamente un 2 de mayo. La España bipolar, sin embargo, no ha demostrado que la derecha haya recuperado más posiciones de las que ya tenía hasta ahora. En todas las elecciones autonomicas celebradas durante el último año, los electores han ratificado con su voto a los gestores de la pandemia. Nuñez Feijoo en Galicia, Urkullu en el País Vasco, Pere Aragonés en Cataluña. En Asturias, curiosamente, la vacuna contra la Covid-19 se está convirtiendo también en una vacuna contra el PP, por mucho que la diputada popular, Beatriz Polledo, o el Secretario de Podemos, Daniel Ripa, le encuentren máculas a la gestión del plan de vacunación del Consejero de Sanidad que ha situado a Asturias entre las primeras comunidades dispensadoras del suero.
La tasa de contagio en Asturias ha descendido a índices del verano y medio millón de asturianos ya tienen la primera dosis. ¿Quiere decir eso que está todo en orden? Obviamente, no, pero resulta bastante alentador. Lo desalentador es que se hayan tirado casi un centenar de vacunas a la basura, un ejemplo manifiesto de lo kafkiana que es la adminstración autonómica, cualquier administración, en cuanto le surje un contratiempo imprevisto en la norma. El mayor adversario de Barbón es el propio Barbón. Siguiendo la misma forma de razonar que hasta ahora nos han inoculado día tras día, habría que decirle al gobierno que 95 sueros en la basura son 95 personas que pueden ser contagiadas y, al menos, otras 95 que podrían morir. Pero esta columna no la firma Kakfa en un alegato contra el Leviatán y no vamos a ser tan demagogos y ruines como algunos gobernantes lo han sido. Todavía hay clases.
Mientras la derecha asturiana se recompone, Barbón cuenta con una bombona de oxígeno que le permitirá aguantar los dos años de legislatura que aún le quedan sin demasiado esfuerzo, a no ser que las cifras del paro sean tan axfisiantes y la situación económica tan estremecedora que los mismos asturianos que han recibido la vacuna pronto se olviden de la razón por la que están sanos. En cualquier caso, dos años dan para mucho en política y todo hace prever que someterse a unas nuevas elecciones será lo más parecido a colgarse una soga al cuello. Si el PP de Pablo González y Teresa Mallada viran hacia el populismo bipolar de IDA, la derecha asturiana solo estará permitiendo que Barbón flote con más prestancia.
Para ganar unas elecciones en Asturias siempre fue indispensable la concurrencia del voto socialista en Gijón. Ayer el consejero Alejandro Calvo y la alcaldesa, Ana González, comparecían ante los medios en una sesión poltica y técnica que relanzase su Plan de Vías, expresando una unidad compartida entre sendas administraciones. ¿Será este el final del distanciamiento? ¿Estará el presidente Barbón dispuesto a asumir el coste electoral del nuevo plan de Vías, arrastrado por la Alcaldesa? Veremos.