«Que la Alcaldesa prefiera evitar el Pleno del Ayuntamiento pone de manifiesto que no cuenta con la mayoría absoluta necesaria para aprobarlo»
La victoria del PP en Madrid es contagiosa como lo es la Covid. Infecta por igual a un obrero, a un comerciante o al marqués de Revillagigedo. El PP invoca la libertad y la democracia, en términos abstractos, y el obrero entiende que le hablan de su puesto de trabajo, el comerciante de la contabilidad de su negocio y el marqués de lo que puede ganar con su último Goya. Miguel Ángel Rodríguez le ha ganado por goleada a Iván Redondo. Punto para el PP.
Tiene razón el periodista Antonio Maestre cuando afirma que el obrero está cansado de que le llamen gilipollas por votar al PP. La soberbia de la izquierda exquisita no comprende que los 800 euros de una cajera valen más que un negocio cerrado o morirse de hambre. Y esta reflexión de Maestre, como la estrategia de MAR, han calado en la sociedad española hasta el punto de haber convertido a la community manager de un perro en la última Manolita Malasaña de Madrid. No es Ayuso quien tiene un problema en estos momentos. Es el PSOE de Pedro Sánchez.
Y ciertamente, querido y desocupado lector, en el PSOE se escuchan tambores de guerra procedentes del sur. Susana Díaz estará presente en las próximas primarias. Hace bien en defenderse. El gobierno es un conjunto de poderes donde cada uno va por libre. Mientras el viento sopla de popa, Pedro Sánchez se ha agarrado a cualquier discurso como un marino a un cabestrante porque todos valen para mantenerse a flote. Pero ahora el cierzo le sopla de de proa, y sólo apura su silencio ante una tormenta de contradicciones. Es fácil prever que los secretarios no alineados al sanchismo le están esperando en cada casa en cuanto se dirima el resultado en Andalucía. Veremos.
Mientras el PP se rearma y Foro decide presentar a Carmen Moriyón como candidata a la alcaldía, Ana González se empeña en blindar el Plan de Vías para evitar que nadie pueda anular su convenio con la misma facilidad que desmontó ella el de Moriyón y Moriyón el de Paz Fernández Felgueroso. La presentación del nuevo proyecto en Moreda crea certidumbre, busca plazos, ubicaciones firmes, pero a costa de negociar con el resto de fuerzas políticas, negando la legitimidad democrática que debería de tener, si fuera aprobado en el Pleno.
La impresión es que la derecha se rearma en Gijón sobre la base de un discurso democrático proyectado sobre un asunto urbanístico muy concreto donde no importa ya tanto el contenido de lo que se propone como el método con el que se ejecuta. Se entiende que si el Plan de Vías no se aprueba en el Pleno, entonces sólo se podrá aprobar en el Consejo de Administración de Gijón al Norte. Que la Alcaldesa prefiera evitar el Pleno pone de manifiesto que no cuenta con la mayoría absoluta necesaria para aprobarlo. La misma certidumbre y expectativas que genera el contenido del nuevo plan se desvanecen por completo al conocer la manera de blindarlo que pretende la Alcaldesa. Con qué facilidad regala la izquierda su discurso al adversario político. Luego se sorprenden de la victoria de Ayuso. Ay.