Garzón nos pide que comamos menos carne, pero cada mañana este país, esta región, esta ciudad, nos ofrece carne cruda a toneladas
Dijo alguien que la realidad del mundo reside en las metáforas. Ha dicho Pedro Sánchez, antes de trinchar el pavo del gobierno, que un buen chuletón al punto es imbatible, abriendo en canal al ministro de Consumo, Alberto Garzón. Que dice el ex-secretario del PCE que comemos demasiada carne y no es bueno para nuestra salud. Algo tenía que decir Garzón para hacerse visible y no se le ocurrió otra cosa que cargar contra los pecados de la carne. La gula es uno de los siete pecados capitales, a los que Sánchez no se resiste. Ciertamente, el grado de deslealtad y soberbia hacia uno de sus ministros ha sido visceral, aunque de comer hígados como los que se comía flambeados Hannibal Lecter, el presidente del Gobierno todavía no se ha pronunciado.
José Andrés, que de carne sabe un huevo, ha dicho en La Sexta que Garzón quiso decir que «tenemos que estar más sanos», que no se puede hacer una campaña denigrando a los ganaderos, que genera mucho empleo y tal. Bastaba con haber dicho que los niños debían comer más fruta pero la sesera de algunos no da para mucho más. Al final, te llega un cocinero y te hace la campaña de comunicación que ni uno solo de los asesores de Garzón ha sido capaz de pensar para evitar que su ministro fuera presa de los buitres carroñeros.
La realidad del mundo reside en las metáforas. Este sábado Pedro Sánchez ha abierto en canal su propio gobierno. Ha ejercido de matarife cargándose a Carmen Calvo, a Ábalos, a Campos, a Uribes, a González Laya, a Celaá y como colofón, a su spin doctor, Iván Redondo. El chuletón de buey hay que dejarlo envejecer y después pudrir un poco, pero Sánchez ha caído en la cuenta de que era mejor apostar por carne nueva en los ministerios, y también ha concluido que Redondo ya no le ofrecía metáforas con las que construir un relato, sino basta y vulgar carnaza como esta del chuletón que es pan para hoy y hambre para mañana.
La realidad del mundo reside en las metáforas. Y si no del mundo, al menos en este gobierno de coalición progresista que se inclina por la carne magra de los liberales europeos, convirtiendo a Nadia Calviño en la vicepresidenta primera del Gobierno. Nadia Calviño tiene el talento de convertir la regla de gasto en una virtud teologal, algo así como hacer de la economía una cuaresma que nos evita caer en la tentación de la carne. Pero la carne siempre se confiesa. En las confesiones de la carne están nuestros miedos y nuestra culpa: miedo a perder el trabajo, miedo a que el centro de salud esté cerrado, culpa por no llegar a final de mes, miedo al cocido sin carne, y así en este plan.
La realidad del mundo reside en las metáforas y si no en el corazón resiliente de Pedro Sánchez que con la crisis de este gobierno intentará obrar la resurrección de su carne, ajada y desgastada por la cuarentena y una oposición carnívora que tritura cualquier intento de consenso que permita renovar las instituciones del estado. El impulso europeo que pretende el presidente se volverá a encontrar con un Pablo Casado dispuesto a dejar que los jueces del Consejo General del Poder General se pudran en su cargo en funciones o que los miembros del Tribunal de Cuentas mantengan y conviertan a los indultados del procés en carne de cañón con todas sus cuentas embargadas. Garzón nos pide que comamos menos carne, pero cada mañana este país, esta región, esta ciudad, nos ofrece carne cruda a toneladas.
