Entrevista al José Ramón Patterson, excorresponsal en Bruselas (Parte II)
Uno de los asuntos que centra ahora la actualidad es la llegada de los fondos europeos producto de la crisis sanitaria. ¿El último tren para Asturias?
No. Asturias lo que necesita es un plan y no puede estar siempre dependiendo de fondos europeos. En un origen, el 80% del presupuesto de la Unión Europea era la Política Agraria Común. España entró en 1985 en la UE y empezaron a darnos dinero de la PAC, pero ya no es el 80%, está en el 35-40%. Los campesinos españoles han interiorizado que las ayudas directas son una subvención perpetua. Oiga, yo no le estoy dando ese dinero para que el 30% de sus ingresos vengan de una subvención, se lo estoy dando para que reestructuren el sector y no tengan que vivir de esto. Los fondos europeos no son un ‘Plan Marshall’ necesariamente. El ‘Plan Marshall’ cuando se puso en marcha en Europa tenía un interés muy concreto: ayudar a resurgir Europa para que los americanos pudiesen seguir vendiéndonos sus productos y hacer un frente contra la Unión Soviética; pero el país que menos dinero recibió, por no decir que no recibió nada y que primero salió de aquella situación fue precisamente el que peor estaba, Alemania. Esto quiere decir que tienes que salir por ti mismo de las cosas, no es último tren. Por eso decía antes que hay que apostar por un proyecto y no lo hay. Al principio de tomar posesión, oía al presidente del Principado hablar de aquel libro de Pedro de Silva ‘Asturias, realidad y proyecto’ y decía que era su modelo. Oiga, Pedro de Silva fue presidente en el año 83, ese libro era anterior, pero en aquel momento estaba por construir el aparato administrativo regional, era otra historia. Eso ya pasó. Ahora, ¿qué queremos hacer: plantar eucaliptos, una Asturias turística? Tendrás que apostar por ello y llevarlo a cabo con un proyecto viable y que consigas mejorar lo que te pueden ofrecer otras comunidades autónomas.
Antes ha mencionado la cooficialidad. ¿Se está creando un problema donde no existía?
Se está creando un problema porque se ha planteado mal y se ha planteado mal, entre otras cosas, porque en los últimos 35 años no se ha hecho nada por el asturiano. Pienso que el asturiano es una lengua, como lo pienso del aranés o el galés. ¿Cuál es la mejor manera de protegerla? Probablemente sea la cooficialidad. La cuestión es si este es el momento adecuado y oportuno para hacerlo sin haber hecho durante los últimos años un trabajo previo de difusión, promoción que es lo que tenía que haber hecho el Gobierno del Principado. Me sonroja ver que ex presidentes del Principado ataquen el asturiano cuando ellos siendo presidentes no hicieron nada por promoverlo y era una obligación que venía en el Estatuto de principios de los 80. ¿En qué está la discusión? En la oportunidad política y en el aspecto jurídico. No se puede decir que va a ser una cooficialidad amable si no tienes muy claro que puede ser así. Hasta dónde se puede llegar porque hay una sentencia del Tribunal Constitucional que dice, en el caso de Cataluña, que como mínimo una de las lenguas cooficiales tiene que ser vehicular en la enseñanza en un 40%. Sí pienso que hay que hacer algo para protegerlo. Hay escritores de hace dos siglos maravillosos, que la gente lea a Antón de Marirreguera y luego está cuando dicen que es una lengua inventada, no, es normalizada. Se ha normalizado el italiano, el francés y se sigue normalizando el castellano. El año pasado la RAE admitió 2.500 términos nuevos, entre ellos, coronavirus, palabras que se han empezado a utilizar y es lenguaje que está en calle y tienes que recogerlo.
“Asturias lo que necesita es un plan y no puede estar siempre dependiendo de fondos europeos”
Vox ha señalado públicamente al único diputado de Foro Asturias, clave para que la reforma salga adelante mientras en los medios hay un debate sobre la formación. ¿Habría que aislar, informativamente, a este tipo de partidos?
Lo que hay que hacer es contar las cosas que pasan, evitar el ruido. Lo que no se puede dejar es que Abascal diga que todos los años entran miles de inmigrantes y luego se les da una subvención cuando es falso, hay que desmentir ese tipo de cosas. Por eso decía antes que hay que contrastar la información. Vox es un partido político legal en este momento. Hombre, hay cosas como lo de la valla de Adrián Pumares que me pareció vergonzoso. Bien es verdad que, por suerte, estamos en Asturias, pero recordemos cuando en el País Vasco se señalaba a la gente y para qué. Estoy en contra de los escraches, los llamen como los llamen. Eso es acoso y tendría que estar penado porque una cosa es protestar, todos lo hemos hecho, y otra esto. En mi empresa de toda la vida, el manual de estilo dice que no se puede acosar a la gente con el micrófono a pesar de que yo he visto a gente de mi casa acosarles. Al final la noticia en el programa del corazón es la imagen del que se mete dentro del coche, tú preguntando y el otro sin contestar. En ninguna faceta de la vida tendría que estar permitido.
Hablando de Asturias, tengo que preguntarle por el ministro Garzón y la petición de comer menos carne. Lo último que ha dicho es que las encuestas señalan que la mayoría de la población está a favor de esta medida. ¿Hasta qué punto son conscientes los políticos del daño que pueden hacer con sus palabras a una comunidad?
Los políticos deberían medirlas más, pero al mismo tiempo los periodistas tendríamos que ser rigurosos en lo que contamos. Cuando el ministro Garzón dijo aquello, dijo más, pero se sacó eso de contexto. Es lo mismo que sucedió hace unos días con la sentencia que retiró a una mujer la custodia de su hija. Es verdad que la jueza habló de “Galicia profunda” y no lo tenía que haber dicho, pero también es cierto que a la niña no se la quitan por eso, había mucho más. Aquello era una anécdota irresponsable, incierta, falaz, pero leí en algún periódico que la razón era esa y nosotros, los periodistas, tendríamos que hacer un ejercicio por ir más allá de lo que nos dice el titular o de lo que pretendemos con él. Garzón dijo eso, pero lo contextualizó y es un tipo que no es de mi devoción eh, mi corazón está en la izquierda, pero él la está destrozando. Lo que dijo es verdad, comer mucha carne no es buena, igual que cuando dicen que beber tres cervezas al día es bueno. Oiga, no, beber alcohol nunca es bueno, absolutamente nunca. ¿La sidra es buena? No, no es buena. Nos gusta y no nos mata si bebes una botella cada dos días, pero el alcohol es malo, se ponga como se ponga. Hay una película maravillosa, ‘Otro trago’, donde tres personas intentan demostrar que llegando a un nivel alcohólico determinado al cabo del día estás más eufórico. Efectivamente, pero cuando llevas cinco meses haciendo eso y la tolerancia al alcohol es mucho mayor, bebes mucho más y te acabas convirtiendo en un alcohólico. Esto es lo mismo, la carne no es buena no te mata, pero si comes hamburguesas todos los días… Habrá que comer verdura, pescado… Por eso digo que hay que contextualizar las cosas.
“Me gusta mucho Gijón, pero hay que salir de casa para saber que ni el equipo de tu ciudad es el mejor del mundo, ni que tu playa es la mejor del mundo”
Para acabar, ¿Bruselas o Gijón?
(Risas). En este momento no me considero nada chovinista, si fuese un señor pudiente estaría en Bruselas. Me gusta mucho Gijón, es la ciudad en la que nací y toda mi familia está aquí, pero creo que hay que salir fuera. Pío Baroja decía que “el carlismo se cura leyendo y el nacionalismo viajando”. Hay que salir de casa para saber que ni el equipo de tu ciudad es el mejor del mundo, solo hay que ver los resultados, ni que tu playa es la mejor del mundo. La plaza más bonita del mundo es la Grand-Place en Bruselas y la de Isfahán en Irán, ni Salamanca, ni Madrid, ni por supuesto la Plaza Mayor de Gijón. Tienes una querencia especial al sitio, es donde has nacido, donde tienes tus raíces, pero Bruselas está en el centro del mundo. Además de ser una ciudad bonita, estás a una hora y veinte de París, la ciudad que más me gusta del mundo. No solo eso porque puedes coger un avión y en dos horas estás en Edimburgo, otro tren y en hora y media en Ámsterdam, en coche en hora y cuarto en Alemania, el sur de Bélgica, Balonia, es maravilloso… ¿Elegir? Entre otras cosas me jubilé para viajar, cuando necesito respirar me vengo a Gijón (risas).
Eso sí, en Bruselas no tiene oricios…
No, pero hay por ejemplo carbonada, un plato maravilloso de carne guisada, mejor que la carne gobernada que se hace en Gijón o en Oviedo. Los oricios me encantan, es lo que más me gusta en el mundo. Recuerdo cuando comías ‘plataos’, iba con mi padre a un bar al Natahoyo porque mi madre no dejaba comerlos en casa ya que había que pegarles con el mazo y salpicabas el techo. Ahora vas, te los dan con una cucharita y te cobran 15 euros por media docena. Soy de los oricios desde que venían los camiones de Galicia, se paraban detrás de la antigua pescadería en el Muro y se vendían a paladas. Mi padre iba con el saco y decía: ‘Dame cinco paladas’ y le respondían ‘cuatro duros’.
Valonia es con V.