Entrevista al cantante, guitarrista y compositor (Parte I)

Igor Paskual (San Sebastián, 1975) es una caja de sorpresas. No hay proyecto al que diga que no, aunque su inquietud ya empezó cuando era joven. Mientras estudiaba Historia del Arte en la Universidad, viajó a Jordania para realizar excavaciones. Después llegaría su primera banda ‘Babylon Chat’ y una carrera fulgurante que llega hasta hoy. Cantante, compositor, guitarrista y escritor, Paskual exprime la vida como una naranja. Acompañados por una cerveza, o varias -todas sin alcohol- charlamos con el ‘gijonés’ en el Savoy, un lugar que le hace sentir como en casa. Ha vuelto a disfrutar de la carretera y de los conciertos tanto en solitario como junto a Loquillo después de año y medio muy complicado.
¿El rock and roll es cuestión de actitud?
Sí, porque es una manera de estar en el mundo, más que de un timbre o un sonido en cuestión. Es una forma de cómo te entregas, cómo te enfrentas a él y cómo dices las cosas, una cuestión de situación y tiene que ver, básicamente, con la actitud porque todos conocemos casos de músicos clásicos como Jacqueline Mary du Pré, una chelista que me flipa y que es lo más rock and roll que hay; o Beethoven, que era rock and roll sin hacer estrictamente rock and roll. Igual que hay gente que intenta hacerlo, pero le falta actitud y ya no lo es.
Un historiador del arte que acaba como guitarrista y compositor. Dibújeme la línea que lleva de un punto a otro porque por el medio también hay poesía.
(Risas). La línea va muy entrelazada. Una de las cosas que más limitadoras me ha parecido en la vida es el lema ‘Sexo, drogas y rock and roll’. En los años 60 tendría un sentido increíble, pero ahora me parece un lema conservador. Debería ampliarse a la poesía, arte, historia… Se cuela porque el rock and roll me flipaba desde pequeñajo y, como era incapaz de encontrar un trabajo y mis padres me dieron esa especie de educación católica en la que todo te lo tienes que ganar, escribía mucha poesía. Gané un concurso. Gracias a eso me compré una guitarra eléctrica y automáticamente dejé de escribir. Fue el premio más contraproducente del mundo para la poesía. Todo lo que tiene que ver con lo artístico me interesa relacionarlo con el rock. Uno de mis periodos favoritos de la música es el rock británico que sale de las escuelas de arte: John Lennon, Pete Townshend, Mick Jones de ‘The Clash’, Freddie Mercury… Recibes toda la información americana de un blues rock muy primitivo y le das la vuelta, no lo intelectualizas, pero lo haces crecer; aparte de cadera lo dotas de cerebro. Ahí es donde recorre todo el espectro humano que somos: cadera, corazón y también cabeza. Ese es el rock que me gusta, me atrapa entero como persona. Cuando estudiaba Historia del Arte ya tenía ‘Babylon Chat’ y combinaba ambas. El músico que solo sabe de música normalmente acaba cojeando, es decir, los mejores músicos que he conocido saben de arquitectura, poesía y te da un dibujo muchísimo más completo. Una cosa muy rock es no tener que elegir.
“A veces se me da mejor ser guitarrista del ‘Loco’ que protagonista de mi propia música”
Hace unos días actuaba en Zaragoza con Loquillo. Primer concierto con el público de pie. ¿Fue como una especie de primera vez?
Yo me tomo la música como que cada concierto es el primero para el que me ve y el último para mí. Eso también desgasta mucho, aunque creo que soy especialmente bueno. Lo más difícil en el rock, como en el fútbol y en la vida en general, no es ser bueno una vez sino muchas. Cuando era pequeño iba a conciertos que quería que me cambiaran la vida, que me reventaran la cabeza, quería ver gente que iba a morir en el escenario por mí. El rock o lo tocas como si fuera la última vez o no suena bien. Dar un buen concierto lo hace cualquier banda, lo complicado es 80 conciertos al máximo nivel porque el público desgasta, hay que saber asimilar las malas críticas y, sobre todo, las buenas… Lo de Zaragoza no lo recordaba porque la gente más que decirte que el concierto era bueno, te da las gracias. Lo han pasado tan mal que muestran una sensación de gratitud, se juzga con un baremo casi ético y emocional más que artístico.
Recientemente compartió una publicación donde una madre contaba la importancia que para su hija tenía ser segundo violín en una orquesta. Esto traducido significa que no es una persona que se lleva los focos ni la fama, quizá como un guitarrista. ¿Vivimos en una sociedad donde parece que lo que vale es ser protagonista?
Sí. Estamos un poco atrapados en una especie de pseudo sueño americano que nos hemos comido a base de publicidad, películas, canciones, bandas… He sido el primero y he tenido mucha fortuna porque, sino me hubiera ido bien con la música, hubiera sido una persona muy desgraciada. Estaba convencido de que iba a vivir de esto. Imagínate que no llega a ser así, no tenía plan B, toda mi vida estaba enfocada a ser músico. Siempre se pone el foco en el que grita, habla más alto, el que se mueve más. Hay una acaparación del foco por parte la gente más chirriante y menos reflexiva. Nos pasa en el fútbol. Cuando jugamos todos queremos ser delanteros, nadie quiere ser defensa, portero o mediocentro y al final el Real Madrid de los galácticos falló cuando Makelele se fue porque para que alguien toque el piano, alguien tiene que cargarlo antes. Si quisiera ser siempre protagonista no podría tocar con el ‘Loco’ porque el protagonista es él. Sin embargo, creo que a veces se me da mejor ser guitarrista del ‘Loco’ que protagonista de mi propia música. Nos han enseñado muy poco a trabajar en equipo. De hecho, en España lo hacemos bastante mal. Ahora vengo de grabar con ‘Staytons’, soy su productor, pero mi labor consiste más en gestionar y sacarles las ideas que en tenerlas yo. Los grupos que lo entienden son los que llegan lejos. Mick Jagger y Keith Richards entendieron perfectamente que por separado no eran nada y juntos eran muy grandes.
¿Se ha llegado a enfadar con el rock?
Creía que el rock, por el hecho de serlo, era un elemento contestatario, revoltoso y con el paso del tiempo vas leyendo, aprendiendo y te das cuenta de que es un elemento capitalista, no pasa nada por eso, y que puede tener preceptos bastante conservadores. El rock es un sonido y tú lo utilizas de una manera o de otra.
“Gijón es atractiva porque combina muy bien los sonidos más masivos con una atención especial a lo pequeño”
¿En Gijón falta rock para que la ciudad despierte?
Tiene rock de sobra. Combina muy bien lo mayoritario con lo minoritario. Gijón tiene varias marcas dentro de la propia ciudad y eso la hace muy atractiva. Estoy todo el rato viajando y cuando digo que soy de Gijón se me escucha de otra manera, igual que cuando llega una banda de Gijón, se mira con cierto respeto. Eso es algo que no consigues siendo de otra ciudad, incluso de Asturias. Combina muy bien tener el Festival de Cine, el Ye-Yé, el Festival de Música Antigua, no solo hablamos de música popular. Es una ciudad que rockea mucho y combina muy bien los sonidos más masivos con una atención especial a lo pequeño. Es un poco la marca de calidad que le da a la ciudad, es decir, sabe tender a lo popular, que no populachero, y le da la importancia necesaria a lo pequeño. Eso es lo que ha hecho a Gijón atractiva. Hay otras ciudades que rockean más, pero no tiene el marchamo de calidad que puede tener Gijón. Cuando sales fuera te das cuenta de que la vida cultural de Gijón está muy bien llevada en comparación contra ciudades, incluso cercanas.
Viendo cómo está la política municipal, bastante revuelta ¿la alcaldesa es una rockera?
Llega con una idea de ciudad y la intenta llevar a cabo con más o menos fortuna. No sabría decirte si es rockera o no, pero sabe hacia donde quiere llevarla. No es que sea fácil o difícil ser alcaldesa en Gijón o en cualquier ciudad de Asturias, sino que es muy difícil estar en una región que ha perdido prestigio, población, poder productivo y económico, es una región lastrada en si misma y ser alcalde en cualquier ciudad de Asturias me parece, como mínimo, complicado. No tienes las ventajas que tiene un alcalde de Bilbao o Donosti, ciudades boyantes. Simplemente sostener una ciudad con una masa de población jubilada, prejubilada, sin gente joven me parece casi milagroso.
“No todos los artistas son de izquierdas. Incluso muchos de los que creen que lo son, están equivocados”
Dígame un político asturiano con el que actuaría sobre un escenario.
¡Qué difícil! La concejala de Cultura de Avilés, Yolanda Alonso porque rockea, es fan y me encanta que haya una generación que haya crecido con el rock y que ahora mismo esté en el poder.
¿La cultura también es provocación? Se lo pregunto porque usted en un concierto en Bilbao dijo “qué sitio tan bonito, cómo me gusta Donosti” y eso es alto voltaje.
¡Qué cabrón! La cultura igual que el rock tiene muchas capas. Cuando alguien dice que el arte siempre ha sido contestatario, no necesariamente. Tú puedes hacer un gran arte a favor del poder: Velázquez trabajaba para un gran rey, Haydn trabajaba para un príncipe… Con esto quiero decir que no tiene que ser provocación, ruptura o estar con los pobres. ¿Es una parte más que puede estar? Sí, pero no necesariamente. Afortunadamente, la cultura es muy dúctil y muestra muchos campos. Siempre es política, de una manera u otra, porque cuando algo es público es político. El rock sí me gusta entenderlo como algo que, de repente, incluso te incomoda.

La pandemia. ¿Cómo ha vivido este último año y medio?
En general, bien porque hablo desde el punto de vista de un privilegiado. Cuando llegó la pandemia estábamos a punto de comenzar una gira colosal con un disco tremendo. Yo había acabado mi gira y empezaba una con el ‘Loco’, teníamos un montón de conciertos y fue muy duro. A eso se suma que he visto a muchos amigos pasarlo muy mal, me ha tocado muy de cerca. Tuve un periodo muy oscuro, pero luego me salió una vena muy buena de racha compositiva; algo que me tranquiliza bastante. Hubo una parte que me vino increíble porque estaba siempre a lo inmediato, a lo urgente y lo necesitaba. De cara a mi familia, tengo tres hijos y esa pausa obligada me vino muy bien. Fue duro porque el mundo es otro y la música también. El siglo XXI ahora sí que está aquí y ha cambiado todo: la manera de componer, la manera de comunicarnos… Hay un mundo nuevo que todavía leo con ojos del pasado, pero hemos pasado de pantalla. Es como los videojuegos. Me lo noto a mí mismo y a muchos de mis amigos que estamos en otro nivel y seguimos jugando con las herramientas del anterior. Mi generación, la del 75, ha sido especialmente castigada: cuando estábamos subiendo nos llegó la crisis de 2008 y no habíamos recuperado y llegó el coronavirus.
¿La crisis sanitaria le ha cambiado la percepción que tenía de la vida?
No porque siempre he sido muy vitalista y entusiasta. En todo momento he sido consciente de que vivía en Europa, abría un grifo y había agua potable, había comida, si me ponía malo me iban a operar… Quizá porque soy historiador y cuando lees cosas del pasado, dices: ‘Madre mía, cómo vivía la gente’. Cuando he viajado me he dado cuenta de que somos unos privilegiados solo por vivir en Europa occidental y, en concreto, en España, lo digo de corazón. Siempre he sido muy consciente de que trabajo en lo que me gusta y cada vez que subo a un escenario pienso que es una maravilla.
“¿Vamos a poner la lengua al servicio de la gente o al revés? Me faltan datos porque tampoco me resulta bonito la gente que niega la existencia del asturiano”
Lo que no hemos evitado, ni siquiera con un virus, es que algunos políticos se tiran los trastos a la cabeza…
No tengo palabras para eso. Estaba claro que se iba a aprovechar de una manera o de otra para acentuar las diferencias y seguir con una confrontación que viene de lejos y que se ha acentuado en estos últimos años.
Con la sinceridad que le caracteriza, sí me gustaría saber su opinión sobre la llamada ‘policía de balcón’. El presidente del Principado, Adrián Barbón, llegó a pedir a los vecinos de zonas turísticas que denunciaran a aquellos que no cumplían con el confinamiento.
Me pongo en su lugar. Barbón está en una comunidad que tiene una población muy envejecida y si se le iba de las manos, iba a ser desastroso y no lo ha sido, es una de las que mejor lo ha gestionado. Es desatinado, pero también me molestaba mucho cuando la gente no cumplía las normas, no había nadie para señalarlas y tenía que hacerlo yo. No estuvo acertado en lo que dijo, pero comprendo su preocupación porque nos jugábamos la vida. Esta en una de las comunidades más viejas de España y una de las que menos riesgo corrió con sus mayores.
Es una realidad que Asturias ha sido ejemplo durante la crisis sanitaria, pero ¿cómo ve el futuro?
Qué buena pregunta, pero qué mala a la vez. Asturias se hipotecó hace muchísimos años cuando desaprovechó una gran oportunidad con un montón de fondos europeos para construir algo para el futuro. Una vez que arrancaron todo el sistema de prejubilaciones, nos lastró para 30 años porque dejamos de ser jóvenes, de tener empuje y de producir cosas. Con este panorama, nuestro futuro es turístico o cultural o no será. Me flipa Asturias y vivo aquí porque me empeño en hacerlo. Para mí sería mucho más cómodo vivir en Madrid, por ejemplo. Todo el mundo piensa que vivo allí o en Barcelona, pero no, aunque entiendo que la gente no viva aquí. Quiero creer, tengo fe porque es innato, pero pintamos poco. Estamos mal comunicados, no tengo manera de moverme bien. Si me cuesta a mí, ¿una fábrica que quiera sacar su producto? Todavía pagaremos unos años todo lo que se hizo mal. Estaba claro que era un tiro en el pie y veo con mucha envidia lo que se hizo en Euskadi. No tengo nada contra las empresas nacionales, incluso creo que hay sectores completos que deberían serlo, pero no se supo dar un giro necesario y eso nos está lastrando mucho. También me preocupa mucho la falta de gente joven.





Pues pese al número de problemas que ha contado, el tema estrella es la cooficialidad.
No lo tengo nada claro porque me gustaría tener más datos. No sé en qué consiste. Quiero saber qué tipo de oficialidad va a ser y luego en post de qué, es decir, ¿es una cuestión sentimental? ¿es patrimonial? Si existen hablantes está claro que no ha habido un problema de comunicación, si no los hay ¿qué derechos hay que proteger? Está claro que si hay gente que lo habla es porque tiene unos derechos, si no hay hablantes ¿para qué se quiere? No sé si toda la administración va a tener que ser bilingüe y si es necesario para atender una demanda que desconozco si es muy grande o muy pequeña. Me falta debate porque la gente que se ha opuesto lo ha hecho desde un punto de vista que tampoco me resulta bonito, gente que niega la existencia del asturiano y, por supuesto, que existe. Tampoco se puede decir que sea una lengua muy hablada. Cuando voy a Cataluña, sé que se habla catalán, pero la gente cuando viene a Asturias no nota un contraste de que no entiendan nada porque hablamos el ‘amestao’. ¿Vamos a poner la lengua al servicio de la gente o la gente al servicio de una lengua?
“Asturias se hipotecó hace muchísimos años y veo con mucha envidia lo que se hizo en Euskadi”
Siendo de origen vasco, ¿es más sensible con este asunto?
Soy vasco de nacimiento, pero mis padres son inmigrantes. La época en la que yo nací, la cuestión de la identidad era muy fuerte y no me jugaba a favor. Ahora el País Vasco es una maravilla, pero cuando vivía allí la cuestión del origen era muy importante y a mi no me consideraban de allí. Cuando llegué a Asturias me sorprendió mucho que esa cuestión no era importante. Sí soy sensible, pero la cuestión de las identidades tiende un poco a asustarme. Las entiendo perfectamente, pero cómo ser buen vasco, buen asturiano o buen español me resultan bastantes peliagudas. Supongo que el rock me dio una manera de estar que hace que esté tocando en Rio de Janeiro y hablen el mismo idioma que yo. ¿La identidad se escoge?, ¿La tradición se inventa? Hay muchas preguntas que están sin responder. Vengo de dónde vengo y de la manera que lo viví. Por una parte, es preciosa, pero la identidad era como una especie de obsesión. La parte más antigua del PNV cargaba las tintas sobre la raza, preferían apellidos vascos, aunque hablasen castellano y la parte batasuna ponía el acento en el idioma.
Hablemos de clichés. Si yo le digo que todos los artistas son de izquierdas, usted me responde…
Ni mucho menos. Incluso muchos de los que creen que son de izquierdas, no lo son. Ahora estábamos hablando de la lengua y pienso ¿es de izquierdas estar a favor de la cooficialidad o no? Porque hay gente de derechas que también lo está. Conozco fans del rock and roll abiertamente de derechas y sin problema.
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