Entrevista a Pepe Colubi (Parte II)
De niño, Pepe Colubi vivía en Oviedo, pero iba al colegio con la camiseta del Sporting y el ‘9’ de Quini. Un valiente.
Entonces no eran tan peligroso, no lo sentía así, pero es verdad que en el colegio de La Gesta en Oviedo llevaba el ‘9’ de Quini y jugábamos con total normalidad. Siempre pongo el ejemplo de Joaquín (Alonso), nació en Oviedo. Se podía vivir en Oviedo perfectamente y ser del Sporting. Lo era por mi padre que me pasó la afición, pero es que me he quedado en Quini. Su figura es tan inmensa y adorable en todos los sentidos… Tuve la suerte de tratarlo, precisamente, en el Festival de Cine de Gijón donde se presentó un corto en el que él hacía un pequeño cameo y siempre con muchísimo cariño.
¿El derbi asturiano se ha ido descafeinando?
Al estar solo el honor en juego, entendámoslo con todos los matices futbolísticos, porque tomarse en serio la rivalidad futbolística o entre ciudades me parece absurdo; además yo, que viví toda la vida en Oviedo, pero trabajé y salí por Gijón, qué mejor que estar los dos en Primera. Cuando alguien de los dos equipos desea que el otro esté en Segunda o Tercera no me gusta, directamente aborrezco ese tipo de rivalidad. Al jugarnos tan poca cosa, imagínate cuando se jugaba la UEFA, aquello era muy grande. Espero un poco de salubridad mental y nada de violencia. Recuerdo las coñas los lunes en Radio Asturias con los resultados del día antes y era maravilloso, con ironía, pero llevarlo a otro nivel me parece absurdo.
“El fútbol antes era mejor, o por lo menos el recuerdo que tengo era más sano”
Un desplazamiento en burbuja, escoltados por la policía y saliendo dos horas antes de Gijón u Oviedo ¿es la mejor manera de alejar a la gente de lo que tendría que ser una fiesta del fútbol en Asturias?
Esto lo estamos viendo, desgraciadamente, a todos los niveles. Las competiciones europeas mueven hinchas hooligans, ultras que están convirtiendo el fútbol en otra cosa. Añadiendo además las grandes corporaciones, las casas de apuestas, los intereses creados, los derechos de televisión… Esto es muy de vieyo que pasa del fútbol, pero creo que antes era mejor o por lo menos el recuerdo que tengo era más sano.
Con lo cual, ya no sufre por sportinguismo.
Hay domingos que ni miro el resultado porque se me olvida. Esta temporada me llevé un palo porque un día vi que el Sporting iba primero y dije: ‘Coño, que bien’, tardé un par de semanas en volver a mirarlo y vi que empezó a encadenar derrotas y empates miserables. Así, relativizas mucho porque me acuerdo de haber sufrido, ir al campo y salir con disgustos de verdad. Es fútbol, para bien y para mal.
En el Sporting también se ha colado el COVID. Lo último es el caso Djuka que ha dado positivo y se ha descubierto que no está vacunado. ¿No deberían dar ejemplo?
Es fundamental, en el fútbol y en cualquier tipo de actividad con repercusión pública. Incluso, a nivel individual y de manera totalmente anónima hay que hacer campaña por la vacuna. Me parece muy egoísta, hasta mala educación negar la vacuna porque que yo me vacune a un antivacuna no le produce ningún tipo de mal, pero al revés sí. Solo por empatía deberían ser especialmente escrupulosos con las mascarillas, los interiores, las ventilaciones, pero niegan hasta la pandemia cuando hay gente que lo ha pasado muy mal. Alucino con los argumentos negacionistas porque no se sabe si niegan solo la vacuna, toda la pandemia o los intereses creados cuando hay una cosa que se llama ciencia que debería ser incontestable. Lo digo de manera radical.
La cultura. ¿Ha sido maltratada durante la pandemia?
Como todos. La cultura, si hablamos de la música en directo, depende totalmente de la presencia de público y ahí ha habido un cataclismo notable. Precisamente lo hablaba con Julián Maeso, el teclista de ‘Hammond’ que tocó en la gala, y me contaba como a él no le parecía bien que en plena pandemia muchos compañeros empezaron a dar conciertos por Instagram, a regalar la actuación en vivo. También se entiende que es una manera de estar presente mientras había todo ese vacío, pero creo que todos hemos salido perdiendo. La cultura, no diría que más, pero ha salido muy damnificada y por eso hay ganas de este renacer y retomar con todas las precauciones porque estamos en un momento raro de aumento de cifras.
“Pablo Casado se gana continuamente la descalificación porque parece estar fuera del mundo en temas capitales y más pequeños. No da una a derechas”
Tras año y medio, ¿hemos aprendido algo como sociedad?
Absolutamente nada. Desde luego el mantra de ‘saldremos mejores’ hemos visto que era broma. Hubo esa especie de sensación colectiva cuando estábamos en pleno confinamiento y pensábamos que eran un par de meses malos y volveríamos a lo de antes. Se ha visto con el negacionismo y fíjate el ejemplo que es España en comparación con Europa en cuanto a índices de vacunación. No hemos salidos mejores, ha reforzado el egoísmo. También hay una parte positiva de gente que realmente se ha mostrado solidaria. En los momentos críticos, por supuesto los sanitarios, pero los reponedores de los supermercados no entiendo como no se ha reconocido mucho más y muchísimo antes priorizándolos en la vacunación. Como sociedad, hemos salido todos tocados.
No tiende usted a morderse la lengua. Llamó babayu a Pablo Casado cuando dijo que el bable no lo hablaba nadie en Asturias.
Si no lo habla nadie no sabrá lo que es babayu. Me parece tan obvio su condición de esperpento en ese momento. Pablo Casado tiene una especie de récord de fueralugarismo, o sea, un partido que claramente no gobierna él y va dando bandazos. Iba a decir con todo mi respeto, pero es que se gana continuamente la descalificación porque parece estar fuera del mundo en temas capitales y más pequeños. No da una a derechas.
¿Le molestó más la crítica externa o el desconocimiento?
Es que no adquiere la categoría de crítica. Es un comentario totalmente de desconocimiento y de unas directrices que llevan por todo el territorio despreciando las lenguas propias, imponiendo el castellano y una manera de sentir España como si fuera única y verdadera; son como negacionistas de la diversidad, cualquier aspecto que no encaje con lo que ellos tienen estipulado que es lo que debe funcionar, son absolutamente radicales e inflexibles. Teniendo en casa tanta gente imputada, lo mínimo que se le puede pedir es un poco de discreción, pero esto es bastante aplicable a todos los políticos.
¿Vivimos en una sociedad en la que por esto que dice automáticamente le puedan etiquetar como partidario de la oficialidad?
Antes hablaba del uso correcto y salubre de las redes, lo tiene y las defiendo a muerte, pero si te dejas llevar por ese blanconegrismo… Por ejemplo, la camiseta de Trapero. Inmediatamente hay gente que te puede tachar de independentista sin saber más que un comentario en el que expresas empatía por una figura pública que está pasando un momento jodido. Hay mucha tendencia a etiquetar. Las etiquetas aprietan, pero no ahogan. Si te dejas apretar por ellas puedes afogate un poco, pero hay que relativizarlas totalmente.
“Las croquetas de arroz con leche de mi madre es un recuerdo brutal y directo a mi infancia y adolescencia”
Un plato asturiano que le defina.
Me define, era muy de mi madre, las croquetas de arroz con leche. El arroz que sobraba se metía en la nevera, no era mucho porque somos fartones, pero al día siguiente ese arroz endurecido empanado como croqueta, es como un recuerdo tan brutal y directo de infancia y adolescencia.
Y una ciudad del Principado en la que volvería a vivir.
Oviedo lleva las de ganar porque ahí tengo infancia, pero una temporadina en Llanes… Estuve currando un par de veranos pinchando en la discoteca Serna, me prestaría.
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