Manuel Medori (Puerto La Cruz, 1992) es un hombre hecho a sí mismo. La lucha por su sueño de ser futbolista le ha traído al Ceares. El venezolano fue nombrado mejor centrocampista de Tercera la pasada campaña y a sus 29 años nunca la tira la toalla. Mañana por la mañana volverá a trabajar en el almacén textil al que acude cada día y aunque confiesa que por la tarde le gustaría echar una siesta para estar descansado, no sabe si será capaz de hacerlo. “Es complicado”, reconoce mientras se ríe.
Usted es el claro ejemplo de que quien la sigue, la consigue.
Con el paso del tiempo uno se va quedando con cosas de sus experiencias y estos últimos años me he hecho fuerte de la cabeza, intentar siempre no bajar los brazos, sacar motivación de donde no tengo. Eso tiene sus frutos y terminas más ganando que perdiendo.
¿Salir de su país con 14 años para cumplir su sueño lo llego a ver como un fracaso? Lo digo porque no debe ser fácil irse de casa tan joven.
Sí, muchas veces. Incluso no sé cuántas, pero he pensado hasta en dejarlo quizás por continuidad, por ver si en realidad valía la pena todo el esfuerzo que hacía por el fútbol… Uno lo vive, se lo toma muy a pecho y al final me han pasado momentos de decir: ‘Lo dejo, me marcho a hacer cualquier otra cosa’, pero luego siempre pasa algo positivo que es lo que te vuelve a enganchar al fútbol y decir: ‘Todavía me queda’ y esos pensamientos malos se van de la cabeza.
“Si yo vine aquí fue por estos partidos, por estas cosas. Estoy lejos de mi familia por esto. Es un premio al trabajo que hicimos el año pasado”
¿Cuál es su visión del fútbol? Ahora juega en el Ceares, pero usted pasó por las canteras de Boca Juniors y River Plate.
A los 17 años llegué a River mediante una prueba. No jugaba por tema de papeles, pero el coordinador sabía que tenía talento como para permanecer. Al final, por un problema de cambios de presidente tuve que cambiar. Mi representante tenía más afinidad con Boca, fui una prueba y terminé quedando ya con 18 años y teniendo los papeles para jugar. Estuve casi tres años, creo que fueron los mejores momentos que pasé en mi carrera mediante la formación y a todo lo que me llevó a pasar en Argentina. A partir de ahí quedé libre y pensé que se había acabado el fútbol. Después fui a mi país a jugar en el primer equipo profesional de mi ciudad y ahí seguí.
También tengo entendido que llegó a entrenar con la selección brasileña dirigida por Dunga… ¿Esa perspectiva cambia mucho a la que vive ahora?
Obvio que cambia, porque si me pongo a mirar para atrás, incluso estuve jugando con la selección de mi país contra jugadores como Coutinho, Paredes, Lamela o compartiendo vestuario en River y en Boca. Son jugadores que ahora están disputando Champions o están en equipos top y yo estoy jugando en la Segunda RFEF del fútbol español. A veces dices: ‘Ostia, ellos están jugando ahora mismo Champions y yo estoy aquí’, pero son cosas que pasan en la vida. Igual no hice algo bien o algo tenía que corregir como para para mantenerme en el nivel. Siempre fui un jugador que moría con mi forma de jugar, quizás algunos entrenadores no veían o no querían sacar lo mejor de mí y en esto, como todo, uno a veces se tiene que adaptar a lo que pide el equipo. Al final siempre hay que valorar donde uno está y sacar lo positivo.
Lo que pasa que esa calidad se mantiene porque el pasado mes de noviembre fue nombrado mejor centrocampista de Tercera en los Premios Gols Media. ¿Está en su mejor momento?
El año pasado fue un buen año, en lo personal y en lo colectivo. Si no fuera por el equipo, igual sería uno más, pero creo que hice mi mejor año. A pesar de los números que normalmente hacía, estuve en un buen nivel e incluso me hizo recordar un año que estuve jugando como profesional en Venezuela, disputamos una final y lo jugué todo siendo importante en las fases finales. Uno puede jugar 15 años, pero es difícil mantenerse todo el tiempo en el nivel por cosas del fútbol, de tu vida personal o la cabeza. Uno tiene que aprovechar y disfrutar esos momentos porque quizá no todos los años sean iguales.
Y ahora un Ceares-Sporting en Copa del Rey. ¿Es consciente de lo que supone para ustedes este encuentro?
Soy consciente, pero con el pasar de los días. Para la gente de Gijón es mucho más, pero anoche me acostaba y no podía dormir pensando en decir: ‘Es una Copa del Rey. Si yo vine aquí fue por estos partidos, por estas cosas. Estoy lejos de mi familia por esto’. Es un premio al trabajo que hicimos el año pasado, se tiene que valorar muchísimo y hoy para el Ceares cada partido es una página de la historia. Ahora jugar contra el Sporting en El Molinón va a ser una de las mejores cosas que nos puede pasar a todos.
¿Qué sintió cuando vio salir la bola?
Entreno a unas niñas de 12 años y estaba caminando con el móvil mientras veía el sorteo. Vi cuando salió la bola del Ceares y luego la del Sporting y lo primero que dije fue: ‘No puede ser, no puede ser’ y era realidad. Incluso anteriormente lo habíamos comentado con colegas y podía pasar, pero era un porcentaje muy, muy pequeño.
“Jugar contra el Sporting en El Molinón va a ser una de las mejores cosas que nos puede pasar a todos”
Sus compañeros supongo que ya le habrán contado todo lo que rodea a la eliminatoria.
Tengo un poco de conocimiento, incluso jugué un amistoso contra ellos, pero no es lo mismo que decir que nos clasificamos para una copa. Esto vale mucho para nosotros, también para ellos, pero es diferente. Incluso jugar en El Molinón con tanta gente va a ser muy especial.
No es su primera experiencia en el fútbol asturiano porque ya ha vestido las camisetas del Lealtad y L’Entregu. Sin embargo, ¿el Ceares tiene algo diferente?
Sí, mucho. Estuve dos años en el Lealtad y uno enL’Entregu, pero me sentí muy identificado con el Ceares, la gente… Son un plus para nosotros porque ganes o pierdas siempre están ahí alentando. Fíjate que, en el último partido del año pasado, nos decían que no importaba si ganábamos o no, ya estaba hecho y se sentían orgullosos. Sin embargo, nosotros queríamos poner la fruta al postre y lo logramos e incluso estaban más agradecidos que nosotros. Eso es impresionante.
¿Te recuerda a la hinchada de Boca o River?
Más a la de Boca que a la de River porque es la que se identifica más con la afición. Lo he vivido estando en La Bombonera con Boca perdiendo 0-3 y se caía el campo. Es una locura, solo con recordarlo ya se te pone la piel de gallina.
“La afición del Ceares me recuerda a la de Boca. Recuerdo estar en La Bombonera perdiendo 0-3 y se caía el campo”
¿El fútbol popular es más agradecido que el fútbol moderno?
Sin duda. La gente que trabaja en el club lo hace para que la entidad mejore. Voy a contar una anécdota. No conocí al presidente hasta que acabó la temporada y era el que trabajaba en la cantina. Eso me llamó mucho la atención porque pensé que el presidente era otro que estaría más en el área administrativa. Con estas cosas, vale mucho más lo que haces, te encariñas con el club y quieres darlo todo para que siga así.
En un reportaje publicado en 2015 decía un directivo del Ceares: “Últimos en dinero, primeros en corazón”. ¿Ese es el espíritu del club?
Totalmente. Cuando terminó la pasada temporada fue lo primero que me dijeron y es el espíritu con el que vamos a El Molinón. Iremos con actitud, con ganas de vencer, disfrutar, hacer las cosas bien. He tenido muchas experiencias de no ser el favorito y jugar partidos que parecían imposibles y terminaban de manera positiva. Esto es la Copa del Rey y si podemos hacer historia, lo vamos a hacer. ¿El ‘Alcorconazo’? Todo puede pasar en esta vida.