II PARTE DE LA ENTREVISTA CON ANTONIO LOBATO, PERIODISTA
“No sé si porque el carácter asturiano es diferente o no, pero parece que nos cuesta defender lo nuestro y lo que tenemos es impresionante”
“Dar las campanadas en 2005 fue un poco forzado, pero guardo recuerdos bonitos de aquella noche muy fuera de mi zona de confort”
Antes de Lobato narrador de carreras de coches, hubo un periodista que entrevistaba a pie de campo, por ejemplo, a un joven Ronald Koeman…
Es que yo me tiré muchos años haciendo fútbol. Ahora soy el de los coches, pero en la radio llegué a narrar hasta cuatro partidos a la semana porque me hacía los de Copa de la UEFA o de Copa de Europa o de la selección española que jugaban a mitad de semana, el partido estrella del sábado y si tenía tiempo cuando volvía a Madrid uno de Segunda o de Segunda División B y luego otro por la tarde en Madrid: Atlético, Real Madrid o el Rayo Vallecano. También hice mundiales y eurocopas, pero la gente no me tiene identificado con eso porque fue hace muchos años (risas).
En el 2006 fue Bob Culatas en la película Cars y dobló el videojuego Formula One. ¿Se había imaginado alguna vez que su voz podría llegar a estos puntos?
No, pero dentro de la vorágine que se puso sobre mí en aquellos años, todo era posible. Me acuerdo hacer infinidad de historias: entrevistas, sketches para televisiones, presentaciones de convenciones, conferencias, publicidad… Y dentro de todo eso, también llegó esta posibilidad. Presentan una historia que se llama Cars y que son carreras de coches con un mensaje bonito donde también hay mucha gente del mundo de las carreras en los doblajes de cada país. Debieron pensar que si alguien tenía que narrar el más conocido era yo y por eso me metieron. En la narración de la Fórmula Uno pasa un poco lo mismo. Si tú quieres vender el juego de la F1 en España y meterle retransmisión, buscaron que el narrador fuera la voz que habitualmente hacía las carreras de Fernando Alonso. En ese momento todo podía ocurrir, llegó un punto en el que ya no me sorprendía nada.
Un año antes, en 2005 dio las campanadas en Telecinco con Carmen Alcayde desde Oviedo. ¿Se sintió un poco Ramonchu, pero sin capa?
Es lo que te decía. Narrar un videojuego de Fórmula Uno tiene sentido, doblar la película Cars también, pero lo de las campanadas fue un poco forzado. Fue una experiencia también interesante porque hay que aprender de todo, fue bonito porque fue en mi ciudad, llovía a cántaros lo que lo hacía complicado y, evidentemente, los resultados de audiencia no funcionaron porque en aquella época era Televisión Española la que arrasaba. Además, íbamos completamente vestidos con lo cual tampoco podíamos competir con TVE, como hacen ahora otras cadenas. Guardo bonitos recuerdos de aquella noche muy muy fuera de mi zona de confort.
Creo que no se ha repetido la imagen de un periodista deportivo dando el paso al Año Nuevo.
Diría que no, pero no lo sé. Oye, cuidado, igual en el futuro todo puede ocurrir.
Ahora que no nos oye nadie. ¿Si hubiera podido, habría sustituido a Carmen Alcayde por el piloto asturiano para despedir 2005?
Carmen Alcayde está bastante mejor que Fernando (risas). Hubiera sido divertido. Lo que pasa que tendrían que haberle convencido a él, no a mí y eso sí que sería más complicado.
“El programa ‘Desafía tu mente’ tuvo muy buena crítica. ¿Problema? Entre la primera y segunda temporada pasó año y medio porque TVE lo metió en un cajón”
También fue jurado del Premio Princesa de los Deportes. Se armó una buena cuando dejó entrever que existían ciertas presiones…
Sí, pero esto no era nada nuevo porque lo había contado en mi libro ‘Volando sobre el asfalto’. No es lo que la gente ha escrito por ahí. He leído algunos titulares que daban miedo como: ‘Antonio Lobato denuncia tongo en los Príncipes de Asturias’. Para nada. No digo que, en su día cuando yo era miembro del jurado, se hicieran trampas, ni se manipulará. Lo único que decía es que cuando llegabas sí había una tendencia de determinadas personas que estaban bien colocadas en la Fundación o periodistas que llevaban mucho tiempo en los Premios que te empezaban a decir que quizá el galardón se lo debía llevar esta persona o esta entidad y tú podías tener una opinión contraria y defenderla. Si te perfilabas como contrario a lo que parecía que era lo que más gustaba a la Fundación, trataban de convencerte. Nunca te forzaban, lo único que te metían presión, pero imagino que eso ocurre en todos los premios que existen en el mundo y en todas las situaciones de la vida.
En medio de ese parón del que hablábamos, también probó otras cosas. Por ejemplo, el programa de TVE ‘Desafía tu mente’. ¿Le quedó un sabor amargo por el desenlace?
¿Amargo? No, todo lo contrario, acabé muy satisfecho. Fueron dos temporadas donde nos lo pasamos muy bien, aprendí muchísimo y fue un reto para mí. El resultado estuvo muy bien. Las audiencias, cuando se emitió sobre todo el primero y después el segundo, las críticas de medios, de gente en la calle eran buenísimas porque era un programa familiar, divertido, un reto, algo que no se había hecho nunca. El problema es que entre el primero y el segundo pasó año y medio porque lo metieron en un cajón en Televisión Española. Me acuerdo de que uno de los personajes que tuvimos fue a Pedro Duque, entonces era astronauta y cuando la emitieron había sido nombrado ministro. Fue un poco surrealista, cosas que pasan en Televisión Española, quizá fue el único ‘pero’ porque se lo montaron muy mal. De hecho, nos volvieron a llamar para hacer otra temporada, pero ya estaba con la Fórmula 1, era una locura y no lo hicimos.
Su hija es periodista. ¿Le gustaría que siguiera sus pasos?
¡Ostras! Me gustaría, estaría bien, pero está empezando. Le gustan los deportes y ahora mismo está metida en ellos, pero es un mundo complicado para luchar. Además, la profesión no es que esté con una gran situación porque es difícil tener trabajo, es difícil que te paguen bien y es muy difícil progresar, más si eres joven y si eres una chica que siempre tienes más limitaciones porque el mundo en el que vivimos es bastante machista. Poco a poco se va abriendo paso y lo bueno de mi hija es que tiene un carácter todavía más duro que el mío (risas), con lo cual es una gran luchadora, estoy súper orgulloso de ella y convencido de que no sé si llegará a tener la misma repercusión que he podido tener, pero lo va a luchar. Así como tuve la fortuna de que ese tren de la Fórmula Uno del que hablábamos se parara en mi estación y tuviera valor para subirme, hay que ver qué trenes pasan por su vida. Si no hubiera pasado, igual estaba ahora dedicándome a otra cosa porque estaba bastante quemado con lo que hacía.
Echando un vistazo a sus redes sociales, encontramos imágenes de Asturias. Una de ellas, por ejemplo, en la playa de San Lorenzo de Gijón. ¿Un sitio bonito para recordar la infancia?
Sí, porque yo pasé muchos veranos allí. Mi abuela y mi madre son de Gijón. Mi abuela vivía en Gijón y todos los meses de julio mis padres nos mandaban a mi hermana y a mí a pasar el verano con ella. La cantidad de kilómetros que me pude hacer yo en ese paseo, la cantidad de olas que me pudieron mojar porque íbamos a verlas saltar o el muelle… Es una ciudad a la que le tengo mucho cariño y recuerdo momentos increíbles de cuando era un chavalín.
“Lo bueno de Asturias es que cada pequeño rincón que visitas, cada pequeño restaurante o barcito de carretera que encuentras, es un lugar siempre mágico, increíble”
Además de Gijón, ¿cuáles son sus lugares favoritos?
Uf, tengo muchos. Hay algo que me vuelve loco: los Picos de Europa. Tengo algunos lugares que adoro y ya le he dicho a mi mujer que, si un día estiró la pata, aunque creo que no se puede (risas), por favor que mis cenizas las lance al viento en los Picos de Europa. Me encanta la montaña y los Picos tienen esa magia especial que los que suelen ir y los conocen bien saben que es un lugar único. También me gusta mucho la zona de Tapia de Casariego, Llanes… Hay una playa a la que he ido mucho también, está cambiando últimamente porque parece que la ha descubierto mucha gente, pero cuando empecé a ir éramos menos, la playa de Vega, preciosa. Lo bueno de Asturias es que cada pequeño rincón que visitas, cada pequeño restaurante o barcito de carretera que encuentras, es un lugar siempre mágico, increíble. No voy lo suficiente porque me gustaría ir más, pero cada vez que lo hago trato de aprovechar al máximo los minutos que paso ahí.
¿Le da tiempo a seguir como está la comunidad? Vía televisión, periódicos…
A través de la tele difícil porque no hay mucha información de lo que ocurre en Asturias normalmente, al menos a nivel nacional. Sobre todo, hablo con mi madre y mi hermana que son las que me informan de primera mano y cuando voy trato de ponerme un poquito al día. Sí es verdad que metido en la vorágine habitual mía es bastante complicado, pero siempre que puedo intento más o menos ver de qué pie cojea mi región.
¿Y cómo la ve?
Viendo como están emergiendo otras zonas de España y como todo el mundo se posiciona, trata de vender lo que tiene y me parece algo absolutamente lícito, nos falta un poco de empuje, un poco más de situarnos en el mapa, de decir: ‘Aquí estamos nosotros también’, de luchar por lo nuestro. No sé si porque el carácter asturiano es diferente o no, pero parece que nos cuesta defender lo nuestro y lo que tenemos es impresionante. No sé porque nos cuesta tanto progresar a nivel nacional. Al final se habla bastante poco de Asturias y eso es algo que desde la distancia da un poco de miedo.
Oiga, hablando un poco de todo. Está más fino que el alambre. ¿Se machaca mucho?
Sí, la verdad es que sí. A la vejez, viruelas. Le digo a la gente que estoy mucho más fuerte ahora que cuando tenía 20 años. Siempre me ha gustado hacer deporte, pero ha habido momentos en los que no tenía tiempo. Cuando llevaba algunos años en la Fórmula Uno trataba de hacer deporte al compás de mis días en casa y era muy complicado porque montaba en bici en tres días, luego me iba 15, volvía a montar y era un desastre: quería meterme en pruebas, carreras, pero no tenía la preparación necesaria. Descubrí que había una forma de hacer deporte siempre: meter unas zapatillas en la maleta y correr en los circuitos. Empecé a ponerme un poquito en forma y hubo una época en la que me dio por hacer carreras de 10.000, medias maratones incluso una maratón. Cuando tuve ese impasse de dos años, empecé a darle fuerte a la bici y me metí en algunas locuras como la Titan Desert tres veces en Marruecos, la Titan Trópic en Cuba, la Mongolia Bike Challenge y por si eso fuera poco, hace tres años me enganchó la escalada y ahora escalo (risas).
Para un hombre activo como usted, supongo que la pandemia habrá sido un momento complicado. Le hemos visto trepar por su casa…
Es que en la pandemia hacíamos deporte en casa, hacíamos el tonto en casa, los programas en casa. El ‘Vamos sobre Ruedas’ que emitimos en Vamos (Movistar Plus+) los martes, lo hicimos desde casa conectándonos Pedro de la Rosa, Toni Cuquerella y yo y todo el equipo que editaba en el programa. Nosotros éramos nuestros propios cámaras, técnicos de sonido y fue una experiencia muy divertida, quiero decir, nos hubiera gustado hacerlo en plato, pero a la fuerza ahorcan. Dentro de la limitación y los problemas que teníamos, era una manera de matar el tiempo y de seguir de alguna forma colaborando para que la gente tuviera un entretenimiento. Si no hubiéramos hecho esto, el programa no hubiera aparecido. Hubo más cosas porque, por ejemplo, con el piloto Roldán Rodríguez hicimos conexiones de Instagram Live con tablas de ejercicios y se sumaba mucha gente, era divertido.
¿Dónde está el futuro de Antonio Lobato?
Mi futuro es que me tendré que jubilar o algo así, es lo que más cerca debo tener (risas). Jubilarme cuando me canse de narrar carreras, que de momento no me he cansado, y dedicarme a disfrutar de la vida, de mi tiempo.
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