SIGUE A ‘PURO HISTORIA’ EN FACEBOOK E INSTAGRAM


La actividad pesquera en Asturias llegó a máximos en la década de 1920 con la modernización de los barcos (91 vapores en 1930), el aumento de las capturas (de 17.000 toneladas a 29.000 en la década) y la consolidación de una industria conservera. Los puertos más activos eran Gijón, Luanco, Candás, San Esteban de Pravia, La Arena, Cudillero, Lastres y Avilés. En esa década más de la mitad de la pesca desembarcada en Asturias lo hacía en el muelle gijonés, con primacía de la sardina y el bocarte, seguidos del bonito y la merluza, aunque el valor en rula de estas dos últimas especies era mayor. A la pesca del bonito acudían lanchas vascas que pasaban la costera –de finales de junio a agosto- en los puertos de Gijón y Candás, contratados por las conserveras regionales.
En 1933 la flota pesquera gijonesa ascendía a 300 embarcaciones, la mayoría de vela-remo, aunque también se censaban 62 motoras y 70 vaporas, como los que aparecen en la foto adjunta de Constantino Suárez. Las faenas de descarga de la pesca requerían de la colaboración de las familias de los pescadores, que se acercaban hasta el muelle para recoger en cestos el pescado y trasladarlo a la Rula local, donde se subastaba públicamente. Alguna cantidad de las capturas se reservaba para el consumo de las familias o para la venta callejera por las propias pescaderas en las calles o a la entrada de los mercados.
