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Por iniciativa municipal se instaló en 1970 en la zona de El Rinconín, en la ruta costera de La Providencia, una estatua en honor de las madres de los emigrantes que sufrían la ausencia de sus hijos embarcados a América. Miles de asturianos y de gijoneses habían dado el salto hacia ultramar (Cuba, Méjico, Argentina) a la búsqueda de una vida mejor que la que les ofrecía su tierra natal, un proceso que se inició a mediados del siglo XIX y que duró hasta bien entrado el siglo XX, hasta los años 60, cuando el destino migratorio mayoritario se orientó hacia los países europeos (Alemania, Francia, Bélgica). La iniciativa surgió en el I Congreso de Sociedades Asturianas celebrado en 1958 pero la ejecución se retrasó, pues se abrió un concurso de proyectos que tardó tiempo en resolverse
La escultura se encargó al artista Ramón Muriedas que esculpió en bronce una figura de corte expresionista (la fuerza expresiva predomina sobre el físico de las formas) con una mujer de líneas estilizadas y la mirada perdida en el mar, que levanta un brazo señalando el océano y que sufre el azote del viento en su pelo y en un ropaje de rugosas texturas. En el pedestal de apoyo se incluyó la inscripción A LAS MADRES DE NUESTRO MIGRANTES / QUE CON SUS VIDAS SON SURCO PROFUNDO DE NUESTRA ESPAÑA/ GIJÓN, ASTURIAS, 1970. El dramatismo de la figura desorientó a los visitantes gijoneses que tenían un concepto formal muy diferente de la mujer y de la maternidad, heredado de la imagen costumbrista de la madre rural asturiana (pañuelo, toquilla, faldones, madreñas).
Alejada del mensaje expresionista, la crítica popular fue tan negativa que calificó a la madre del emigrante como “La Lloca del Rinconín”, un apelativo que aún conserva en algunos sectores, aunque sin la carga peyorativa del primer momento. La indignación contra la imagen y la facilidad para conseguir dinamita en Asturias incitaron a un grupo radical no identificado a colocar un pequeño explosivo en el pedestal en 1976, lo que dañó la figura y desequilibró la imagen, que se inclinó aún más a causa de los vendavales, lo que forzó su retirada. Después de una cuidada reparación, fue repuesta muy cerca de su primera ubicación en 1995 y, desde entonces, ha sido un icono local no solo de la maternidad sino del sufrimiento femenino ante la lejanía de la familia, un drama actualmente aminorado ante la generalización del transporte aéreo.
