«Pascual Honrado de la Fuente, ‘Pascualón’, fue el Billy el Niño a la asturiana. Muchos militantes antifranquistas aún recuerdan sus torturas»
«Fraga murió siendo reconocido como un “gran demócrata” cuando firmó penas de muerte, consejos de guerra, estuvo implicado en la manipulación contra las torturas antifranquistas…«
«Otra policía fue posible, pero se decidió ir por la vía de utilizar a los miembros de la Brigada -con la excusa de la ley antiterrorista- en la lucha de la guerra sucia contra ETA, que, como se demostró años después, fue un total fracaso»
Pablo Alcántara (Avilés, 1992) es historiador y escritor acaba de publicar el libro ‘La secreta de Franco’ (Espasa, 2022) en el que narra los entresijos de la Brigada Político Social, «la encargada de detener y torturas a los militantes antifranquistas». Un tomo que recoge con datos y documentos oficiales algunos de los episodios más importantes de la lucha antifranquista en Asturias, como lo fue el asalto a la Comisaria de Mieres en marzo de 1965. Una Brigada que en el Principado tuvo suma importancia, pese a la «poca colaboración» que encontró entre la sociedad asturiana y que el historiador asturiano expone en sus casi 400 páginas. Torturas, represión y lucha que el historiador nos cuenta en esta entrevista.
¿Por qué ese interés en la Brigada Político Social? ¿Qué era exactamente?
Entendí que desde la investigación académica debía haber un trabajo de estas características que analizara qué fue esta Brigada, que, como bien dice Manuel Vázquez Montalbán en su ‘Diccionario del Franquismo’, fue la “guardia pretoriana del régimen”, la policía encargada de detener y torturar a militantes antifranquistas, ya fueran obreros, estudiantes, intelectuales…
En los últimos años ha habido un debate público sobre lo que han sido, no sólo a nivel del país, sino también a nivel regional. En Asturias, por ejemplo, tenemos personajes como Claudio Ramos o Pascual Honrado, denunciados por diferentes militantes antifranquistas por torturas.
Y es que Asturias fue un foco de resistencia antifranquista.
Asturias fue el foco principal de resistencia contra la dictadura. Primero con los guerrilleros, en los años ’40 y después con el movimiento obrero y las mujeres, que jugaron un papel fundamental, también en las huelgas de los años ’50 y ’60. Asturias se convierte entonces en ejemplo para la militancia antifranquista y, para las autoridades, en un ejemplo de cómo hay que reprimir al movimiento obrero. Uno de los episodios más importantes de esta lucha se vivió en el asalto a la Comisaría de Mieres, el 12 marzo de 1965.
¿Qué pasó aquel día?
Es un episodio no muy conocido y que, sin embargo, es muy importante porque supone un salto hacia delante. Es el primer enfrentamiento entre las fuerzas de orden público y los mineros y las mujeres que se da en plena calle, en el centro de la ciudad. Hasta ese punto los enfrentamientos habían sido en las minas o en centros de trabajo o estudio.
Se calcula que ese 12 de marzo mil personas, en pleno franquismo, salieron a la calle en un momento en el que por manifestarte te enfrentabas a varios años de cárcel. Es un ejemplo que demuestra como la gente, fruto de la experiencia, la lucha y la movilización, iba perdiendo el miedo a luchar contra la dictadura. Es un momento histórico que tiene relevancia a nivel internacional y que ha salido publicado en artículos en periódicos de calado, como el New York Times o Le Monde.
Cómo era el modus operandi de esta Brigada.
Lo más conocido son las torturas: golpes, palizas, la bañera (meter la cabeza del detenido en agua con heces y orín), los electroshock, las amenazas con tirarles por la ventana (como fue el caso de Enrique Ruano). Pero también hay que destacar que no solo tenía esta parte de torturas, sino que era un aparato de información, análisis y propaganda. Contaban con boletines de investigación donde analizaba qué pasaba dentro de la sociedad, las corrientes ideológicas…Todo un aparato intelectual sin el que no habrían conseguido realizar sus detenciones.
Pero la Brigada, por sí misma, nunca tuvo capacidad para llegar a todos los rincones. La figura del ‘chivato’ se hizo entonces imprescindible.
No hay un número exacto de cuantas personas integraban la Brigada, aunque se habla de unas 20.000. Está claro que tenían sus chivatos, ya fueran gente de Falange, del Movimiento Nacional infiltrados en fábricas o universidades y, por supuesto, también sacaban información de la gente que detenían y torturaban. Testimonios a poner en tela de juicio, frutos de las torturas más salvajes.
Sin embargo, en Asturias, las autoridades franquistas hablaban, sobre todo en los años 40, de que les resultaba muy difícil penetrar dentro de la sociedad porque mucha gente simpatizaba con los guerrilleros y les era difícil encontrar quien apoyara al Movimiento Nacional. Incluso después de la Guerra Civil. Es algo a valorar, como la sociedad asturiana, al menos parte de ella, a pesar de la represión y de las torturas, se negó a colaborar con las autoridades franquistas.
¿Qué relación tenía la Brigada con otras dictaduras, como la de Hitler y con otros países, como EEUU?
Colaboraron sobre todo con la Gestapo, que es algo que ya se sabía. Sin embargo, es menos conocido que el jefe de la Gestapo estuvo en España entrevistándose con autoridades policiales franquistas. Más tarde, entre los años 1940 y 1941, se crearía la Ley de Policía, que es la que oficializa la Brigada. Se puede decir que la Gestapo tuvo mucho que ver en el nacimiento de esta Brigada.
En cuanto a la CIA y al FBI, se había especulado mucho sobre ello, pero en el libro aparece con documentación oficial que varios miembros de la Brigada viajaron a EE.UU para recibir cursos de técnicas policiales, que es el eufemismo para hablar de torturas. Incluso agentes de la Brigada participaron en operaciones de la CIA a nivel europeo, como el caso Beria, que fue el intento de detención del jefe de la policía secreta soviética que, supuestamente, estaba en España. Por lo tanto las relaciones entre ambas policías es bastante más profunda de lo que se creía.
Durante la Transición, muchos de los agentes y jefes de la Brigada se incorporan a puestos en la policía. ¿Tuvo esto sentido? ¿Se podría haber hecho de otra forma?
No solo eso, sino que muchos de ellos consiguieron ascender en el escalafón policial siendo jefes de Brigadas antiterroristas. Es el caso de Claudio Ramos, que fue el jefe de la Brigada en Asturias y que luego fue jefe de la policía en Canarias durante la democracia. O Roberto Conesa, en Madrid, que luego fue jefe de la Brigada antiterrorista en el País Vasco.
Se podría haber juzgado a estos policías, igual que se hizo en Portugal tras la Revolución de los Claveles o en Argentina con los militares. Está claro que se podrían haber hecho otras cosas. Incluso dentro de la policía, en la Transición, hubo un movimiento de policías demócratas progresistas que lucharon por una nueva policía que respetara los derechos humanos y que no tuviera vinculaciones con la extrema derecha. Pero estos no solo no ascendieron, sino que muchos de ellos fueron expulsados del cuerpo o incluso fueron a parar a la cárcel.
Otra policía fue posible, pero se decidió ir por la vía de utilizar a los miembros de la Brigada -con la excusa de la ley antiterrorista- en la lucha de la guerra sucia contra ETA, que, como se demostró años después, fue un total fracaso.
¿Se puede decir que esa transición, dentro de la policía, ya es efectiva?
Muchos de los miembros de la Brigada han muerto o se han jubilado, pero que no hubiera existido esa depuración es algo que aún pasa factura. Lo vemos con Jusapol, que es el sindicato de la extrema derecha de la policía, y lo vemos también con los casos de corrupción policial, como el de Villarejo, que fue miembro de la Brigada a finales de los años 70.
La policía ha cambiado, pero sigue habiendo muchos métodos de la dictadura que siguen vigentes, y no es casualidad el ascenso de la extrema derecha dentro del cuerpo. Hay muchos problemas dentro de la policía que se deben solucionar.
Son miembros conocidos de la Brigada Billy el Niño o Pedro Urraca (policía de ascendencia asturiana que detuvo a Companys), pero hubo muchos más, también aquí en Asturias.
No es casual que la Brigada fuera en Asturias fuera muy importante. Por aquí pasaron miembros destacados, como Claudio Ramos, jefe de la Brigada en Asturias, que fue nombrado en los ‘70 jefe de la Brigada en el País Vasco. O José Sainz , jefe de la Brigada en Bilbao y que luego ejerció como jefe de la policía a nivel estatal, que estuvo en los años 40 y 50 varias veces en Asturias actuando contra el movimiento guerrillero. Y también Pascual Honrado de la Fuente, ‘Pascualón’, que fue el Billy el Niño a la asturiana. Muchos militantes antifranquistas aún recuerdan sus torturas.
¿Qué hay de las víctimas?
Las víctimas y sus familias, con las que he podido hablar, cuentan esas torturas que recibían: las palizas, la tortura psicológica o las amenazas de que los iban a mandar fuera. Explican, además, cómo las torturas les han dejado secuelas: hay quien perdió oído con las palizas, a quien aún le cuesta hablar…Pero lo que todos buscan es justicia, que se sepa lo que pasó de verdad. Tuve también el privilegio de entrevistar a Anita Sirgo, y me contó cómo le raparon el pelo en 1963, en un momento que la dictadura trata de venderse como un “régimen de paz”, todavía se daban estas torturas que parecían haber quedado en el olvido.
De toda la información que has ido recopilando, qué es lo que más te ha sorprendido.
Se había hablado mucho del atentado de la calle del Correo, en Madrid, que fue uno de los primeros atentados de ETA contra civiles. En referencia a ello, pude encontrar, en un expediente personal de un policía, que varios miembros de la Brigada habían sido heridos en el atentado. Es decir, ellos eran el primer objetivo. De hecho, era una cafetería frecuentada habitualmente por miembros de la Brigada en Madrid.
¿Por qué dedicar tantos años a estudiar y sacar a la luz la verdad de la Brigada Político Social?
Porque fue el pilar fundamental de la represión, sobre todo a partir de los años 50, y hasta ahora no había ningún estudio, ningún libro que retratara la Brigada en todas sus dimensiones. De hecho, esta es la primera tesis sobre la Brigada. Creo que era un trabajo necesario. Con el auge de la ultraderecha se corre el riesgo de que a estas personas se les trate como a policías al uso, que han hecho un servicio al país y ya. De hecho, cuando murió Galindo (implicado en los GAL), Vox puso un tuit diciendo “Se nos ha ido un gran hombre”. Corremos el riesgo de blanquear a estos personajes, y por eso es importante demostrar con datos y con archivos qué fue lo que pasó.
González Pacheco, ‘Billy el Niño‘ murió siendo reconocido como lo que era, un torturador y un represor, pero Fraga siendo reconocido como un “gran demócrata” cuando firmó penas de muerte, consejos de guerra, estuvo implicado en la manipulación contra las torturas antifranquistas…
Volviendo a Asturias, ¿es fácil conseguir los documentos que acrediten las prácticas de la Brigada?
Hay varias leyes, como la de Patrimonio Histórico, que lo hacen más difícil, pero en el archivo histórico provincial tuve mucha suerte de poder acceder a documentos de los años 70. Para otro tipo de archivos me las he visto y deseado. Es una pena que no sea una política general acceder a la documentación. De hecho, es una de las grandes reivindicaciones de los historiadores.
¿Qué huellas quedan de esa lucha?
En Gijón hubo muchas luchas. Es muy conocido el caso de Casto García Roza, un guerrillero al que detuvieron en el ‘46 y que torturaron y mataron en la propia comisaría de policía de Gijón. Es una ciudad en la que sigue viva esa memoria, pero echo en falta un monumento a quienes lucharon contra la dictadura. Algo similar pasa en Mieres, donde reivindico que haya una placa donde se habla de que en ese lugar hubo un asalto a la Comisaría que significó una lucha por las libertades y en contra del franquismo.
Se habla mucho de las víctimas, de la represión, de lo mal que lo pasaron, y es verdad. Pero falta también ese homenaje y esa memoria a la lucha, a la gente que se la jugó contra la dictadura. Está también ese llamado paternalismo franquista. Pasa en Avilés, con Ensidesa, que hay que recordar fue construida con sangre, sudor, lágrimas e incluso muertos, los famosos campaneros. Una explotación de mano de obra barata.
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