«En estos momentos, el espíritu ardurista pervive en la clandestinidad y se puede afirmar que hay un PSOE dentro de otro PSOE»
El PSOE gijonés afronta un presente singular. La victoria de Monchu García, para muchos el campeón del pueblo que la ciudad necesitaba, no ha servido, de momento, para unir a los socialistas en un frente común. En estos momentos, el espíritu ardurista pervive en la clandestinidad y se puede afirmar que hay un partido dentro de otro partido.
De puertas a la galería, la consigna es no hacer ruido y dejar hacer al recién elegido. Las municipales están a la vuelta de la esquina y, si hay un mantra característico del PSOE, ese es el de cerrar filas. Al contrario que las formaciones de la derecha gijonesa, los socialistas han basado, históricamente, su fortaleza electoral en un inquebrantable silencio de partido. Un silencio que no revuelve las aguas mediáticas ni perjudica a Monchu, pero que sí limita el rearme y la construcción de una propuesta política sólida. La nueva secretaría general sabe que necesita el buen hacer de personas clave del bando perdedor, a las que han intentado sumar para la causa común. La unión del socialismo local ha sido el estandarte monchista desde que iniciara su camino a la Argandona. Una premisa que fue rebatida por sus rivales políticos, que siempre criticaron una supuesta escasa participación de Monchu y compañía durante los últimos años bajo el mando de Iván Ardura. Esa es, precisamente, la contradicción que ahora le achacan: “Quiere que aportemos, cuando en su día estuvo desvinculado y apenas participó en las asambleas, hasta que ganó”.
La otra clave de todo este asunto es la candidatura a la alcaldía. Ha habido un antes y un después desde las elecciones a la secretaría local. Punto. Ana González, que apoyó públicamente a Ardura y tenía entre los miembros de esa lista a sus mayores valedores, está perdiendo algunos partidarios. Entre ellos, la actual gerente de Divertia, Lara Martínez, que no iba en papeletas en 2019 y que fue rescatada por González para un puesto en el que podía hacer valer su amplia experiencia en gestión cultural. La actual relación de Martínez con el núcleo duro de la alcaldesa es cada vez más fría, y algunos no dudan en creer que “está abandonando un barco que ella piensa que se hunde”. Lo cierto es que su voz no se oyó durante toda la campaña a la secretaría, algo extraño para alguien con reconocido colmillo político y potencial dentro de las siglas, que la han llevado a ser elegida secretaria de Cultura en la nueva Comisión Ejecutiva Autonómica. Sea como fuere, la Casa del Pueblo parece, a día de hoy, no tener ningún conejo en la chistera, ni mirlo blanco alguno que tenga visos de sustituir a Ana González, y todavía medio PSOE piensa que es la mejor candidata para mayo de 2023. Monchu y su equipo vencieron, sí, pero les queda un largo camino para convencer.
Dice el refrán :alguien vendrá que bueno me hará…