Jorge Lorenzo, miembro del staff de la selección española de baloncesto en Tokyo 2020
“El deporte tiene tantos valores a todos los niveles que nunca se puede mirar para otro lado”
“En 2019 creé la aplicación Basketouch para trabajar con la selección española. Ahora también la usan varios equipos como la Virtus de Bolonia, campeona de la Eurocup”
La generación nacida en los años 80 en Asturias también ha sido capaz de hacerse un hueco dentro del olimpismo. No sólo competidores, también en otros sectores fundamentales para que el deporte se pueda desarrollar. Ahí se encuadra Jorge Lorenzo (Avilés, 1985), ayudante del seleccionador de baloncesto Sergio Scariolo. El avilesino participó en los Juegos Olímpicos de Tokio como parte del staff de la selección española, aunque su andadura en ‘La Familia’ comenzó unos años antes. Un techo al que ha costado llegar y que, como muchos, tuvo que labrarse más allá de las fronteras de Principado.
¿Con siete años tiene algún recuerdo de Barcelona 92?
Buf. Creo que la mascota Cobi (risas) y no mucho más: algo de baloncesto, de atletismo, pero no hay muchos más recuerdos.
¿Le ha dado tiempo a empaparse de lo que fue todo aquello?
La verdad es que sí porque, ahora mismo, algunos de esos exjugadores están vinculados a la Federación y hay cierta cercanía, aunque haya pasado tanto tiempo. En las comidas y en las cenas siempre se tratan temas de toda la historia del baloncesto y ahí sí que me suelo empapar un poquito de lo que cuentan.
¿Y uno siente envidia sana cuando escucha esas historias?
Sí, siente envidia sana y algunas de ellas incluso tengo la suerte de poder vivirlas. Todo lo que rodea a la Federación, a la selección absoluta es enorme y escuchar esas historias, a veces historietas de toda esa gente es muy gratificante y bonito.
“Me fui de Asturias a Madrid con el objetivo de probarme y ver hasta dónde podía llegar en el baloncesto. En casa es muy complicado, cada vez más”
La suya es de las que empieza desde abajo, desde casa, en la Atlética Avilesina.
Antes todavía. Mis inicios están en el colegio Apolinar García Hevia y con 16 años empecé a entrenar en el Marcos del Torniello de Avilés. En ese momento estaba jugando también en el Avilés Sur y después me he ido manteniendo. Ahora tengo 37 y nunca he parado, ya son unos cuantos años.
Luego, como a muchos otros, le tocó hacer las maletas. ¿Para triunfar hay que irse a Madrid?
Sí. A Madrid o a cualquier otro sitio donde el baloncesto esté más presente porque hacerlo en Asturias es muy complicado, cada vez más. Los ejemplos de los equipos en primeros niveles de competición son los que hay: pocos y en muchos casos no depende ni de tu capacidad sino de la amistad o de la persona que quiera apostar y que no es muy de apostar, por lo menos en mi caso, de gente de allí. De hecho, salí de Asturias con el objetivo de poder probarme y ver hasta dónde podía llegar en este deporte. La aventura ha salido bien.
¿Asturias debería cambiar su modelo política deportiva?
No sé si cambiar, pero si pensarlo o repensarlo porque más allá de la situación geográfica de Asturias que ahí no hay más posibilidades de las que hay, las empresas potentes asturianas, que existen, podrían invertir un poco, ayudar un poquito más. No hablo solo de la élite, también de la formación; tener esa posibilidad de que vaya para arriba.
“Somos el actor secundario porque no todos pueden ser los principales. Nuestro trabajo no es meter canastas, pero sí estudiar al rival, ayudar nuestros jugadores a mejorar…”
El deporte bien trabajado, ¿lo considera un modelo económico para un territorio como el Principado?
Sí. No soy un especialista, es una opinión sin ningún tipo de ambición de marcar doctrina, pero las cosas se consiguen trabajando y dejando a un lado aspectos que no entran dentro del espíritu deportivo como pueden ser los personales o los intereses. Si realmente se trabaja y se piensa en el deporte, se puede potenciar algún tipo de embrión para pensar en eso que me planteas.
Su puesto es el de entrenador de baloncesto, en el caso de la selección ayudante de Sergio Scariolo. ¿Sienten que el staff es el actor secundario?
Es que realmente es eso. Es cierto que, del mismo modo que Sergio (Scariolo) tiene el protagonismo que debe tener como seleccionador, él a la gente del staff le da su protagonismo en su parcela y exige corresponder ese protagonismo dentro de su parcela. Nosotros somos parte del equipo y habrá veces que somos sustituibles o no somos todo lo importante que va a ser el último jugador que mete la canasta en un partido, pero nuestro trabajo también es necesario. La tarea que realizamos no es meter las canastas, pero son horas de sueño, de estudiar al rival, de ayudar a nuestros jugadores a que vean y mejoren cosas… En parte somos el actor secundario, pero es que no pueden ser todos principales, es una parte que nos toca a nosotros.
Dentro de esa parcela que me hablaba de quitar horas de sueño, de trabajar, de estudiar entra la aplicación Basketouch.
Las ventanas comenzaron en 2017 y ya llevamos unos añitos en esta película. Todo lo relacionado con el análisis de rendimiento táctico al principio se hacía de una manera un poco más manual y se me ocurrió crear una aplicación para que fuera más útil, rápido y mejor. Así nació Basketouch Analytics en 2019 y lo seguimos utilizando en la actualidad. Hay varios equipos que también lo están usando, por ejemplo, la Virtus de Bolonia que ha quedado campeona de la Eurocup con Sergio (Scariolo), clubes de países como Uruguay, Japón… Es una manera también de seguir vinculado con el baloncesto y buscar una vía de negocio.
Usted ha tenido la fortuna de tener a sus órdenes a algunos de los mejores deportistas. Pienso por ejemplo los hermanos Gasol, Ricky Rubio…
Sí y no es fácil cuando tienes esas estrellas delante, pero siempre han sido muy comprensibles. Al final, la palabra que siempre se utiliza en la Federación, ‘La Familia’, es real porque nos pasamos 24 horas juntos, más de 30 días y eso crea relaciones de trabajo que están ahí, pero no es fácil. De hecho, una de las fotos que tengo con la selección es con Pau Gasol el primer día que llegó a la concentración del año pasado. Estaba hablando con otro de los entrenadores y vino a saludarme. Claro, ese momento para mí es lo más de lo más, pero es que además como había una fotografía se te queda ya marcado en la retina para toda la vida. Es una gozada tener la oportunidad de estar con jugadores de este nivel.
Es cierto que el baloncesto no es un deporte minoritario, pero ¿sienten la alargada sombra del fútbol?
No. En el día a día, en lo que es nuestro trabajo no vemos esa sombra. La realidad es que el fútbol es lo que es y sí que es cierto que gracias a muchos de esos jugadores de los que hablábamos antes el baloncesto ha crecido y se ha engrandecido tanto. En la cita olímpica de Barcelona ya tuvo su repercusión y anteriormente también, pero esta generación lo ha hecho un poquito más grande. No hay esa situación de decir: ‘El fútbol está ahí y nos va a tapar en algo’.
“Mi sueño no era llegar a unos Juegos Olímpicos, era disfrutar del baloncesto y aprovechar que he conseguido que sea mi trabajo”
¿Soñó alguna vez con llegar a unos Juegos?
No, no (risas). Cuando me fui de Asturias quería probar y ver cómo podría desarrollarme en un nivel de baloncesto mayor y con la Federación Española llevo ya más de 15 años trabajando. A veces hablo con amigos y me cuentan sus objetivos. El mío no era llegar a unos Juegos Olímpicos, era disfrutar del baloncesto y aprovechar que he conseguido que sea mi trabajo. Cuando se te presenta la oportunidad de estar en un Mundial o unos Juegos Olímpicos ya no sabes si lo habías soñado o no, pero estar ahí es un sueño. Es bastante bonito.
Supongo que uno no se olvida cuando se lo comunican.
No, y tampoco olvida las fotografías que te vienen a la memoria después de haberlo vivido. Sí que es cierto que cuando empecé con las ventanas en 2017 iba a hacer una, no iba a continuar más, pero al final con el trabajo seguí y ha ido sobre la marcha, no ha habido una notificación de decirte cuándo era la próxima convocatoria, es más al revés y me preguntan si puedo estar en la siguiente. De hecho, cuando el año pasado estuve en Angola trabajando una de las condiciones para poder ir fue que pudiera venir con la selección cuando fuera necesario.
Antes citaba el Mundial. Se disputó en China y se colgaron un oro, pero ¿una cita olímpica es diferente a cualquier otro evento?
Sí porque deportivamente hay otros alicientes, otros equipos, otros niveles y luego está la convivencia en la Villa Olímpica. Algo que siempre les digo a mis amigos es que cuando ibas por la villa y veías a alguien con un polo de la Federación Española era como cuando vas por el barrio y saludas al vecino de enfrente, esa relación en la que dices: ‘Ostras, somos dos españoles que estamos en Tokio. En algunos casos no sé muy bien de qué deporte, pero es como si nos conociéramos de toda la vida’. Eso es bastante interesante y bonito.
Y estoy seguro de que en Tokio coincidiría con algún asturiano.
Mira, eso tengo que pensarlo (risas). Sabía que estaba allí José Antonio Rodas, el médico avilesino de la selección española de fútbol y no te sabría decir mucho más, pero eso no surgió porque hubiera sido todavía a mayores: dos asturianos saludándose en unos Juegos Olímpicos de Tokio. Sería bonito.
¿Tiene la sensación de que cuando se habla de Juegos Olímpicos, socialmente solo hay hueco para los jugadores? Ustedes son un ejército de entrenadores, médicos, fisioterapeutas, árbitros…
Somos muchísimos. De hecho, recientemente recibí el diploma de haber participado en los Juegos Olímpicos. A todos los participantes nos envían una carta de agradecimiento por haber participado en la cita olímpica, por haber estado allí con tu nombre y con la firma del presidente. De hecho, lo llaman Villa Olímpica, pero es que realmente es una ciudad y hay tantísimos deportistas como entrenadores, fisios y toda la gente que se mueve alrededor. Todos somos todos parte del evento.
¿La eliminación en cuartos es una decepción de la que uno tarda en olvidarse?
No, es una situación del deporte. Al final, lo bonito es que compites por ganar o perder, con las mismas normas para los dos equipos y unas veces las cosas te salen bien y ganas y otras no te salen tan bien y pierdes. Pero no fue un traspiés, perdimos contra un equipazo, después lo demostró y el deporte tiene este tipo de cosas que surgen, hay que asumir y ver qué fue lo que se hizo bien y mal para corregir y seguir con lo siguiente.
“Es cierto que la experiencia de Tokio no fue completa por las restricciones y sí me gustaría estar en París 2024, pero queda mucho tiempo y veremos qué pasa”
¿Esto hizo que disfrutara menos de la experiencia?
No. A todos nos gustaría haber disfrutado con una medalla y haber ido a Madrid como cuando ganamos el Mundial y compartirla con toda la gente que estuvo, pero el trabajo fue bueno. Desde mi punto de vista, no nos dejamos nada y estábamos orgullosos de haber competido y llegado hasta donde llegamos. En ese momento hubo un equipo que fue mejor y que se llevó la victoria. También es cierto que lo que pasa en el deporte y, sobre todo en el baloncesto, a veces es esto: hay una gran diferencia entre que una canasta entre o no y eso te puede llevar a que todo haya sido fantástico y maravilloso o que te quedes con la duda o con ese mal sabor de boca de haber perdido en el último segundo. Pienso que el trabajo se hizo correctamente, es deporte y en alguna ocasión le toca ganar a otro.
¿Piensa en París 2024?
Es algo que está ahí presente. Cuando jugamos el Campeonato del Mundo siempre vas poniendo las miras en lo siguiente. De hecho, ahora estamos trabajando para la clasificación del Mundial de 2023. Con este formato de ventanas nunca se para del todo. La experiencia que tuvimos en Tokio no fue del todo completa porque con las restricciones no había esa posibilidad de poder ver otros deportes. En este caso sí que tengo claro que me gustaría soñar con poder estar ahí (risas), pero queda mucho tiempo y veremos qué es lo que pasa.
Muchos de los entrevistados que han pasado por esta sección coinciden en señalar la soledad de los profesionales del deporte cuando vuelven a casa. ¿Lo nota?
Nunca me habían parado por la calle porque no es lo que me toca a mí, pero cuando vinimos del Mundial sí pasaba eso; a la vuelta de los Juegos fue diferente. No pienso que sea algo negativo, estás en un nivel de competición alto, con un ritmo alto y después llega el bajón completo de volver; si te ha tocado cara todo continúa un poco más, pero si no tienes que volver a reencontrarte con lo que te toca, no hay mayor historia para mí.
La Familia Olímpica del Principado emprenderá un nuevo camino a partir de septiembre. Ya que algo sabe de deporte, ¿comprende que las grandes ciudades de la comunidad hayan mirado para otro lado a la hora de hacer un Museo Olímpico?
Hay tantos valores y aprendizajes a todos los niveles que no se puede mirar nunca para otro lado en el deporte: ni para un museo, ni para mejores instalaciones, ni para nada por el estilo porque al final el deporte supone que la gente tenga unos valores, una educación deportiva que le va a servir para el futuro en su vida, una salud que necesita. No pensar en el deporte para este tipo de cosas es como hacerse trampas al solitario. No se puede mirar para otro lado en cosas que, a la ciudad que llegara, mejoraría en cuanto a los deportistas, mayor repercusión, turismo… Nunca lo he expresado tan claramente porque nunca me ha llegado esta pregunta, pero no creo que se pueda mirar para otro lado en cualquier cosa que tenga relación con el deporte porque también es felicidad y las situaciones del día a día en muchos casos no la tienen. Hay que mirar por el deporte y no para otro lado.
¿Y se debería mirar también por el futuro de la gente que se dedica al deporte? Pienso en modelos como Francia o Italia donde se les ayuda para que luego tengan un futuro.
Sí porque el día a día del deportista no es igual que el de otra persona. Llega un momento en la vida del profesional, no en mi caso pero sí los deportistas, en el que todo eso que estaban haciendo se acaba y, en algunos casos, no han tenido tiempo de poder formarse para algo posterior. Además, hay que aprovechar también lo bueno de ese período que han tenido de competición que podrá servir para multitud de cosas desde el punto de vista de la empresa, de la educación, de formación… Si se organiza bien tengo referencias muy positivas de los países que has citado. Sería bueno para el deporte y el futuro porque hay gente que prefiere coger otro camino antes del deporte por esa incertidumbre del futuro.
Mencionaba antes Angola. ¿Cambia mucho el baloncesto a más de 6.200 kilómetros de España?
Es totalmente diferente. Lo que no es diferente son las personas; hay buenas y malas en todos los sitios, pero sí es cierto que el baloncesto lo miran desde otros prismas, allí se fijan mucho en la NBA. No obstante, al final siempre encuentras puntos muy comunes y básicos que te dicen que estás en la misma idea.
¿Cómo se plantea los próximos meses?
Ahora estamos con la próxima ventana de la selección. Después descansar un poquito en julio y luego enganchar otra vez con la siguiente ventana y el Eurobasket. Es un verano bastante intenso que esperemos que acabe el 17 de septiembre, día de la final. Con todo, a trabajar encantado y a continuar aquí con toda esta gente.