Ángela Alonso, juez remo Tokyo 2020
“En Asturias no hay ningún reconocimiento ni antes ni después de una cita olímpica. En la Comisión de Arbitraje de la Federación Internacional soy una de las 11 integrantes en el mundo”
“Un museo que ayude a fomentar los valores olímpicos, a conocer lo que se hace es necesario en Asturias. Hay mucho que enseñar”
Los éxitos del deporte asturiano se escriben en masculino y en femenino. Un ejemplo de ello es Ángela Alonso (Terrassa, 1975). Juez internacional de remo, es una de las mujeres que forma parte de la élite de su deporte. Alonso desarrolla una tarea que es menos lucida cara al público, pero sin cuya función no se podrían llevar a cabo las pruebas. La asturiana recuerda que en el Principado son muchos los profesionales que conocen la parte interna de las competiciones de alto nivel. Sin embargo, la sensación es siempre la misma: “Tú has ido a unos Juegos y ya está, no hay más”.
Una juez internacional de remo. ¿Es lo habitual?
Cada vez más. No es, ni era lo habitual y seguimos siendo pocas, pero es cierto que cada vez hay más mujeres.
Formó parte del jurado de los Juegos Olímpicos de Tokio como juez árbitro. ¿Esto es llegar a lo máximo?
Eso es nuestro máximo como árbitros. Nuestra carrera va paso a paso. Empezamos desde niveles regionales, nacionales y después internacionales. Incluso en este nivel vamos muy poco a poco. Primero campeonatos junior y vas creciendo. Nuestro tope es unos Juegos Olímpicos y sólo tenemos una oportunidad en nuestra carrera. Si no sucede raro, como jueces sólo vamos una vez en nuestra carrera deportiva. Esto se hace para dar oportunidades a todo el colectivo. Si va creciendo como árbitro y está involucrado en la rotación, como decimos nosotros, llega a una cita olímpica.
¿Se lo esperaba?
Sinceramente no, no me esperaba ir unos Juegos (risas). Me llamó la presidenta porque entre ella y yo teníamos una experiencia parecida. Ella en ese momento seguramente tendría casi más regatas que yo, pero al ser presidenta no podía ir y me dijo que me proponía a mí. Le dije que sí porque como país tenemos la obligación de presentar candidatos, pero pensaba que no me iban a llamar. Al final, pasó lo contrario.
¿Cuál era su papel?
Normalmente nosotros podemos rotar en cualquier posición. Lo que pasa es que, en este caso y por la peculiaridad específica de Tokio que era bastante compleja porque estábamos en burbujas, estuve en la coordinación entre los árbitros que están en llegada, en el agua, en la salida y sobre todo el momento en que damos las salidas con la televisión y con los medios de comunicación. Otra cosa que hacíamos era controlar que la progresión, es decir, como un deportista llega a eliminatorias y se estén realizando correctamente, que el sistema esté funcionando, se comprueban todos los cruces.
“Barcelona 92 lo viví como público y tenía claro que mi objetivo era llegar a unos Juegos. No sabía ni cómo ni cuándo, pero era la meta”
¿Le queda el sin sabor de haber vivido unos Juegos marcados por la pandemia?
No, porque son totalmente diferentes a lo que son unos Juegos Olímpicos. Viví los de Barcelona 92 como público y espero que me toque alguno más porque estoy en la Comisión de Arbitraje de la Federación Internacional. No he estado en otros como árbitro, pero sí mis compañeros y ha sido muy exigente para todos: deportistas, técnicos, árbitros. Teníamos mucha presión, sobre todo, era test PCR diario y sabías que si dabas positivo te sacaban automáticamente y te quedabas en cuarentena 15 días. Además, estaba la falta de público. Infinidad de gradas vacías y pantallas gigantes funcionando porque estaba funcionando todo sin nadie. Era muy raro porque no pasa ni en un Mundial. Levantabas la vista y estabas solo.
La presencia de asturianos es algo habitual en la cita que se celebra cada cuatro años, pero ¿qué le pasó en un ascensor?
Que me encontré con Jorge García de la Federación Española de Triatlón. No nos conocíamos, manda narices y entramos en un ascensor. Íbamos con la mascarilla, los sombreros, las gafas de sol que no se nos conocía casi, pero supongo que por el acento me miró y me dijo: ‘Tú eres de Asturias’ y yo le dije: ‘Sí’. Así nos conocimos, en un ascensor en Tokio (risas).
Volviendo a Barcelona. Lo vivió como espectadora…
Sí, estaba viendo el remo. Nos pasamos diez días en Bañolas, la sede de la competición. También disfruté de la final de waterpolo, la de hockey… Ahí fue un revulsivo y piensas que quieres estar, no como deportista porque no tengo ningún tipo de espíritu competitivo, pero sí quería estar detrás, quería ver cómo se organiza eso.
¿Con qué imagen se queda de la única cita olímpica celebrada en España?
Mi imagen es que, durante un montón de días, éramos el centro del mundo. Además, veías a la gente en la calle con esa sensación de querer colaborar. Todo ello en medio de una ciudad que tenía algo en cualquier esquina. Fue muy divertido.
Quien le iba a decir que casi tres décadas después usted también formaría parte de la familia olímpica. ¿Alguna vez se ha parado a pensarlo?
El remo ha formado parte de mi familia siempre y tenía claro que deportivamente a mí no me llamaba la atención. De hecho, empecé a arbitrar porque directamente me dijeron que era mejor que me dedicara a eso que a remar. En 1992 me gustó, pero tenía 17 años y no podía arbitrar, pero en cuanto cumplí los 18 empecé a arbitrar en Cataluña, en aquel momento porque vivía allí, y seguí. Sí que he tenido algún parón por el medio, principalmente por trabajo, pero tenía el objetivo de llegar a unos Juegos, no sabía ni cuándo ni cómo, pero era una meta.
¿Siente ese vacío que comparten muchos de los compañeros que se encuentran al otro lado? Pienso en árbitros, médicos, fisioterapeutas…
Siempre lo tienes, antes y después. Yo estoy en la Comisión de Arbitraje de la Federación Internacional, somos 11 integrantes en el mundo. No tienes ningún tipo de reconocimiento ni antes ni después de los Juegos. Sí que notifiqué al Gobierno de Asturias que iba a ir a los Juegos, también al Ayuntamiento de Siero donde estoy residiendo y me felicitaron, pero es verdad que después no hay mucho más. Tú has ido a unos Juegos y ya está. Hay mucha experiencia que adquirimos que luego no se aprovecha porque nosotros, al fin y al cabo, conocemos como funcionan por dentro competiciones de alto nivel. Eso es gestión pura y dura, da igual que sea deporte u otra cosa y después no se aprovecha en el día a día en Asturias.
“Asturias tiene mucho potencial, es un sitio fantástico para practicar deporte porque lo tiene todo en muy poco espacio, pero falta apoyar un poquito más”
¿Y esto es duro de encajar?
No es que sea duro de encajar, es que no puedes hacer otra cosa. Al final dices: ‘Si no lo quieren aprovechar, ya está’.
¿El deporte solo está concebido para los deportistas?
Está concebido para lo que se ve, el deportista. Está bien, es el centro y es para el que trabajamos todos los demás. Cuando a nosotros nos llega una convocatoria para los Juegos o un Mundial usan el verbo en inglés servir. Nosotros vamos a servir y nuestro propósito es que los deportistas participen en equidad y que compitan bien. Lo que sí es desconocido es todo lo que hay detrás, toda la organización que conlleva cualquier evento deportivo. Es inmensa, aunque sea un campeonato chiquitito en Trasona.
¿Hay falta de cultura deportiva? Sin ustedes, las competiciones no se podrían desarrollar las competiciones.
Sí, hay mucha falta de cultura deportiva y no se aprovecha. Hay mucha gente que trabaja a nivel de club, ya no te digo más allá, que tiene una experiencia muy grande de gestión, coordinación, logística… Estos conocimientos en un currículum no aparecen y se desperdicia mucho talento porque las empresas o la sociedad no sabe ver eso que sabe hacer toda esa gente. La mayoría del deporte minoritario no vivimos de esto. Nosotros tenemos nuestro trabajo e ir a los Juegos Olímpicos es gastarme 15-20 días de vacaciones, así de claro, con lo cual el esfuerzo es mayor.
Es vicepresidenta de la Federación Española de Remo en el organismo que preside Asunción Loriente, el único con una mujer al frente. ¿Todavía tienen que pelear por hacerse un hueco?
A nivel directivo sí, es muy complicado. Cuando empecé a arbitrar éramos pocas mujeres y había puestos que no los cubríamos nunca. Eso ha ido cambiando y ahora, tanto a nivel nacional como a nivel internacional, vamos creciendo. En España ya somos casi un 40% mujeres y a nivel internacional andaremos por el 30%, pero luego sí es verdad que mientras en el arbitraje hemos ido haciendo camino, a nivel directivo es complicadísimo. No sé por qué todavía hay mucha reticencia cuando tienes a mujeres en puestos directivos.
¿Notan que les miran diferente?
No sé si es que si te miran diferente, no te lo sé explicar. Es más bien que para algunos es como si no fueras a ser capaz de hacer el trabajo.
Usted fue una de las caras en la campaña ‘Muévete por la Igualdad’ puesta en marcha por el Gobierno asturiano. ¿Esto es suficiente o la administración debería implicarse más?
A estas alturas parece que no, pero sí hace falta mucho más: desde dar mayor visibilidad hasta crear referentes. Ahora mismo es complicado que las niñas continúen a partir de los 14-15 años haciendo deporte. Luego se vuelven a reenganchar de mayores, pero hace falta cultura desde la base.
El remo parece haber encontrado con la llegada de ustedes al estamento federativo la tranquilidad que se ha resistido en las últimas tres décadas. De hecho, en febrero de este año superaron una moción de censura. ¿Esto desgasta a nivel emocional?
No es que desgaste a nivel emocional, lo que hace es que recursos que deberíamos estar destinando a generar más pruebas, a dar visibilidad al remo, a ayudar a nuestros atletas a que tengan mejores resultados, a fomentar que nuestros árbitros estén en más competiciones, etc. tengas que destinarlo durante una temporada a dar respuesta a una moción de censura. A nivel emocional no afecta porque ya sabes de dónde viene y lo que hay, pero lo que me da pena es perder el tiempo y esfuerzos que nos hacen falta en otros sitios dando respuesta a eso.
“Tener a mujeres en la Dirección General de Deportes ayuda a dar visibilidad, pero si no tienes presupuesto es muy difícil gestionar nada”
¿Qué le llevó al remo?
Toda mi familia es de Castropol y del occidente. Mis primos remaban, mis amigos remaban, todo el mundo remaba, yo lo intenté, no se me dio bien y por eso empecé a arbitrar (risas).
¿Su deporte sigue siendo un gran desconocido?
Sí. Mi deporte sigue siendo bastante desconocido, pero gracias a los streaming tenemos ahora mismo muy buena cobertura en televisión de nuestras pruebas y poco a poco va saliendo un poquito más y tenemos buenos resultados deportivos, eso siempre ayuda.
¿Cuántas veces le han preguntado si el remo y el piragüismo es lo mismo?
Siempre. De hecho, ya ni me preguntan y dan por supuesto que soy de piragua (risas). Lo suelo explicar con un ejemplo: ‘¿Os acordáis de los de Oxford y Cambridge, los que van de espaldas? Pues eso’.
¿Asturias mira por el deporte como debería?
Asturias tiene mucho potencial, es un sitio fantástico para practicar deporte porque lo tiene todo en muy poco espacio, pero falta apoyar un poquito más. Entiendo que es difícil y hoy en día la coyuntura económica no ayuda, pero sí que hace falta más trabajo. A veces no es solo dinero, es otro tipo de gestión, de ayudas o hasta publicidad, cualquier cosa.
Pero es verdad que podría ser un motor económico.
Es la realidad. Una prueba deportiva trae siempre mucha gente y automáticamente hay una repercusión económica directa. Aquí mismo, en Trasona un campeonato de piragüismo o de remo te puede traer cientos de atletas y eso implica papás y mamás, amigos… Un fin de semana que estás ocupando alojamientos, estás gastando en comer, en salir, etc., siempre es un motor económico.
Es cierto que el Principado ha tenido a dos mujeres en el último Gobierno al frente de la Dirección General de Deportes. Sin embargo, ¿esto sirve de algo si no hay presupuesto?
En parte ayuda porque hay que dar visibilidad y si tú tienes a una mujer al frente demuestra que se puede estar en puestos de dirección. Ahora bien, es muy difícil gestionar nada si no tienes presupuesto porque podemos hacer milagros y la verdad es que la mayoría de las federaciones los están haciendo con muy poco presupuesto, pero no siempre. Hay que asignar partidas presupuestarias al deporte porque si no, como en cualquier casa sin dinero, mal asunto.
Sobre el desarrollo del deporte en Asturias y el apoyo de la administración. ¿Cómo se entiende que, por ejemplo, Trasona tenga unas instalaciones donde no hay un servicio de cafetería?
Siempre es un tema presupuestario y de cuánta gente mueves. Entiendo que un servicio de cafetería un día laborable sea muy difícil de rentabilizarlo, pero siempre hay soluciones. Se podrían plantear algo temporal cuando hay competición. Hoy en día toca buscar soluciones imaginativas para todo y que no sean un coste adicional para lo que ya tenemos, pero que den un servicio a los ciudadanos.
Le pregunto por la Familia Olímpica del Principado. ¿Saber que se va a reactivar un colectivo que trata a todos los olímpicos por igual, venga de donde vengan, es una ilusión?
Sí, mucho porque al fin y al cabo es crear vínculos entre personas que hemos tenido un punto de relación, que además tenemos conocimientos en ámbitos relacionados con el deporte, pero no necesariamente los mismos y eso enriquece siempre y se pueden hacer muchas cosas. Además, igual sirve para que no te sientas abandonado. Así vemos quién va a París y le animamos (risas).
Una de las asignaturas pendientes es el Museo Olímpico. Con todo el legado que ha salido de esta comunidad autónoma, ¿deberían los ayuntamientos haberse implicado más? Hubo hasta cinco decepciones.
Supongo que es complicado. Los ayuntamientos, como todos, en su momento tendrían seguramente sus limitaciones presupuestarias. Supongo que al final es ver un proyecto, si les puede encajar y su potencialidad.
“En el deporte minoritario vivimos de nuestro trabajo. Ir a unos Juegos Olímpicos supone gastar 15-20 días de mis vacaciones”
¿Asturias necesita un equipamiento así?
Si lo vemos como un macroequipamiento, obviamente no porque hay que ser modesto en nuestras peticiones, pero en algo estable, que ayude a fomentar los valores olímpicos, a conocer lo que se hace, sí. Es que a veces cuando hablamos de un museo parece que hay que pensar en el Guggenheim y no. Pensemos en algo más modesto, acorde a la comunidad, pero hay mucho que enseñar.
Usted lo ha vivido, ¿el movimiento olímpico tiene algo especial?
Sí. Incluso en Tokio que era complicado porque no nos podíamos relacionar con nadie. Haces amigos que son para siempre.
¿Qué retos le quedan por delante?
Sigo en la Comisión de Arbitraje Internacional y este año tengo que renovar en el organismo, espero conseguirlo. Más allá de esto, mi reto a corto plazo es seguir aprendiendo.