A través del análisis de los restos óseos, se sabe que vivió entre 41 y 50 años
La colaboración entre el Ayuntamiento de Llanes y las asociaciones El Patiu y El Perru ha propiciado la recreación en óleo del que se considera el ser humano hallado más antiguo de la zona de El Toral (San Roque del Acebal). Arqueólogos de la Universidad de Cantabria habían descubierto recientemente restos de nueve antiguos pobladores en cuevas. Entre ellos, el cráneo de un hombre, el de mayor antigüedad, que vivió hace 7.700 años, en la época denominada Mesolítico. Hasta el pasado mes de marzo creían que se trataba de una mujer, pero los análisis genéticos determinaron que era un varón.
En el marco de las actividades artísticas promovidas por vecinos y Ayuntamiento, el pintor llanisco Raúl Prieto, propietario de la academia de arte Área 51, ha dado vida al cráneo y pintado el rostro del que ya se conoce como ‘Toralín’. Conocida la edad aproximada de este hombre prehistórico, los huesos y oquedades, así como el color de sus ojos y sus aficiones decorativas, Prieto completó su semblante en un óleo, colocando una diadema de conchas en su frente y unos colmillos en una de sus orejas. Los alumnos de la escuela local ya han tenido noticia de ‘Toralín’ y visitado una de las cuevas prehistóricas de la zona.
Como reconocen desde la escuela, la reconstrucción del rostro de este antepasado no ha sido demasiado difícil, ya que su cráneo se ha conservado casi íntegro. A través del análisis de los restos óseos se sabe que vivió entre 41 y 50 años. Además, los restos de los otros pobladores de El Toral, junto a los datos ya conocidos sobre la vida y costumbres en la época del Mesolítico acercan a una descripción muy aproximada de su semblante, siendo una característica común, por ejemplo, el color azul de sus ojos.
Según los arqueólogos, en el Mesolítico la distancia entre la costa y El Toral superaba en 5 km a la actual, y el nivel del mar se encontraba unos 50 metros por debajo del existente en la actualidad. Pese a ello, los hombres y mujeres del área se alimentaban de moluscos marinos, especialmente lapas y bígaros, como acreditan la gran cantidad de conchas existentes en la cueva. Los hombres, y también las mujeres, cazaban animales terrestres, como ciervos y jabalíes, de mucho mayor tamaño que los actuales. Las numerosas perforaciones de conchas y colmillos de ciervo acreditan, por otra parte, su uso como adorno personal, en forma de abalorios.