La parroquia rural es una de las 29 candidatas a lograr el premio Princesa
Santurio juega con cartas ganadoras y en la parroquia gijonesa lo saben. Es una de las candidaturas a Pueblo Ejemplar en los Princesa de este año y el premio se lo va a jugar contra otros 28 aspirantes. Pero, repetimos, en Santurio llevan una mano ganadora. En un mes, más o menos, se hará público el fallo del jurado. Veremos entonces.
Dicen las bases que “el premio será concedido al pueblo, aldea, núcleo de población, espacio paisajístico o grupo humano del Principado de Asturias que haya destacado de modo notable en la defensa y conservación de su entorno natural, ambiental, de su patrimonio histórico, cultural o artístico, en iniciativas de impulso económico y social o en la realización de obras comunales u otras manifestaciones de solidaridad sobresalientes”. Santurio, punto por punto, cumple con creces con los requerimientos. Pasear por sus caminos es volver a esa Asturias de antes gracias al trabajo de sus gentes. Incluso desde la asociación de vecinos han organizado un premio “al que mejor cuida los aledaños de su casa. No a la casa o jardín más bonitos, sino al que mejor cuida la parte pública, lo que es de todos”, explica José Luis Pérez, presidente de la Asocación de Vecinos de San Jorge.
El espíritu colaborador y solidario de Santurio es algo casi endémico en la parroquia. En la inmensa documentación reunida durante todos estos años, se recoge una anécdota que resume a la perfección el carácter de sus gentes. Cuando fue a construirse el colegio a principios del siglo XX, hoy convertido en centro social, el conde de Revillagigedo – propietario entonces de casi todo el pueblo- aportó algo menos de mil pesetas para su construcción. Los vecinos, en su mayoría labriegos y llevadores, aportaron la misma cantidad de dinero para la obra. Ese espíritu de colaboración y solidaridad sigue presente a día de hoy. Desde la parroquia se han organizado eventos para recaudar fondos para el huracán de Haití, para la Cruz Roja, recogidas para el Banco de Alimentos e, incluso, se ha hecho un homenaje a los sanitarios y cuerpos de seguridad del estado por su trabajo durante la pandemia, escultura incluída.
Destaca también el trabajo de la asociación en el aspecto cultural. En el centro social – “la sede más bonita de todas las asociaciones de Gijón”, afirma Pérez- se organizan tantos eventos que es complicado seguir la lista. Allí los vecinos han protagonizado obras de teatro, se organizan clases de pintura y exposiciones, se hacen talleres para reciclar objetos obsoletos y buscarles nuevos usos, se guarda la historia de la parroquia e, incluso, se fundó un coro que vio interrumpida su actividad con la pandemia.
Pero lo más curioso es el tesoro que guarda la planta baja del centro social. Y es que la Asociación de Vecinos de San Jorge ha conseguido montar un museo etnográfico. Sí, como lo leen. Los vecinos han ido cediendo a la asociación herramientas tradicionales, aperos de labranza o maquinaria agrícola y sidrera. Algunos de los objetos donados tienen más de un siglo de antigüedad y recogen las tradiciones del trabajo que siempre ha reinado en Santurio: la agricultura y la sidra. Curiosa es la pila bautismal que encontraron en las cuadras de un vecino y que pertenecían a la Iglesia de San Servando, fechada en el siglo XVI.
La agricultura también sigue siendo un bien presente en el pueblo. Cuenta Pérez que “en los años 70 comenzó el éxodo rural hacia Gijón, con Ensidesa, los astilleros, la industria… Pero aquí la gente se quedó”. Y se quedó siguiendo las mismas tradiciones que imperan en Santurio desde sus orígenes: la agricultura, con más de cuatrocientas cabezas de ganado, y la sidra. “Hemos encontrado documentación de que Santurio ya existía en el siglo XVI”, relata el presidente de la asociación. ¿Cuándo nació pues la parroquia? Es algo que desconocemos. La información anterior al siglo XVI se perdió en los incendios de los archivos de Gijón.