“(…) aquel eterno centrocampista de entrega sin fisuras se subía a su bici en La Calzada, pasaba por casa de Rionda en Ceares, comía en el Restaurante La Guía y directo al estadio”

Los hermanos Cosme, Domingo y Juan Beistegui fundaron en 1909 una empresa dedicada a la fabricación de armas en Eibar. Después de la primera guerra mundial cambiaron el rumbo del negocio decididos a ofrecer un medio de transporte económico a esos españolitos con escasos caudales. Su industria empezó a facturar las populares bicicletas Beistegui Hermanos (BH). En los años 50 un buen puñado de jugadores del Sporting se desplazaban por Gijón en una BH.
Cuenta el inolvidable Dioni Viña que aquel eterno centrocampista de entrega sin fisuras apellidado Medina se subía a su bici en La Calzada. Pasaba por casa de Rionda en Ceares, comían en el Restaurante La Guía y directos al estadio. Pedaleaba Medina y Rionda acomodaba sus posaderas en la barra de la BH. Armando Menéndez Medina fichó por el Sporting a los 18 años, jugó toda su carrera en el club que luce la bandera de la capital de la Costa Verde. Al menos como adulto, pasó infancia y adolescencia dando patadas a la pelota entre La Carreñina, Moreda y el Pelayo de Jove. El de La Calzada todavía mantiene buenos números para los amantes de la estadística sportinguista: Medina es el futbolista rojiblanco con más derbis disputados, 9 oficiales y 4 amistosos. Consiguió una de las dianas que adornaron la mayor goleada del club en la liga. Sporting 11 Lleida 0, el 13 de enero de 1957 en un recordado ascenso a primera división. En la 57-58 formó parte de la plantilla del «Matagigantes», apelativo otorgado por el Diario Marca al Sporting tras los triunfos en El Molinón ante el Barça (3-2) en octubre y el R. Madrid (3-0) en noviembre. Esa fue la primera vez que la prensa periódica utilizó el término «Matagigantes» en honor de ese Sporting de los 50 que bailó a los merengues sobre el barro otoñal del municipal gijonés.
No pudo olvidar la humillación sufrida Di Stéfano que al final del partido desafió a los locales gritando «Os espero en Madrid». A partir del infausto match para las huestes blancas «la rubia saeta» siempre quería golear a los asturianos con indisimulada inquina. Cambió la demarcación Medina en sus últimos años. Abandonó la sala de máquinas por la defensa, de medio a lateral derecho «sin anestesia» y con buen rendimiento. La regularidad era marca de la casa. Se retiró en 1966, acumulando 15 campañas en unas cansadas piernas. Al partido homenaje no faltó el histórico rival, otra vez, con victoria gijonesa sobre los carbayones por 1-0 ( gol de Montes ). Fundó y presidió la Asociación de Veteranos, poniendo las bases de esas reuniones que siguen disfrutando aficionados de vivencias curtidas y futbolistas legendarios. Esos jóvenes hinchas de Twitter sportinguista tendrían que conocer a Medina. Y así podrían escribir con sinceridad en piedra, papel o redes sociales: Querido Medina. Gracias por tanto, gracias por todo.