“La gente es muy cariñosa conmigo aquí. Desde siempre. Y enormemente respetuosa”
“Me quedé impresionado el martes. Estaba casi lleno esto. Eso te lo refleja todo. Si yo fuera gobernante de esta ciudad estaría pegando saltos. Es alucinante, no pasa en ningún sitio del mundo”
Llevaba años sin poder competir en el verde de Las Mestas. Pero este año no se lo podía perder. Reconoce que, tras lo sufrido con sus operaciones, no pensaba que podría saltar de nuevo en Gijón y que se emocionó cuando le comunicaron que había sido seleccionado para el cuatro estrellas. No es para menos. Gijón ha marcado la carrera de Cayetano. Sin aquella Copa de Naciones, hace cuarenta y tres años, tal vez no habría dedicado su vida a la hípica.
Tras unos años sin venir, regresa a Gijón. ¿Contento?
Sí, muy contento. La verdad es que me emocioné un poco cuando me dijo mi jefe de equipo que estaba seleccionado por cuestión de ranking para poder correr el cuatro estrellas. Quizá en estos momentos estaba más apto para el dos que para el cuatro, pero no deja de tener uno esa ambición y esa sensación de que lo puedes hacer, cuando lo has hecho durante tantos años. Pero volver a Gijón, para mí, es muy especial porque por esta tierra me decidí a ser jinete profesional. Y, la verdad, después de todo lo que he pasado, no pensé yo que iba a volver.
¿Tanto influyó Gijón en que fuera usted jinete?
A los dieciséis años estuve en una preselección en el Sanatorio Marítimo, después del Campeonato de España. Fue muy bonito con esa edad convivir con otros, sentirte que estás preseleccionado para el equipo de España. Luego hubo un internacional con ocho de los doce o catorce equipos que compitieron aquí en el Campeonato de Europa Junior y ganamos la Copa de Naciones. Formé parte de ese equipo y del que ganó el Campeonato de Europa Junior. Ganamos con siete recorridos sin falta en el CHAS. Claro, con dieciséis años ver que llevas la bandera, escuchas el himno, con el público de Gijón, que es muy especial y entusiasta… A mí se me quedó grabado, me dije “esto es lo mío». Lo que viví ahí, lo que sentí en aquel momento me encaminó para ser un deportista de élite de la hípica.
Teníamos ganas en Gijón de un hípico como los de antes, ¿cómo ha visto al público?
¿Esto? Esto es increíble. Cuando te sientas a ver la prueba de la tarde del viernes y ves el ambiente que hay… El Ayuntamiento debería estar encantado de que haya un evento de estas características. Viene gente toda esta semana de toda la región. Es gente conocedora y aficionada, no solo apostante. Para el Ayuntamiento es un chollo tener esto. Me costaría pensar que pierde dinero, no hay concurso en el mundo que tenga los ingresos que tiene este. Este concurso coloca a Gijón en el mapa. Este concurso es conocido internacionalmente gracias a Las Mestas. Es un privilegio que hay que cuidar y mimar. El Ayuntamiento tiene que ser consciente de que los tiempos cambian, pero para mejor, nunca para peor.
Precisamente ha habido una fuerte polémica con el cambio de formato y la organización…
Por eso te digo. Cambio de formato y cambio de todo. Este año ha habido unas cuantas deficiencias importantes. Lo cual puede pasar. Hemos pasado una pandemia, un Ayuntamiento nuevo. Llegas tras la pandemia, con formato nuevo, ideas nuevas, concesiones nuevas… Y fallas. Ya está. Lo que hay que hacer es reconocerlo. Todos fallamos en esta vida. Lo reconocemos, lo cambiamos y lo mejoramos. Y todo en beneficio de los aficionados en primer lugar, los jinetes en segundo y de los organizadores y el resto de los que participáis en esto, medios de comunicación incluidos. Todos juntos hacemos este espectáculo tan grandioso.
Y con récord de asistencia incluido…
Me quedé impresionado el martes. Estaba casi lleno esto. Eso te lo refleja todo. Si yo fuera gobernante de esta ciudad estaría pegando saltos. Es alucinante, no pasa en ningún sitio del mundo.
Ya fuera del CSI, ¿qué es lo que más le gusta de Gijón?
La gente es muy cariñosa conmigo aquí. Desde siempre. Y enormemente respetuosa. Cada año más. Este año he notado una simpatía increíble, desde el kiosco donde compro el periódico todos los días, hasta el bar. Donde vaya. Y los restaurantes… El otro día cenamos en La Zamorana, impresionante. Cómo cenamos, cómo nos atendieron, cómo me trataron. Con qué cariño y simpatía. La Pondala es otro clasicazo que no puede faltar cuando vienes aquí. Yo me siento como en casa. También la Ermita de Deva, un hotel rural maravilloso. Su dueña, Mara, que disfruto de su atención y magnífico trato para estar realmente bien en Gijón.
El hípico ya no es sólo un evento deportivo, sino que se ha convertido en un evento social, una fiesta. Y eso lo valoran mucho los jinetes. Todo el que viene quiere repetir.
El que viene aquí tiene todas las ganas de repetir, y mira que está lejos para los europeos, a desmano. Por eso hay que cuidar al jinete y respetarle. Ha habido unos fallos que hay que subsanar con respecto al jinete. Entiendo que hay gente que no conoce el deporte, ya está. Hay que admitir esos fallos y corregirlos para el año que viene, porque esto es un lujo
¿Qué fallos ha detectado?
Pues unos cuantos, pero sobre todo uno. No tenemos un sitio digno donde poder comer. Vamos, yo me traigo el bocadillo del hotel. Con cincuenta y nueve años, cuarenta compitiendo, y el otro día en el restaurante la señora me hizo un sitio porque había que reservar. ¿Cómo puedes tener un concurso de cuatro estrellas y no tener un sitio para comer los jinetes? Me parece alucinante. Tienes un par de kioscos con bollos preñados y nada más, cuatro bocatas en el bar de jinetes. Tienes la carpa con las sillas que han comprado y un restaurante pequeño, bien atendido, pero que hay que reservar. Claro, yo reservaré en La Pondala, pero ¿aquí? No me diga que tengo que reservar aquí. En cuarenta y tres años que llevo compitiendo no lo he visto nunca y he saltado en medio mundo. No me ha pasado en la vida que tenga que traer el bocata para poder comer. Es un fallo alucinante.
Luego hay otros, menos graves, que ya los he dicho. Tienen que ser conscientes. Pero este no tiene pase en un concurso de cuatro estrellas. Otra cosa es un nacional de dos estrellas, que está lleno de amateurs y llevas tu picnic. Pero estamos hablando de un cuatro estrellas, de jinetes profesionales que vienen de muy lejos con un coste muy alto.
Antes nos invitaban, nos daban tickets. Ya ni se pide eso. Yo, como presidente de los jinetes, conseguí que los cinco estrellas fueran gratis. Éramos el único deporte que pagaba por competir hasta el más alto nivel. Algo surrealista. El cuatro estrellas es optativo, que no te inviten lo aceptas. Los tiempos son difíciles para todos. Pero al menos que tengas un sitio para sentarte, comer y estar en el meollo. Ha habido jinetes que se han tenido que ir a comer fuera. No cabe en la cabeza de nadie.
Usted se ha recorrido medio mundo, ¿en qué ciudades de España brilla la organización de estos concursos?
En España se hace muy bien la Global Champion Tour de Madrid, los dos concursos de Amancio Ortega en La Coruña, en Sevilla en el Club Pineda, el de Barcelona, las rutas … Y no es porque los hagan en un club y esté el ayuntamiento de por medio. En Barcelona no tiene nada que ver el ayuntamiento. En Madrid sí, aunque ayuda lo justo. Lo que ha pasado aquí este año pues es un fallo que habrá sucedido por alguna cosa extraña, porque no se le puede escapar a nadie.
De hecho, mucho aficionado señala que este año el CSI ha bajado mucho el nivel también en cuanto a participantes y que ha sido superado por el organizado por el CHAS.
Ese es un fallo que clama al cielo, que no estemos atendidos deportistas, prensa y todos los que trabajan en el concurso.
Un tema que me ha impresionado mucho es la relación tan íntima que mantiene el jinete con su montura, los gestos de cariño al terminar un recorrido… ¿Cómo se trabaja eso?
Quien no tenga lo que los ingleses llaman horsemanship, que es conocimiento del caballo, en este deporte tiene poco que hacer. Por mucho dinero que emplee. O lo tienes tú o lo tiene alguien que te dirija la cuadra. Yo lo comparo con un niño sordomudo, porque no te entiende y tienes que hablarle por signos, con las manos, con las piernas. Tienes que guiarle, darle confianza. De los dos atletas el primero es él. Después estás tú, pero es él el que hace el esfuerzo. Mentalmente, físicamente y de salud tiene que estar bien. Todo eso es un trabajo con alguien que no habla.
Me he fijado que, en las pocas caídas que hubo estos días, el jinete se preocupa más de tranquilizar al caballo que de protegerse de las pisadas o posibles golpes.
Es una relación como la de pareja, igual. Date cuenta que el estado natural de un caballo es estar en un prado pastando. Lógicamente estos caballos están mucho mejor cuidados que los que viven en la naturaleza. Y más hoy en día. Pero les sacas de su hábitat, el enfoque ya de su cría, como los toros de lidia, está orientado hacia esto. Le metes en un berenjenal, le pides que de el 100% de lo que lleva dentro. Tienes que poner los medios y darle lo que necesita en todos los sentidos para que esté bien como atleta.
Hay quien dice que estos concursos son un tipo de tortura animal, ¿qué les diría?
Lo más difícil de combatir en la vida es la ignorancia. Cuando alguien es ignorante de algo, opina sin saber. Cuando alguien opina sin saber, no se puede rebatir nada. Contra la ignorancia no se puede luchar.
Tras tantos años compitiendo y viajando, ¿cómo se mantiene la ilusión por seguir subiéndose a un caballo y compitiendo a alto nivel?
Difícilmente. Hay muchos días que digo “qué hago aquí”. Me cuesta mucho. Aquí hay que tener mucha disciplina, mucha entrega, mucha constancia, capacidad de sufrimiento. La capacidad de sufrimiento ya la llevas dentro porque son muchos años y es un deporte muy difícil.
¿La ilusión? No sé cuánto duraré, pero vivo al día. Pero me ha hecho ilusión venir, estar dos semanas aquí metido y las he llevado divinamente. Para alguien que no es súper aficionado, que no tiene pasión por esto, pues imagínate… Mientras que tenga ilusión y capacidad de hacerlo dignamente bien… También es importante separar la ilusión de la realidad. Obviamente, aunque esté bien físicamente no tengo los mismos reflejos, la rapidez, la fuerza mental ni nada. No hay ningún deporte que sigas a esta edad con este nivel.