¿Algún gurú económico se atreve a decir que este invierno en España no habrá más gente que vaya a pasar frío?
Otoño caliente e invierno frío. Tras uno de los veranos más calurosos en lo climatológico y de lo más abrasador medioambientalmente hablando, nos anuncian que lo que llega de aquí a final de año es, sobre todo, una gran incertidumbre. Porque realmente, aunque en los bares se habla de apagones y parece que todos hemos hecho un máster sobre inflación subyacente y energías renovables, realmente lo único que se sabe es que si pasa determinada cosa se producirá determinada otra.
Es cierto que apagar antes las luces de los edificios públicos reducirá el consumo, pero ¿ayudará la medida a que los que no puedan pagar el recibo tengan garantizada su cobertura energética? ¿algún gurú económico se atreve a decir que este invierno en España no habrá más gente que vaya a pasar frío? De momento, el paro nos ha sacudido en el mes de agosto y los precios siguen por encima del diez por ciento, mientras que las patronales mantienen su ancestral reticencia a subir los salarios y así es muy difícil que salgan las cuentas. Decía mi madre que don sin din, carajo en latín y es que de donde no hay, no se puede sacar y si no se saca veremos cómo en esta ciudad nuestra aumentan sin remedio los carteles de se vende o se alquila en los escaparates de lo que antes fueron florecientes o al menos ilusionantes negocios.
Y luego está lo de que el año que viene es año electoral, lo que supone una jodienda más para los intereses de los que no quieren pasar frío. Porque aún es pronto, pero veremos y escucharemos los habituales cantos de sirenas de los que buscan ocupar el lugar de los que también prometerán el oro y el moro a cambio de que las urnas de mayo les otorguen su plácet.
Afrontamos una época de incertidumbre política en la que algunos, o mejor dicho, algunas han comenzado a amarrarse ante los vientos que ya soplan y que amenazan o prometen con convertirse en huracanes. La supuesta falta de inteligencia emocional de la que acusan a la alcaldesa de Gijón ha sido el argumento para una nueva lucha fratricida entre el gobierno de Ana González y su propio partido. La última que se produjo levantó en armas al grupo parlamentario socialista contra el entonces presidente del Principado Vicente Álvarez Areces, por las discrepancias a voces sobre la ley de Cajas que el Gobierno regional se tuvo que comer con patatines. Tini Areces, curtido en muchas batallas de política emocional, aguantó el tirón y siguió gobernando. ¿Podrá hacerlo Ana González?
El suelo también parece hundirse bajo los pies de la todavía presidenta regional del Partido Popular. Y aunque Teresa Mallada pretenda escenificar que en su partido no existe fractura interna, la verdad es que haber sido la “candidata a palos” del caído Pablo Casado no la ayuda de cara a las intenciones electorales del nuevo presidente del PP.
Un veterano militante y ex alto cargo socialista le espetó a la alcaldesa de Gijón en la última asamblea: “Ana, no vales”. A Teresa Mallada aún no le han dicho algo parecido, pero quienes aún no quieren decirlo en alto aseguran en las terrazas que la presidenta regional del PP tiene mal o casi imposible encaje en la nueva maquinaria interna del partido de Feijóo.
Esto es una parte de lo que hay y hacia allá vamos. Seguiremos informando.