«Gijón necesita un nuevo tiempo político después de bastantes años dándole vueltas a lo mismo, de unas cuantas décadas esperando por trenes y autobuses, de muchas idas y venidas de la marea sobre el Muro»
“Magnífico candidato”, dice Adrián Barbón. “Personalidad política”, insiste Ana González. Un independiente, Luis Manuel Flórez, «Floro», será el próximo candidato a la Alcaldía de Gijón por el PSOE tras haber ganado las primarias del partido con un 56,06% de los 899 votos emitidos. Se trata de una participación histórica, al alcanzar el 75,10% de los 1.197 militantes, lo que demuestra que el barullo del que hablaba el secretario general de la Federación Socialista Asturiana antes de comenzar el proceso finalizado el domingo en las urnas, habría sido que la militancia no eligiera al candidato o candidata y que fuese el dedo -como en el caso de la designación de Adriana Lastra como número uno al Congreso por Asturias- el que determinase quién iba a encabezar esa lista.
«Hoy comienza un nuevo tiempo, un tiempo que nos llevará a conectar mucho más con un Gijón que ya está en marcha, un Gijón que tiene un alma industrial, un corazón de acero, una cabeza tecnológica y unas manos para que nadie se nos quede tirado. Un Gijón igualitario e inclusivo». La reflexión realizada por Floro va más allá del deseo personal de un candidato que ha sabido administrar los tiempos además de regular las palabras y manejar los silencios. Gijón necesita un nuevo tiempo político después de bastantes años dándole vueltas a lo mismo, de unas cuantas décadas esperando por trenes y autobuses, de muchas idas y venidas de la marea sobre el Muro, de malos humos sin corregir y de tráficos mal compartidos.
Y a ese nuevo Gijón del que habla el ya candidato socialista, deben sumarse otros partidos políticos en los que parece que el barullo se ha instalado de manera inquietante. A poco más de siete meses para las elecciones, solo el Partido Socialista parece tener claro que la ciudadanía quiere saber a quién puede o quiere apoyar o lo contrario. Tiene candidato autonómico, candidato y candidata en Gijón y Aviles y a la espera de que el próximo domingo se conozca el resultado de la segunda vuelta de las primarias en la agrupación de Oviedo. ¿Qué tenemos enfrente? De momento solo ruido y riña.
El Partido Popular espera las órdenes de Madrid para decidir -y no parece que antes de acabe el año- al sustituto (Álvaro Quiepo quiere) o sustituta (Susana López Ares se deja querer) de la defenestrada Teresa Mallada. Lo mismo sucede en Gijón donde Pablo González se tienta la ropa pendiente de si Alberto Núñez Feijóo los sostiene o también lo aparta después de haber jugado con todas las barajas posibles.
A Ciudadanos le separa muy pocas notas del canto de un cisne herido de muerte que seguirá en Asturias la misma ruta que en Andalucía, Madrid o Castilla y León. Baste ver la espantada anticipada del hasta hace unas semanas secretario general de la formación.
No es sordo tampoco el ruido en Podemos. La llegada de Sofía Castañón ha evidenciado que poco queda del 15M y habrá que esperar de qué manera les afecta la matraca diaria del sancionado Daniel Ripa y si nombres como el de Covadonga Tomé es sólido o gaseoso.
En Izquierda Unida parece claro que Aurelio Martín tiene relevo en Ana Castaño y no parece que en la autonomía se produzcan vuelcos muy sorprendentes.
Este si es un panorama el que lo que manda ahora mismo es el barullo y eso no es lo que se demanda en la calle. Porque más allá de las expectativas electorales de cada partido, lo que hace falta son partidos sólidos con caras bien definidas y no peleas de gallos o dedazos centralistas. Que más del 75 por ciento de la militancia de un partido haya ido a las urnas para elegir un candidato debería ser un acicate para que las formaciones políticas tengan bien claro que el pueblo es soberano y que barullos: “no gracias”.