Los que sabían lo que sucedía en EMULSA y no hicieron nada para evitarlo, tienen la obligación moral de responder por qué otra persona en su lugar debería haber hecho o dejado de hacer lo que ellos hicieron
Hace unos días, los ciudadanos de Gijón nos levantamos conmocionados: en nuestra empresa de servicios de medio ambiente urbano, un capataz ha estado acosando laboral y sexualmente, durante más de veinte años, con total impunidad. UGT es quien ha denunciado esta situación y asegura que los hechos eran conocidos por unos mandos que decidieron mirar para otro lado. El sindicato confirma que había quejas contra el acosador desde hace muchos años, pero no se concretaban en denuncias formales porque los trabajadores tenían miedo a las represalias. Ahora nos toca elucidar estas cuestiones: ¿quién es responsable? ¿Ante quién es responsable? ¿Por qué es responsable? ¿Cómo se debe sancionar?
«Responsabilidad» proviene etimológicamente del latín responsum, que es una forma del verbo responder. Tener responsabilidad implica la obligación de responder o rendir cuentas de una acción o una omisión, por alguien y ante otros. Desde la ética se sostiene que alguien es responsable por un hecho cuando ha sido su causa voluntaria. Aristóteles aclara que actuar voluntariamente implica hacerlo con conocimiento y libertad. Actúa con conocimiento quien no ignora lo que hace. La ignorancia, como la falta de libertad, anula la responsabilidad, siempre y cuando está no se produzca por propia negligencia. Cuando la causa de la ignorancia está en el hombre, la responsabilidad no es excusable.
Existen tres niveles de responsabilidad, con su lógica y tiempos específicos: la moral, la legal y la política. En cuanto a la primera de ellas, todo aquel que tenga en sus manos la posibilidad de hacer otra cosa, debe responder ante su comunidad de las razones de su elección. Así, los que sabían lo que sucedía en EMULSA y no hicieron nada para evitarlo, tienen la obligación moral de responder a la pregunta de por qué creen que cualquier otra persona en su lugar debería haber hecho o dejado de hacer lo que ellos hicieron. Y, en cuando a las sanciones, este tipo de responsabilidad se castiga con el juicio moral de la comunidad de hombres y mujeres libres.
Ahora bien, una conducta reprochable moralmente de actuar no es suficiente para concluir que alguien es legalmente responsable. Se necesita que a priori exista una norma que la prescriba y sancione, por ello, la respuesta a la pregunta quién es responsable, y a las otras que habíamos formulado, depende de lo que establezcan los sistemas jurídicos.
En cuanto a la responsabilidad política, tiene que ver con la acción o la omisión de aquellos funcionarios públicos que tienen el poder de ordenar y controlar todo lo que sucede en una institución. Es parecida a la que a la que tiene el capitán de un barco, que es responsable de la seguridad de los pasajeros y de la carga por el mero hecho de ser capitán, aún si el daño es causado por sus tripulantes, un pasajero o una tormenta. El ejemplo del capitán sirve para ilustrar que detentar un cargo jerárquico en una organización está ligado al cumplimiento de deberes especiales.
La responsabilidad política recae sobre el gerente de EMULSA por el mero hecho de ser el gerente, esto es, la persona que tiene la guía y el control de una empresa pública. Algunos trabajadores pueden ser responsables moral o legalmente, pero él es responsable políticamente, por el mero ejercicio de su rol. En cuanto al Ante quién es responsable es curioso que la responsabilidad política discurra en dirección contraria a la de delegación del poder: el gerente no es responsable ante el consejo de Emulsa, ni ante su concejal, ni ante la alcaldesa, sino ante la ciudadanía. Es por tanto, la comunidad quien debe sancionarlo exigiendo su cese. Aunque bien es cierto que, en una democracia madura, el propio gerente saldría a dar respuesta antes de que la ciudadanía formulase la pregunta.