«Eran los años 90 y aquello sonaba a ciencia ficción, claro. En una tierra donde llueve de media unos 13 días al mes – según datos de los últimos 30 años recogidos en Meteoblue – no parecía una inversión muy rentable»
Gijón, ya lo he dejado escrito en otra columna, es la bestia que se traga los proyectos, grandes o pequeños, de la ciudad. Algunos ya son como una sombra que nos acompaña, sobre todo cada cuatro años. La intermodal, el metrotrén, la regasificadora – que por fin parece que se pondrá en marcha-, o la plantona. Otros, sin embargo, desaparecen del imaginario colectivo para hacer acto de presencia de vez en cuando.
Uno de los más bizarros que recuerdo es el proyecto de parque acuático. Siendo yo guaje ya era un rumor, algo que se dejaba caer cada cierto tiempo, poco después de la construcción de las piscinas de El Llano. Eran los años 90 y aquello sonaba a ciencia ficción, claro. En una tierra donde llueve de media unos 13 días al mes – según datos de los últimos 30 años recogidos en Meteoblue – no parecía una inversión muy rentable.
Algunos, por aquel entonces, hablaban de un parque climatizado, una mega estructura que invadiría buena parte de los terrenos sur del parque de Los Pericones. No era Gijón por aquel entonces el foco turístico que es hoy y, con una población a la baja, aquella idea no pasó de mero globo sonda sin un origen definido.
Sin embargo, y unos años después, fue la ciudadanía la que comenzó a agitar el avispero. En 2016 el aquapark volvió a la carga y lo hizo con la fuerza de las redes sociales. Un grupo de Facebook se lanzó a por la gesta y consiguió el apoyo de más de mil seiscientas personas. Eladio Iglesias fue uno de los promotores y ya por aquel entonces se descartaba una gran infraestructura y se solicitaban unas instalaciones como las de Valencia de Don Juan, destino que recoge no pocos gijoneses en los meses en los que el calor aprieta.
Dentro de esos grupos de apoyo hubo quien propuso la Laboral como entorno perfecto. Era la época en la que Foro comenzaba a barruntar la recuperación de las piscinas y la inversión, en caso de imitar el equipamiento castellano, se limitaría mucho. Al fin y al cabo, las piscinas ya existen y tan sólo requieren una actualización para su puesta en marcha.
Entre los más soñadores se proponía el Solarón, toda vez que el proyecto inicial de la intermodal – que ocuparía todo el espacio de las vías desde la antigua estación de El Humedal – se vino abajo, primero para colocarla en el entorno del Museo del Ferrocarril y hoy en el Natahoyo.
De esta forma, el parque acuático de Gijón pasará a la larga lista de historias que pudieron ser y no fueron en nuestra pequeña villa marinera, junto con otros proyectos como la Universidad Politécnica de Jovellanos, ideada al calor electoral por el expresidente Cascos; la refinería de petróleo (más conocida como el Petromocho), o la recuperación del tranvía en 2009, en la que el Ayuntamiento dilapidó 300.000€ para la realización de un estudio.
Otro día, tal vez, cuente cuando alguien quiso serrar los edificios del Muro, esos que quitan la sombra a la playa. O tal vez podamos recordar cuando un túnel iba a recorrer el subsuelo de lo que hoy es ya el extinto Cascayu. Gijón, tierra de proyectos bizarros.
Está muy bien explicado, en esta ciudad y en este principado al final no quedará nada ni nadie ya que no se invierte en nada de nada no sé cuida el turismo con el potencial que tenemos aquí con lo que estamos en ruina total de trabajo.
Sólo nos queda nuestro paraíso natural
Tiene tela marinera DESASTRE TOTAL
Todo proyecto que no sea rentable y fructífero, se va al garete.
Pasó de comentarios políticos..