
«Barbón se ha dedicado, en esta y otras ocasiones, a usar su militancia socialista para pegar tiros a los pies de Gijón (es una buena estrategia; sin patas no se puede avanzar). Lo malo, D. Adrián, es que esos disparos nos rompen el tarso, el metatarso y las falanges no a usted, sino a todos los gijoneses»

Queridos lectores: como saben, el Pleno del Ayuntamiento de Gijón aprobó el 9 de julio la reprobación de Nieves Roqueñí como presidenta de la Autoridad Portuaria. La reprobación fue apoyada por los grupos que forman el gobierno municipal, así como el de la representante de Vox y del concejal no adscrito. El PSOE votó en contra, mientras que Izquierda Unida y Podemos optaron por abstenerse al no compartir el carácter urgente de la iniciativa, que enmarcaron en «la lucha partidista», aunque sí su contenido. Como era de suponer, la más beligerante contra la propuesta fue la portavoz del Grupo Municipal Socialista, Marina Pineda, que consideró la moción como una estrategia «rastrera, basada en la conformidad con malgastar recursos públicos y que se rompan relaciones con el Puerto».
No puedo por menos que, con el diccionario en la mano, darle la razón a la señora Pineda en la elección de sus palabras, aunque tal vez no en el significado con el que las usa. ‘Rastrero’, según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, significa en su tercera acepción “bajo, vil y despreciable”, que supongo que es a lo que se refería la edil socialista. Pero en su segunda acepción, expone: «Dicho de una cosa: Que va por el aire, pero casi tocando el suelo», y sugiere como sinónimos «bajo, raso, terrero».
Aquí sí estoy totalmente de acuerdo: la reprobación de la señora Roqueñí apunta bajo, porque quien tiene que ser reprobado es nuestro presidente autonómico, el señor Adrián Barbón. Él fue quien eligió a Nieves Roqueñí para que se dedicara a poner palos en la bicicleta de Gijón. Y ella cumplió eficazmente su misión: desde su designación, el pasado mes de febrero, su principal labor ha consistido en negarse a cumplir los compromisos que su antecesor, D. Laureano Lourido, firmó con nuestro Ayuntamiento, por más que todos los informes señalaran la obligación legal de cumplirlos.
Pero no se engañen: el autor intelectual de este disparate ha sido Adrián Barbón, decidido en esta y otras cuestiones (véase el Hospital de Cabueñes) a —perdonen la palabra— putear a Gijón y a los gijoneses, demostrando así su corteza de miras. Porque, más allá de las diferencias políticas, que las cosas le vayan bien a Gijón supone que le estarán yendo bien a Asturias. Y si le va bien a nuestra región le va bien a los que la dirigen. Pero el señor Barbón se ha dedicado, en esta y otras ocasiones, a usar su militancia socialista para pegar tiros a los pies de Gijón (es una buena estrategia; sin patas no se puede avanzar). Lo malo, D. Adrián, es que esos disparos nos rompen el tarso, el metatarso y las falanges no a usted, sino a todos los gijoneses. Escúchelo bien: A TODOS; evidentemente también a los que le han votado a usted y ven, atónitos, como cumplir un acuerdo ya firmado se ha convertido en un problema que, por ahora, ha tardado seis meses sin resolverse.
Ahora me dirijo a Roqueñí y Barbón: ¿Se dan cuenta de que, si en febrero se hubiera cumplido con la cesión de los terrenos al Ayuntamiento, podríamos estar disfrutando ya de los terrenos de ‘Naval Azul’? ¿Se dan cuenta que cuanto más atractivo resulte Gijón más invita a que nos visiten? ¿Se dan cuenta de los puestos de trabajo que eso crea? Una de dos: o son miopes o nuestra ciudad les importa una mierda, en cuyo caso nuestros ediles han sido unos rastreros; bien está reprobar a Nieves Roqueñí, pero la responsabilidad última es del presidente del Principado, que es el de todos los asturianos. Ya está bien, señor Barbón; deje de disparar contra nosotros, porque los tiros que usted pega nos están dejando cojos de los dos pies.
Una última observación: la portavoz socialista en el Ayuntamiento ha dicho que la propuesta aprobada supone malgastar recursos públicos y que se rompan relaciones con el Puerto. ¿Quién está malgastando tiempo y dinero, señora Pineda? ¿Quién ha pretendido romper los lazos de Gijón con la Autoridad Portuaria? Por favor, hágaselo mirar.
Si me han leído hasta aquí, muchas gracias. Les espero.