Las fuerzas policiales tuvieron que alejar a los participantes en la manifestación contra la visita del líder de Vox, celebrada en los jardines del Náutico de Gijón
Todo hacía prever que la visita de Santiago Abascal ayer a Gijón tensaría los ánimos en la ciudad, un vaticinio que, desde mediada la tarde de este martes, se reveló totalmente acertado. Pese a la presencia en las calles de varios grupos contrarios a su partido, que obligó a las fuerzas policiales a esmerarse a fondo para evitar enfrentamientos, el presidente nacional de Vox, y candidato a la Moncloa, acudió ayer a los jardines del Náutico para arropar a su homólogo autonómico, José María Figaredo; presentarse ante la militancia asturiana y, de paso, recordar las condiciones de su formación a la hora de dar su apoyo a otras agrupaciones de derechas en la constitución de gobiernos.
«Tendemos la mano para un cambio de rumbo, pero no vamos, de ninguna manera, a entregar gratuitamente la confianza que nos han dado los españoles», advirtió Abascal, ante un auditorio que los cuadros de Vox elevaron a 2.500 personas. Y es que, para el líder del partido ‘verde’, «la línea roja es la verdad y el respeto a nuestros votantes» de Vox»; sobre todo, a tenor de que en los comicios del 28 de mayo «los españoles se manifestaron con toda claridad», sin dar el apoyo a una única fuerza política, sino «invitando y obligando a los partidos al diálogo». Así las cosas, a su juicio es imperativo, incluso urgente, «echar a quien se ha convertido en un peligro para la prosperidad de los españoles, para la unidad de los españoles, para la seguridad de las mujeres, para la libertad de las familias, para la supervivencia de los autónomos, en definitiva, para todos y cada uno de los españoles».
Tampoco faltaron menciones a la polémica suscitada por la inicial negativa de la aspirante del PP a gobernar Extremadura, María Guardiola, a pactar con Vox para formar ejecutivo. Pese a haber rebajado su tono la popular en los últimos días, Abascal incidió ayer en que «parece que en estos momentos se está planteando una rectificación, se ha dado un paso, pero yo creo que todavía quedan muchos más». Del mismo modo, en referencia a un posible apoyo a la también popular Marga Prohens para constituir equipo al frente de Baleares aseguró que no hay novedades, pero confesó que espera que las pueda haber «pronto». Y no dejó pasar la oportunidad de referirse a la retirada de la polémica lona de Madrid por orden de la Junta Electoral; «el cartel anunciaba una asamblea de Vox que ya se había celebrado, y se retiró sin ningún problema y sin recurrir, porque ya cumplió su función», sentenció.
«Vox está en el gobierno de Gijón, pese a quien pese», insiste José María Figaredo
Si Abascal llevó sus palabras a la esfera nacional, Figaredo trasladó el discurso de Vox a la realidad de la región. «Asturias era un paraíso. Aquí prosperaba la industria, la ganadería, la pesca… Tras el paso del socialismo, en el Gobierno de España y el de Asturias sólo quedan escombros», aseguró al inicio de su intervención. No obstante, celebró y enfatizó que, por lo que respecta a la mayor ciudad del Principado, «Vox está en el gobierno de Gijón, pese a quien pese». Más aún, el diputado ‘verde’ contrarrestó la cercana contramanifestación recordando a sus electores que «sois un ejército, la moral está alta», y concluyó enfatizando que «aquí no hay más odio que el de los secuaces del gobierno que están tratando de impedir este acto».
Mientras ambos dirigentes de Vox se dirigían a sus acólitos en el Náutico, a pocos metros de allí, ya desde las siete de la tarde, decenas de opositores a su agrupación, entre los que figuraban colectivos a favor de los derechos LGTBI, animalistas y defensores de tomar medidas contra el cambio climático, se manifestaban al grito de «¡Fuera!», y exhibiendo pancartas contrarias al programa y al ideario de los de Abascal y Figaredo. Tal fue la virulencia de sus críticas, y el temor a que las huestes de Vox reaccionasen a las mismas, que la Policía Nacional hubo de alejar a los primeros varios metros del escenario del acto, una tarea que se reveló nada sencilla.