«Resucitó al Sporting de la UEFA con la inestimable ayuda de Ciriaco Cano y «los yogurines». Resucitó la olvidada figura del central cabeceador en ambas áreas»
La información deportiva o mejor dicho la futbolera o futbolística vive unos tiempos enmarañados. Respira a horcajadas entre la trinchera y la bufanda. Buscando en un impostado titular el impacto facilón. Hoy importa más la forma que el fondo y en este mar de los sargazos de minuto, resultado y polémica fatua se echa en falta a tipos como Rafa Quirós, un periodista de pulso preciso. Un gran cronista manejando datos y metáforas. Recordaba el bueno de Quirós (hace ya algunos años) el debut de un central valiente que pisó el Bernabéu el 3 de septiembre de 1989 con un Sporting colista dirigido por Chuchi Aranguren.
El míster colocó al central de lateral izquierdo pensando en frenar a Michel y a sus envenenados centros. El Sporting palmó 2-0 y Aranguren ya no seguiría en el club. El sustituto estaba en la casa, en el filial: Carlos García Cuervo. Y ese osado y joven central ya no dejó de jugar. Quién le iba a decir al Pitu Abelardo que con 19 años sentaría a Kevin Moran, uno de los rutilantes fichajes de los rojiblancos, del Manchester United a calentar banquillo. Quién le iba a decir al neñu de sonrisa traviesa, bajito como un pitufín, que llegaría al 1.80 y un día sería traspasado al Barça por 285 millones de pesetas. No demostraron demasiada fe en el Pitu los técnicos de Mareo cuando enviaron a la joven promesa a Somió para enrolarse en el Estudiantes. Un año después regresaría a la disciplina rojiblanca y allí comenzaría a forjar su leyenda de resucitador. Resucitó un equipo y una defensa con Jiménez de primer maestro, ganándose la absoluta confianza de García Cuervo. Resucitó al Sporting de la UEFA con la inestimable ayuda de Ciriaco Cano y «los yogurines». Resucitó la olvidada figura del central cabeceador en ambas áreas. Despejando en la propia, goleando o llevando peligro en la ajena. Vivió buenos tiempos en el F.C. Barcelona y en la selección, fue medallista olímpico en 1992, ganando el oro en una ajustada final ante Polonia; España venció (3-2) y Abelardo marcó el primero de los goles. Con Miera de seleccionador y su inseparable amigo Luis Enrique de titular indiscutible, sin olvidarnos del otro gijonudo con medalla: Manjarín.
Dos años más tarde Gijón y el número tres volverían a ser protagonistas. Tres gijoneses estaban convocados por primera vez en la historia de la selección en los mundiales: Luis Enrique, Juanele y Abelardo. El Pitu sumó otro mundial, eurocopas, partidos importantes, títulos, respeto y fue perdiendo pelo. Pelado recuerdan al Pitu en un partido de la selección asturiana en el Román Suárez Puerta, en Avilés. Pelado se retiró en el Alavés (pelado y lesionado). Y pelado o rapado siguió alimentando la historia de resucitador del Sporting, en esta ocasión desde el banquillo. No parecía despegar el Pitu como Míster de prestigio en sus inicios: Sporting B, Candás y Tuilla. Hasta que llegó el Sporting de los guajes y un ascenso increíble en el Benito Villamarín (7 de junio de 2015). Inolvidable el tanto cantado que tenía vocación de mantra: «Gol del Lugo». Dos únicas derrotas en toda la temporada con un equipo de cantera y la caja de los Fernández a menos cero. En la segunda temporada en primera llegaría el locurón de fichajes y el descenso. El Pitu no dejó de entrenar, al Espanyol y al Alavés, pero solo en Gijón podría volver a ser el resucitador. Cogió al equipo con el descenso casi en la mochila y tres terribles jornadas por delante para acariciar esa autoestima que demandaba la historia del club. Dejando claro que la buena suerte le sigue acompañando a orillas de El Piles.