(fotos: Omar Pardo)
Nayara Malnero (Gijón, 1987) exprime el día al máximo. No es una mujer de las que pierde la sonrisa fácilmente y no será por cómo va de cargada su agenda cada día. Entre consultas, redes sociales, televisión o libros saca tiempo para la entrevista. Quedamos al mediodía y pendiente del reloj porque a las tres vuelven los pacientes. “Me tiene que dar tiempo a comer porque sino a ver quién aguanta hasta las ocho”, dice con un carcajada. Sin pelos en la lengua, conversamos con una de las sexólogas más mediáticas del panorama nacional.
Hablemos de sexo. ¿Resulta fácil o es tabú?
Para la mayoría de las personas es súper difícil y, simplemente el hecho de hablar de ello de una forma natural sin que sea frívolo ni tampoco muy técnico, ya es en sí mismo un reto.
¿Y cuándo hay que empezar a hablar de sexo con las personas?
Es curioso porque nacemos gracias al sexo. Esto es como si se plantea cuando hay que empezar a hablar de una buena alimentación, de educación vial, de respeto… Es algo que debería ir intrínseco desde siempre. No creo que deba haber una fecha o una edad. Qué otra cosa tenemos mas en común los seres humanos que las relaciones físicas.
Entonces acabará siendo tema habitual de conversación.
Es el objetivo que persigo aunque también tengo trabajo gracias a que eso no ocurre. Creo que estamos lejos de cumplirlo porque solo hay que ver que el grueso de los planteamientos políticos está relacionado con lo sexual. Por ejemplo, el aborto. Eso quiere decir que sigue siendo un tema especial. Además está el debate social sobre lo que es bueno o no. No se toma como algo natural porque le metemos ideas y paranoias. Queda mucho trabajo por delante y nos ahorraríamos muchos problemas a muchos niveles.
¿Demasiada moralidad?
Sí. Metemos ideas nuestras que no pertenecen a ese tema. No sé, nos queda mucho…
“A los adultos nos da más vergüenza preguntar por cuestiones de sexo y al final somos más ignorantes”
¿Las dudas proceden más de la gente joven o de la agente adulta?
Los jóvenes se hacen adultos y arrastran esas dudas. La mala educación sexual es la consecuencia directa del sistema que tenemos montado. Un ejemplo. Llega una chica de 18 años y me cuenta que nunca ha tenido un orgasmo, que siempre hace lo mismo con sus parejas, que no disfruta… Acabo consulta con ella y se planta una mujer de más de 70 años contándome que nunca ha tenido un orgasmo. Lleva viuda un tiempo, ha conocido un hombre nuevo y quiere disfrutar lo que le queda. ¿Cómo puede ser que con 60 años de diferencia se dé la misma historia? Eso manifiesta que las dudas son muy parecidas. Quizá a los adultos nos da más vergüenza preguntar y al final somos más ignorantes.
Y para quien es más violento sacar el tema ¿ellos o ellas?
Los hombres suelen elegir terapeutas mujeres porque se sienten más cómodos. Son muy competidores y entienden que de esta manera no hay competencia mientras que las mujeres prefieren terapeutas mujeres. Mi tarea consiste en que alguien llegue a mi consulta y se sienta cómodo a los dos minutos para que se abra. Quizá las mujeres nos hemos subido más al pódium de hablar de sexo. Las tiendas eróticas, desde un punto de vista estético, están más enfocadas al público femenino, el Satisfayer ha sido brutal… Nos cuesta menos hablar bien de ello, no de bromas ni de ver quien se ha tirado a más.
Ya que lo menciona ¿el Satisfayer ha ayudado a abrir camino?
Muchísimo. La juguetería erótica ha ayudado en general, pero Satisfayer con toda la campaña de marketing que ha planteado ha sido brutal. Lo que promete lo hace y se ha metido en todo tipo de medios de comunicación, han hablado de ello distintos perfiles y muchas mujeres han visto que pueden disfrutar más. Como cualquier otro producto, también ha hecho mucho daño porque no hace magia y hay mujeres que se sienten frustradas. Eso de nuevo es una mala educación sexual ya que el hecho de que algo guste mucho no significa que le tiene que gustar a todo el mundo.
¿Los juguetes eróticos son sinónimo de desconocimiento?
La gente piensa que los juguetes están pensados para mujeres y, concretamente, insatisfechas sexualmente cuando el abanico de productos que existe para hombres como para mujeres es inmenso. Hay una tecnología en juguetería masculina increíble que se desconoce. Soy embajadora de una marca japonesa de productos de hombres en España y puedo decir que eso no lo tienen los productos femeninos. Luego hay una segunda parte. No es un sustituto. Hay una palabra que me horroriza: consolador. Un consolador es un clínex o un amigo que te escucha. Son juguetes y son un complemento. Entendiendo estas dos claves, avanzaríamos mucho.
¿Y se asocian a la soledad?
A veces puede ser que una persona lleve mucho tiempo soltera y lo utiliza para experimentar, algo que me parece fenomenal o también atascos en pareja: más aburrimiento porque siempre se hace lo mismo y deciden incorporarlo. Igualmente, siempre es un complemento y no tiene porque estar mal entendido sino que sirve para eso y para mucho más.
¿La gente trata con naturalidad los sex shops o sigue primando el anonimato de internet?
El anonimato siempre está bien pero creo que como la gente sigue todavía la misma línea, la diferencia está en la estética. Tenemos locales lúgubres, oscuros que a la mayoría de las personas no le gustan y luego están los elegantes, luminosos… Esos que te invitan a entrar. El formato es completamente diferente.
¿Me cuenta como ha llegado a ser embajadora?
Me contactan muchas marcas por redes sociales. Los juguetes eróticos son muy terapéuticos y los utilizamos tanto en terapia de pareja como para disfunciones sexuales concretas. De hecho, tengo una formación para profesionales que es pionera en esto. La eyaculación precoz, una de mis máximas especialidades porque es lo que más llevo en consulta, se trabaja en una parte con juguetes, la que hace referencia al control eyaculatorio a nivel físico. Muchos están un poco perdidos y piensan que comprando un juguete se soluciona y no es así. Es un complemento a la terapia y tengo algunos porque se los regalo a mis chicos en consulta. Entonces cuando una marca que fabrica un producto que yo utilizo a nivel terapéutico todos los días me dice si quiero colaborar con ellos, pues les digo que sí.
“Las mujeres estamos muy hartas del fenómeno ‘fotopolla’. ¿Acaso creen los hombres que nos gusta que nos enseñen sus genitales?”
¿Se ha encontrado en su trayectoria con algún capítulo desagradable?
Tengo muy bien trabajada mi marca personal y sé muy bien poner límites. He sido asesora en tiendas eróticas y algo que me ha ocurrido es que se confunde. Hay un fenómeno llamado ‘fotopolla’ que consiste en ‘voluntarios’ que nos enseñan sus genitales. No sé si está catalogado pero es un delito porque si alguien se exhibe sin mi permiso… Alguno igual se equivoca y piensa que soy uróloga pero yo he decidido ser muy tajante. Me han bloqueado muchas veces en redes porque a quien me manda su ‘fotopolla’ automáticamente cojo la imagen y la comparto con todos sus contactos mencionándole. La primera vez que me bloqueó Facebook fue porque un chico de Gijón me envió una foto y yo lo copié en su muro. Dije: para ti, para tu madre y para toda tu familia. Estamos muy hartas porque creo que esos hombres piensan que nos va a gustar. Luego están los ‘haters’. No tengo muchos, me los ventilo rápido porque tengo muy buen humor (risas).
“Cuando le dices a un chico que eres sexóloga puede salir corriendo o pensar que a los cinco minutos va a estar haciendo el kamasutra contigo”
¿Ha sido difícil trazar un camino siendo mujer?
Puede ser pero solo un poco más. No solo empecé siendo mujer, joven y exponiéndome en redes sociales, sino que no tenía predecesores. Soy la primera sexóloga que apareció en YouTube. Cuando me censuraron mi vídeo, me llegaban emails diciéndome que era una pena que una chica tan joven echara su vida a perder, que iba ir al infierno… Cuando salía y se me presentaba algún chico siempre decía que trabajaba en Inditex pero llegó un punto que eso era insostenible. Al decir que eres sexóloga hay dos opciones: el chico sale corriendo o se le ponen los ojos como cuando el coyote ve al correcaminos y piensa que a los cinco minutos va a estar haciendo el kamasutra contigo. Yo en cambio digo, solo he estudiado un máster más que tú (risas). Es un poco incómodo pero cuando lo normalizas y al decirte una chorrada respondes con una mayor se gestiona bastante bien.
Continúa la entrevista: «El asturiano se ha acojonado porque siente que ya no es cazador», Nayara Malnero, sexóloga
Josu Alonso es colaborador de miGijón y periodista de Cadena SER Gijón
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