AGUSTÍN ANTUÑA, EXVICEPRESIDENTE DE LA FAMILIA OLÍMPICA DEL PRINCIPADO
“Para los que vivimos y sentimos el olimpismo transportar la antorcha olímpica hasta el Ayuntamiento de Gijón en 1992 fue una emoción enorme. Eso no se olvida”
“Con el paso del tiempo quedas en el olvido y que se acordaran de mí para hacer el último relevo cuando Gijón fue nombrada Ciudad Europea del Deporte (2016) fue precioso”
Agustín Antuña (Gijón, 1939) es como una enciclopedia. Con 83 años recién cumplidos, pocos datos se le escapan a uno de los hombres que mejor conoce el olimpismo en general y el asturiano en particular. Una parte importante de historia de los Juegos reposa en su oficina en forma de libros, fotos, cuadros e incluso la antorcha original que recorrió Gijón con motivo de la cita olímpica en Barcelona. Siempre respetuoso con todo el mundo, Antuña no duda en criticar la postura que ha mantenido gran parte de la clase política con el olimpismo y el deporte. Ahora confía en que las nuevas generaciones puedan dar un impulso a la Familia Olímpica del Principado para culminar uno de sus grandes anhelos: el Museo Olímpico que dé cabida al papel de Asturias en los JJ. OO.
Hasta hace unos días era uno de los tres vicepresidentes de la Familia Olímpica del Principado. ¿La salida es el cierre a un capítulo muy importante de su vida?
Yo no lo considero un cierre porque hay continuidad a través de personas que van a seguir. Pienso que es un punto y aparte porque, aunque no voy a estar en la familia, voy a seguir lo que hacen, disfrutando con cosas muy buenas e interesantes que van a plantear. Voy a verlo todo desde otra perspectiva, pero un cierre no.
Quien le conoce dice de usted que es leyenda viva del olimpismo.
Eso es porque tengo la suerte de tener muy buenos amigos, tanto hombres como mujeres porque en los primeros años del deporte imperó el machismo, pero yo desde que empecé sabía que el deporte era de hombres y de mujeres. Durante mi etapa de directivo del Grupo Covadonga conseguimos que entrasen las mujeres y los niños en las instalaciones. Siempre quise que la mujer estuviera en deporte y durante todos estos años he tenido buenos amigos, tanto en uno lado como en otro. Al final, por eso dicen eso.
Participó en seis Juegos Olímpicos: Múnich 72, Montreal 76, Moscú 80, Seúl 88, Barcelona 92 y Atenas 04. ¿Hubo alguno más especial que la cita de 1992?
Para los españoles los Juegos de Barcelona 92 fueron importantísimos por muchas razones, pero tengo un gran recuerdo de los de Moscú. Acudí junto a Manolo Llanos, gran amigo ya fallecido desgraciadamente y miembro fundador de la Familia Olímpica. En aquellos Juegos como todavía estaba la URSS, había cierta permisividad con la gente extranjera y vimos muchas cosas. Por ejemplo, los desfiles en el estadio y luego nuestro Juan Antonio Samaranch había hecho todo lo posible para que Moscú tuviera los Juegos porque le habían apoyado los países de la órbita soviética para ser presidente.
Descríbame la sensación de transportar la antorcha en Gijón en 1992…
Para los que vivimos y sentimos el olimpismo fue una emoción enorme. Estaba esperando cerca de La Calzada, llega el relevo, prendes la antorcha, pasas la llama de uno a otro y empiezas a correr. Aquella emoción corriendo, la gente haciendo un pasillo, saludando, aplaudiendo, gritando, dando ánimos hasta llegar a la plaza del Ayuntamiento. Es una emoción que hay que vivirla. Después subí las escaleras del Ayuntamiento, estaba esperándome el alcalde de Gijón Tini Areces y prender el pebetero, que se encendiese la llama es de una emoción enorme y son momentos que se te quedan grabados para toda la vida.
Y luego cerró el círculo con la capitalidad europea de Gijón de 2016.
Fue una emoción enorme porque van pasando los años y vas quedando un poco en el olvido. Que se acordaran de mí para hacer el último relevo cuando Gijón es nombrada Ciudad Europea del Deporte y entrar con Ángela Pumariega, campeona olímpica, para entregar la bandera a la entonces alcaldesa de Gijón Carmen Moriyón fue algo precioso. Un montón de años después volver a pisar la plaza del Ayuntamiento para otro momento importante para Gijón como el de la capitalidad europea del Deporte fue también una emoción muy grande.
Su conocimiento le llevó a entrar en 1999 en el Comité Olímpico Español y en 2001 en la Academia Olímpica Española. Allí también coincidió con su buen amigo Manolo Llanos. Dos gijoneses unidos de nuevo por el deporte.
Manolo Llanos y yo teníamos una amistad desde el principio porque él estaba en el Grupo Covadonga y yo era un poco mayor que él. Manolo todavía practicaba el atletismo y me comentó que quería estudiar INEF, venía y me comentaba como le iban los estudios y cuando terminó seguí su carrera paso a paso. Estuvo con el Sporting de Gijón, en el embrión del Patronato Deportivo Municipal, pasó al Grupo Covadonga y fue el primer director deportivo profesional porque cuando dejé el Grupo le había comentado al presidente que la entidad necesitaba un director profesional. Yo estaba en ese cargo, pero solo las horas que te quedan libres del trabajo y la familia. Cuando Manolo pasa a director de Deportes de Asturias, tenemos una reunión y es cuando decidimos poner en marcha unas becas para todos aquellos que fuesen a los Juegos Olímpicos y no tuviesen beca ADO. Asturias fue la primera comunidad de España en hacerlo. Al que tenía beca ADO le daban una cantidad, pero gente que a cuatro o cinco años vista podía llegar a los Juegos y en ese momento no tenía marca para tener beca ADO necesitaba unas ayudas. Hubo un comité que era el encargado de dar las becas todos los años y me costó algún pequeño disgusto porque en la oficina donde trabajaba venían hombres y mujeres que entendían que tenían derecho a esa beca. Nosotros teníamos todos los datos que nos daba la Federación Española y con eso ya sabíamos la marca y si aquel deportista estaba en disposición de estar entre los cinco mejores. Durante muchos años fuimos los únicos con este sistema hasta que lo incorporó Barcelona. Aquello fue una experiencia muy interesante porque algunos de los que comenzaron con nuestra beca luego pasaron a beca ADO y estuvieron en Barcelona.
“Me gustaba mucho el boxeo, pero mi madre no quería que llegara a casa con la cara marcada. En el gimnasio del Club Atlético Gijonés había halterofilia y decidí probar”
No es de los que se muerde la lengua. En 2012 dijo de él “no serás más que otros, pero hiciste más que otros”.
En Madrid, Manolo primero fue al Consejo Superior de Deportes. Ahí tuvo un problema con el director general de Deportes por ser como era y decir lo que pensaba, no se callaba. El director dijo que se tenía que marchar y Manolo se marchó del CSD. Ese mismo día se encontró con Alfredo Goyeneche y le contó que había dejado el CSD. Goyeneche le preguntó cuando volvía a Gijón y le pidió que pasara a verlo por el Comité Olímpico antes de regresar a Asturias. Manolo habló con Alfredo Goyeneche y este le transmitió que quería instaurar la figura de director deportivo en el COE y que era la persona adecuada. A partir de ese momento Manolo pasó a formar parte del Comité como director deportivo, el primero que tuvo el COE y eso para mí fue una gran alegría. Goyeneche venía todos los años a la hípica a Asturias, le gustaban muchos los caballos porque había sido jinete con participación en los Juegos de 1960 en Roma y Manolo siempre me decía para ir a ver a Alfredo. Sucede que yo iba con mucha frecuencia a Madrid porque me gusta mucho la investigación olímpica y como soy un poco pesado, preguntaba y veía que no había toda la información que necesitaba. Goyeneche debía estar un poco cansado y un día le dijo a Manolo: ‘A tu amigo voy a tener que hacerlo miembro del COE porque me vuelve loco’. Entré, mantuve la relación con Manolo Llanos durante todo ese tiempo y hay que reconocer que hizo una labor enorme en el COE como director deportivo, labor que luego muchas personas no lograron.
Probó el boxeo, la gimnasia o la lucha grecorromana. Sin embargo, lo que marcó su vida fue la halterofilia. ¿Qué le llevó a la elección?
Me gustaba mucho el boxeo y quería practicarlo, pero cuando llegué un día a casa y se lo dije a mi madre me contestó: ‘Agustinín, haz lo que quieras, pero eso de que llegues a casa con la cara marcada, no’. En el gimnasio del Club Atlético Gijonés había lucha, boxeo, halterofilia… y me plantearon hacer halterofilia. Pasamos al gimnasio de Bomberos y ahí empecé a practicarla.
“En la fundación de Comité Olímpico Internacional en 1894 hubo tres asturianos: Adolfo Álvarez Buylla, Adolfo González Posada y Aniceto Sela y Sampil”
Asturias tiene una conexión especial con la cita olímpica. Tanto que el barón Pierre de Coubertin, fundador de los Juegos Olímpicos modernos, tenía relación con deportistas y académicos asturianos. ¿De dónde surge esta unión?
Cuando el barón Pierre de Coubertin quiso fundar el Comité Olímpico Internacional, viajó por todo el mundo e iba haciendo entrevistas con las personas que consideraba adecuadas. En España se puso en contacto con Giner de los Ríos, la persona que había puesto en marcha la Institución Libre de Enseñanza donde acudieron los más prestigiosos escritores y poetas españoles. De los Ríos le puso en contacto con Adolfo Álvarez Buylla, Adolfo González Posada y Aniceto Sela y Sampil, conocidos como ‘Los Tres Magníficos’ de Oviedo, famosos en toda España. Los tres acudieron a París en 1894 a la formación del COI. Pierre de Coubertin funda el Comité Olímpico Internacional en la Universidad de La Sorbona, prueba de lo que él pensaba que tenía que ser aquello. La idea de Coubertin, bastante desconocida, era que el olimpismo era una filosofía de la vida y consideraba a todos los hombres y mujeres del mundo iguales, sin condición, sin ninguna distinción de razas, color de piel, credos políticos, religiosos… Eso en aquellos años era un poco duro. Otro detalle desconocido de ‘Los Tres Magníficos’ es que fueron los encargados de poner en marcha las colonias escolares a principios de 1900. ¿Cómo eran los niños de la mayor parte del interior? Muchos de ellos tenían la ‘enfermedad del papu’ por tener falta de sal, yodo y se les hinchaba toda la parte del cuello. Decidieron traer a esos niños a los pueblos de costa como Gijón, Avilés o Salinas para que con el salitre se les pasase la enfermedad y también para que pudieran comer tres veces al día, ducharse todos los días y vestirse con la ropa que les daban. Todo eso fue obra de ‘Los Tres Magníficos de Oviedo’, uno de ellos fundó también fundó el diario La República. La única representación que tuvo España en la fundación del Comité Olímpico Internacional es gracias a ellos, a estos tres asturianos. Cuando en el año 1994 se celebró el centenario de la creación del Comité Olímpico Internacional, en la Universidad de Oviedo se hizo una asamblea extraordinaria del Comité Olímpico Español y se puso un monolito con los nombres de los tres profesores que, desgraciadamente, para muchos compañeros son desconocidos. Por eso digo que también la universidad, en colaboración con la Academia Olímpica, tendría que recordar en todos los cursos quienes fueron estos caballeros y hablar un poco más del olimpismo. A veces vendemos muy poco lo que tenemos en Asturias. Me pregunto, sin ánimo de comparación, ¿qué hubiese pasado si esos tres profesores fuesen de otra comunidad, por ejemplo, separatista? Lo tendríamos todos los días, pero como eran tres asturianos nadie se acuerda.
En algún premio que le entregaron llegó a decir que las generaciones más jóvenes no sabrían quién era usted. ¿Es una de las consecuencias de haber abandonado la historia y los logros del olimpismo?
Precisamente una de las labores de la Familia Olímpica asturiana es recordar a todas las personas que hayan colaborado de una u otra forma con el olimpismo, que no pasen al olvido totalmente. Voy a contar una anécdota que a Alfonso Menéndez (oro en tiro con arco en Barcelona 92) no le gusta que lo haga. En una ocasión asistí a un acto a Avilés y me encontré a la entrada con Alfonso y su familia. En los agradecimientos mencionaron a tres o cuatro personas del deporte avilesino y cuando acabaron les dije que había un campeón olímpico entre el público, no lo sabían. Así estamos, transcurren unos años y la mayor parte de la gente que tenemos en el olimpismo pasan totalmente desapercibidos.
En 2008 usted comisarió una exposición en la FIDMA donde bajo el título ‘Espíritu olímpico. Asturias en los Juegos Olímpicos’ se repasaba la historia de las citas olímpicas y había un apartado especial para los asturianos. Más de 50.000 personas disfrutaron de aquel montaje. ¿Por qué sólo se han realizado actos aislados y que casi siempre han participado de la iniciativa particular u organismo privados?
La Familia Olímpica tiene que trabajar más en el futuro porque, de lo contrario, casi siempre se habla de olimpismo y de Juegos Olímpicos cada cuatro años: un poco antes de que empiecen, durante su disputa y poco después. La culpa es de la Familia Olímpica, yo el primero, y ahora la generación que viene tiene que decir: ‘Señores, vamos a hacer más cosas’. Nosotros dimos charlas en colegios, institutos, universidad y centros deportivos, pero considero que son pocas. Tenemos que estar más con los clubes deportivos, donde están los deportistas, dar más conferencias en los institutos, en la universidad donde la labor del director de Centros de Estudios Olímpicos tiene que ser un poco más activa porque en los últimos tiempos, con todos los respetos, está desaparecida y eso es otro aspecto muy importante porque en la propia universidad hubo tres profesores que fueron los que representaron a España en la creación del Comité Olímpico Internacional. Hay que poner un poco interés en mantener vivo todo eso.
“Los políticos se mueven cuando el deporte es una cosa que les pueda interesar y si no tienen más trabajo que atender en otras facetas”
¿Hubiera sido positivo realizar una labor de pedagogía con la gente más joven?
Sí. Hace cuatro años me llamó una directora de un colegio para dar una charla a niños de cinco-seis años. Había un profesor de otro centro que se preguntaba como un hombre de 78 años, un abuelo iba a hablar a los niños. Empecé con ellos contándoles cosas, a preguntarles qué sabían, a ganármelos. Al final quedaron tan contentos que cuando llegó la hora del recreo y vinieron las profesoras, ninguno quería salir, se colgaron de mí y no marchaban. Después vino el profesor del otro centro para pedirme si podía ir también a su colegio porque le había gustado mucho. Hay que empezar desde abajo, con los niños, pero de manera habitual llevándoles una figura olímpica y luego hablándoles un poco de lo que es el olimpismo.
¿Los políticos han estado a la altura de las circunstancias con el movimiento olímpico asturiano?
No y es la realidad porque nosotros estuvimos muchos años con la idea de hacer el Museo Olímpico y tuvimos entrevistas con los alcaldes de Gijón, Oviedo, Avilés y Mieres. No voy a dar nombres para que nadie se sienta aludido por su partido político, pero todo fueron muy buenas palabras y ahí seguimos, sin Museo Olímpico. Los políticos se mueven cuando el deporte es una cosa que les pueda interesar y si no tienen más trabajo que atender en otras facetas.
“El olimpismo siempre dijo que donaría las medallas y el material que tienen si hay un museo. Dacal, por ejemplo, había cedido la medalla de Múnich 72 y la sigue teniendo en casa”
Precisamente se ha retomado la posibilidad de crear el museo en Gijón. ¿Llega tarde?
Llegar, llega tarde porque a raíz de la exposición que se hizo en la Feria de Muestras se podía haber aprovechado. Se hicieron otras gestiones y tampoco salió. Hay mucha gente que siempre dijo que donaría las medallas y el material que tienen si hay un museo, pero si no lo hay, no puede ser. Ahí tenemos a Dacal, por ejemplo, que en su momento había cedido la medalla que obtuvo en Múnich en 1972 y de momento la sigue teniendo en casa.
También publicó el libro ‘Asturias Olímpica’. ¿Es el mejor resumen de la relación de Asturias con los Juegos?
Después de escribir el libro me di cuenta de que vas aprendiendo más cosas, incluso tuve un fallo grande. Tenía la duda de si la medalla de don Pedro Pidal había sido en tiro con arco o tiro de pichón, unos me decían una cosa y otros otra. Traté de investigar en el Comité Olímpico Español y no conseguí la información que quería. Al final yo puse que había sido arco cuando fue pichón, pero tuve constancia cuando el libro estaba en la imprenta. Cuando escribí con Conrado Durántez el libro ‘Historia y Filosofía del olimpismo. Asturias y el olimpismo en 1896 2016. 120 años de olimpismo’ lo aclaré porque ya había estado con familiares de don Pedro Pidal y fue tiro de pichón. Además, ahora quieren quitarle la clasificación porque dicen que como había animales… Esto no se puede decir 70 años después, en aquel momento era lo que había.
¿Tiene algún proyecto entre manos? Porque usted no es de los que se queda quieto.
Estoy cansado porque mi idea era escribir la segunda parte de ‘Asturias Olímpica’. Durante un tiempo estuve preparando todo el material, pero me fui cansando y luego tuve unos problemas familiares: se murió mi hija y al año mi mujer. Me quedé ahí con lo que tenía preparado y espero que llegue otra persona y que continúe con aquella labor. Además, tengo que ordenar todo lo que tengo: cuadros, placas, fotografías, recuerdos, libros… Con motivo de la entrada en la Academia Olímpica, a través de Conrado Durántez, tengo publicaciones muy interesantes. Alguna cuando íbamos a Olimpia, también la conseguí en castellano. Hay cosas muy interesantes y ahora tengo que ir poco a poco colocándolas para que la persona que quiera venir a verlo, lo disfrute.