“La protagonista va contando cosas muy personales y la gente se confunde y piensa que es autobiográfico, pero no”
Aida Sandoval es gijonesa y trabaja en un centro veterinario. Y escritora, aunque reconoce que, a veces, aún le cuesta decirlo en voz alta. Tres libros en el mercado la avalan, claro. Y el éxito del último, más aún. “Tengo cuarenta años, un amanta al que saco quince y una pesadilla recurrente. Mi vida se tambalea y no sé cómo apuntalar la ruina en la que me he convertido. O sí, me temo”. Estas son las bases sobre las que Aida asienta “Animales hambrientas” (Difácil), una novela cargada de humor ácido con el que se intenta alejar de sus otros trabajos. “Con cada libro intento hacer algo distinto cada vez”, afirma. Ahora estrena segunda edición y cuenta en miGijón cómo se vive una experiencia que muy pocos tienen la suerte de disfrutar.
No todo el mundo puede decir que tiene ya tres libros en el mercado.
Es el tercero ya. Lo presentamos el 8 de junio y luego vino la Feria del Libro y la Semana Negra. Ya tiene un pequeño rodaje. Estoy súper contenta, está funcionando muy bien. Cuando ves que funciona es un subidón.
Y tanto que funciona. Estrenas ahora la segunda edición. ¿Cómo lo vives?
Mola muchísimo. Es la primera vez que me pasa. Valorábamos incluso si ponerlo o no. A mí nunca me gustó, porque puede ser que cada edición tenga 10 ejemplares o mil. Cuando vendes así, pues presta. Pusimos una fajita alrededor del libro con una frase de Julio Tovar, un periodista de El Mundo. Me hizo una entrevista que me encantó. Es encantador, un trato muy profesional. Elegimos una frase de él, le pedimos permiso y aceptó.
Cuando lanzas algo como un libro la incertidumbre es tremenda. Nunca sabes si va a funcionar o no, no hay ninguna receta mágica para cocinar unas buenas ventas.
Lo hablamos mucho en la editorial. ¿Qué tiene este libro para que funcionara tan bien? Ese toque de magia que tiene una persona para que te entiendas con ella que otra no tiene. Es lo mismo. Es un libro muy cercano y realista y eso creo que funciona.
Qué importante es acertar con el momento justo también, ¿verdad?
Ese golpe de suerte, como en las presentaciones, que vaya mucha gente o no. El caso es que hay que disfrutar el momento. Estoy contenta. Es la primera vez que me pasa lo de la segunda edición.
Es una sorpresa súper buena. Cuando ves que lo compra gente que no sabes quién es, que se está moviendo. Es lo que más ilusión me hace.
Este verano vio la luz un informe que afirmaba que el 84% de los libros publicados en España vendían menos de 50 copias. Es un dato duro.
No me lo creo, es muy exagerado. Lo comenté con el editor y me decía que somos afortunados. Es muy triste. Por mi parte estoy muy contenta porque este es el tercer libro que consigo publicar con una editorial. No soy una persona conocida y cuando la gente me va conociendo me pregunta si es mi primer libro. Pero no, tengo ese bagaje, es el tercero.
Este libro, además, es muy distinto, muy arriesgado. Puede ser que te guste mucho o no te guste nada. En el medio nos vas a quedar. Sí que tenía ese miedo a que no encajar. Es una historia que está contada a través de una relación sexual, hay una carga sexual muy potente. Puede ser que no entiendas por dónde va y te quedes en que es un libro erótico, que no lo es.
¿Hay demasiado empeño en hacernos creer que hay géneros menores?
De eso se queja mucho la gente que escribe romántica, que se les infravalora. Este mundo es así. A mí no me gusta que se encaje el libro porque no puedes leer una página y decidir. Trata de temas muy serios, pero a través de un ambiente distendido. Era un riesgo, pero funciona.
Con varios meses de trayecto y una segunda edición, ¿qué feedback te llega de los lectores?
Se sorprenden. No se lo esperaban. Mi anterior libro era más serio, con mucha investigación de Gijón detrás, más tradicional. Este libro es más como un puñetazo de primeras. Te da como un puñetazo y te engancha. Eso, a quien le gusta. No se puede aspirar a gustar a todo el mundo. Me lo estoy empezando a creer.
¿Cómo trabaja Aida sus novelas?
No hago un esquema. Me siento a escribir y las ideas van saliendo. Puede que me siente a escribir dos días enteros y al tercero darme cuenta de que no funciona. Borramos y volvamos a empezar. Si me preguntas cómo va a terminar mi siguiente libro, no tengo ni idea. Depende de lo que haya visto. Si sé cómo empieza, como sigue y cómo acaba… Lo veo súper aburrido. A mí la construcción no me interesa. Este libro ha cambiado de final varias veces.
Hay libros maravillosos que no se venden y otros malos que son éxitos internacionales. ¿Le encuentras la lógica?
Jugamos mucho a ver si es la portada, si es el momento… Nunca sabes qué va a hacer funcionar el libro. La gente me pregunta si es mejor éste que “Golpes de memoria”, pero no, no es mejor. Es completamente diferente. Con cada libro intento hacer algo distinto cada vez. No quiero encasillarme. El poco tiempo que puedo dedicarle a escribir me permite sacar un libro, quizá, cada tres años. Quiero hacer algo muy distinto, que sorprenda. Somos tantos que está todo escrito. Lo que puedes cambiar es la forma de contar la historia.
Esta vez quise hacerlo con un lenguaje de la calle, quitarme ese sambenito del libro anterior. No es mi perfil. En este libro hay un lenguaje más coloquial, hay palabrotas. Está mal que yo lo diga, pero está todo muy bien envuelto para que tú no te des cuenta de a dónde te quiere llevar el libro, que son temas muy personales y profundos, que a mí me importan mucho, como la vejez. Quería jugar con el deterioro del cuerpo, las enfermedades. Hace veinte años no me pasaba que mis amigos sufrieran un infarto o un ictus. Pero según vas cumpliendo años, empiezas a verlo, a valorar cosas como la maternidad. La protagonista del libro nunca quiso ser madre y la gente, a día de hoy, sigue preguntando por qué no quieres ser madre. Pues no es asunto suyo.
Yo quería jugar en niveles básicos, como animales. Tenían que comportarse como animales heridos intentando sobrevivir. Eso te lleva a que te remueva la conciencia, lo que ahora piensas y lo que puede ser. El título va por ahí. El libro, además, tiene como telón de fondo “Rebelión en la granja”, de Orwell. Siempre me gustó mucho. Tiene mucho ese doble sentido que tanto me gusta a mí: un niño pequeño puede ver unos dibujos y tú como adulto ves otra cosa.
Mucha gente te pregunta, incluso, si es autobiográfico…
Lo ven clarísimo, la protagonista tiene mi edad, se parece a mí. Puede encajar perfectamente. Pero no. No soy yo. En este libro juego mucho con un personaje secundario que es psicoanalista. Lleva mucho peso. Ella va contando cosas muy personales y la gente se confunde y piensa que soy yo. Encima la protagonista tiene una relación con un chico de veinticinco y hay quien me pregunta “qué, los jóvenes…”.
Estás ya dando el salto a las presentaciones fuera de Asturias. Imagino que lo vives que muchísima ilusión.
Estamos dando el salto ahora para arriba. Estamos entre el vértigo y la ilusión, aunque siempre tira más la ilusión.
¿Quizá se note más en el siguiente libro? Al final las presentaciones te hacen más visible para el público.
Eso me dice mucho la gente, que el siguiente se va a vender mejor todavía. Pero eso ya es presión. Pero parece que te vas haciendo un hueco. Llamarme escritora me da cosa, pero hay que ir aceptando que, si quieres que los demás te consideren escritora, tienes que llamarte a ti misma escritora. Con esta novela voy consiguiéndolo. Ojo, también tienes bajones. Piensas que no sabes mover muy bien esto, que otra persona lo haría mejor.