Creado hace un año y medio para erradicar la «orfandad» de dicho movimiento en el Principado, este joven partido encara su andadura decidido a ser la pieza clave para construir una Asturias «más justa, feminista y soberana»
Si nos ceñimos estrictamente al ámbito político, el regionalismo no ha disfrutado de demasiada buena suerte en Asturias. Con Podemos, el más potente garante del asturianismo durante los últimos años, perdiendo peso hasta el punto de quedar fuera de la Junta General del Principado tras los últimos comicios autonómicos, otras fuerzas minoritarias, como Andecha Astur, Izquierda Asturiana o Grupo por Asturias, a pesar de mantenerse en la liza, nunca han logrado por sí solos reunir los apoyos necesarios para conformar una corriente ideológica amplia, sólida y realmente capaz de postularse como alternativa de Gobierno u oposición. Y esa carencia, esa ausencia de una fuerza verdaderamente representativa, ese aparente enquistamiento de las agrupaciones más tradicionales, fue la que, en noviembre de 2022, llevó a un pequeño grupo de ciudadanos a dar un paso adelante, y ofrecer a los asturianos una opción viable que defendiese los intereses propios de la región. Un año y medio después ese proyecto, bautizado AÍNA (‘ya’, en la lengua autóctona), se ha hecho un hueco en la palestra de la política y, aunque despacio, crece impelida por el deseo, recogido en su ideario, de lograr «un país asturiano más justo, feminista y soberano«.
Hoy por hoy AÍNA reúne una fuerza viva de alrededor de doscientas personas, divididas casi por la mitad entre afiliados directos y simpatizantes cercanos. Eso sí, todos compartes esos objetivos fundacionales del partido. «Creo que lo que nos movió fue ese sentimiento de orfandad política que había en Asturias; el pensamiento de que el ciclo de fuerzas tradicional se estaba acabando, y que el asturianismo no acababa de cuajar políticamente», rememora Claudia González Rodríguez, una de las dos portavoces de AÍNA, junto con Esteban González Corteguera. Ambos conforman con Silvia Fernández García y Marcos Rodríguez Álvarez, encargados de la coordinación, la secretaría de AÍNA, el órgano de dirección de un grupo que, sin embargo, surgió con un carácter fuertemente asambleario. Tanto es así que los cuatro han de rendir cuentas ante la Mesa Nacional, integrada por veintiún afiliados y que sirve de enlace directo con la militancia. «Nosotros sólo coordinamos, pero la voz es la del pueblo», acota González.
Y esa voz, o, al menos, la de aquellos que ven en AÍNA su representación política, clama por una mayor soberanía de Asturias como región; sin escindirse de España, pero sí ganando en capacidad de maniobra. «A lo que aspiramos es a que el pueblo asturiano decida por sí mismo; no sólo a nivel político, sino también energético, alimenticio, económico, turístico…«, detalla la portavoz del partido. La meta se perfila ambiciosa, a todas luces. ¿Cómo llegar hasta ella? Para González, la clave está en «volver a poner a Asturias en el centro del debate, no estar supeditándola siempre a otros territorios, o al centralismo de Madrid que, al final, es como un sumidero». Algo fácil de decir, aunque difícil de materializar, ya que «estamos todos metidos en esa inercia, y falta generar ese debate. Luego, a partir de ahí, la gente votará y decidirá, pero contando con todo el espectro de información para que se tenga la capacidad de decidir nuestro futuro, qué Asturias queremos, y sin dejar a nadie atrás».
Esa línea de pensamiento está atrayendo a un sector de la población mayoritariamente joven, con una media de edad de 37 años, y concentrada sobremanera en los núcleos de Oviedo e Infiesto, si bien también han surgido células en otras partes del territorio, destacando por su grado de actividad y compromiso la de Gijón. Se trata, en definitiva, de ese segmento de los asturianos inquieto por cuestiones como el incremento desmedido de «un turismo salvaje, que no es sostenible para nada». También por la situación del tejido industrial como motor económico del Principado, una dinámica histórica que «tiene cabida en el futuro, pero siempre de la mano de la transición ecológica y energética, y sin darle la espalda al sector primario, que es estratégico y, aparte, está muy ligado a nuestra identidad como pueblo».
Todo ello, por supuesto, sin olvidar la imperativa oficialidad del asturiano; y en este tema es en el que se hace más patente la convicción de AÍNA de que no es acertado compararse con comunidades como Galicia, Cataluña o el País Vasco. «Tenemos que redirigir ese debate hacia nosotros, porque no tenemos el grado de normalización lingüística que exhiben allí», sentencia González. Para ella, como para sus compañeros, lo que falta es «una implantación más decente y un compromiso mayor», aunque la recientemente anunciada disposición del presidente Adrián Barbón a llevar esa cruzada hasta el final ha disparado su esperanza. «Siempre es buena noticia que, por lo menos, se tengan esas ganas. A ver qué pasa; ojalá esta vez, definitivamente, se tome en serio».
De todos modos, y más allá de los objetivos generales anteriores, a AÍNA no le falta el trabajo por delante. Una vez consumada su decisión de no concurrir a las elecciones europeas de este año, lo que queda de 2024 lo invertirá en trazar un programa definitivo, atractivo y más detallado, que aglutine con precisión todo aquello que, en la práctica, constituye su médula espinal y su razón de existir. «Todavía somos una organización bastante moza, y queda bastante por hacer, pero vamos por el buen camino», opina González. Y la relevancia adquirida en la política nacional por otras formaciones regionalistas, como Junts per Catalunya (JxCat) o Esquerra Republicana Catalana (ERC), sirve de motivación extra. «Ahora nuestra estrategia es ‘Asturias 2027’, con la idea de poder entrar en la Junta General del Principado… Y, si los asturianos nos dan su confianza, de ser una fuerza clave«, admite.
¿Y qué ocurrirá si lo deseado se hace realidad, y AÍNA obtiene esa representatividad en el Gobierno autonómico? González lo tiene claro. «Negociaremos con quien haga falta para mejorar la región, y que las Asturias del futuro sea una en la que valga la pena vivir. No nos vamos a conformar con menos. Estamos hablando de nuestro pueblo».