Desde que se produjo la excavación del foso en el futuro edificio de la calle Luarca, algunos vecinos de la zona se muestran preocupados por las fisuras que aparecieron en la vía y en algunas casas de los edificios más cercanos a pesar de que todo apunte «a lo normal de un asentamiento»
Que el suelo se hunda y salgan grietas en superficie suena más a película de Marvel que a una escena en la vida real, pero es lo que les está ocurriendo a los vecinos de la calle Luarca desde unas semanas. El «susto» inicial fue importante. Los residentes y trabajadores de la zona datan las primeras fisuras a comienzos de abril. Solo 24 horas más tarde de las aperturas, estas comenzaron a crecer en «largo y ancho» de tamaño hasta el punto de que en algunas cupiese «la mano» o «un neumático ancho de una bici», según afirman los testigos en aquellos días. El origen se encuentra en las obras que se están produciendo en la manzana de enfrente; las primeras de entre todas las construcciones de vivienda previstas para el entorno del plan de vías en los próximos años.
Los solares delimitados por las calles de Sanz Crespo, el viaducto de Carlos Marx, Luarca y el parque Teodoro Cuesta y que rodean al albergue Covadonga, se han convertido en uno de los focos principales de obra nueva en la ciudad. Existen hasta cuatro promociones que suman cientos de pisos y unas cuantas torres de más de 8 alturas, pero la más avanzada en iniciar las obras ha sido la constructora Aernus. En la esquina de la calle afectada por las grietas en su pavimento se alzará una de las dos torres que ha proyectado la promotora, cuyos esfuerzos constructivos se centran ahora en concreto en el futuro edificio El Comercio de once plantas y compuesto por 83 viviendas de lujo entre las que se albergará la sede del diario gijonés. La promotora encargada de su comercialización, El Sol Grupo, ya ha logrado vender una gran mayoría de los inmuebles que coronarán el enorme foso ahora excavado para cimentar y crear tres pisos subterráneos en garajes.
El gran socavón ha sido el detonante de los problemas en las comunidades de vecinos aledañas. El avance de las grietas en cuestión se acompasó desde su inicio al del vallado, que se fue comiendo parte de la calle a proporción de ese crecimiento. Al principio se vallaron seis plazas de aparcamiento en su lado de la acera que se terminaron convirtiendo en doce después, aunque finalmente, desde el Ayuntamiento se terminaron viendo obligados a cerrar el tráfico en la calle de forma total «por motivos de seguridad» desde el día 10, tal y como explican fuentes municipales.
Desde el Consistorio aseguran haber sido «conscientes de los problemas que se están produciendo en esa calle» en las últimas semanas y explican estar manteniendo una «vigilancia activa» en el terreno, además de estar «tomando nota» de su alcance para llevar a cabo las medidas que se puedan tener que producir en un futuro próximo como cortes en más calles. Anticipan que «ya se ha trasladado al Servicio de Disciplina» aunque reconocen que «la responsabilidad por lo sucedido es de la constructora». Algunos grupos de la oposición como Izquierda Unida también se hicieron eco de la preocupación vecinal por las obras y llevaron el asunto a la última Comisión de Seguridad Ciudadana, Tráfico y Participación Ciudadana.
Aquellos que transitan habitualmente la calle se temieron «lo peor» cuando vieron el cierre establecido por el Ayuntamiento y relatan que aunque la constructora «haya metido parches de cemento» en varios puntos, «las grietas siguen creciendo día a día». A aquellos como Fran Molinero, con su portal en fila de viviendas contigua a la obra, admiten que lo que les asusta son medidas como «tapar la visión a la calle» sin que nadie les dé explicaciones sobre «cuánto tiempo se cerrará el tráfico» o algún tipo de información sobre «el movimiento de tierras». «Solo vemos cierres y eso pinta mal, algunos vecinos preguntaron a los albañiles y ellos no saben nada». Los trabajadores también han experimentado la visita de algún futuro vecino de los inmuebles aún en construcción preocupados por los síntomas problemáticos que hubo en la vía contigua estas semanas.
Los vecinos que ahora quieran aparcar sus vehículos en los garajes privados con los que cuenta Luarca deben turnarse para entrar y salir en la calle utilizando su único acceso disponible desde la desviación de Carlos Marx, que enlaza con el otro extremo de la vía. Esta solución temporal al corte de tráfico organizada por el Consistorio tampoco termina de contentar a los afectados, ya que «no hay ningún cartel que ayude a extremar las precauciones al doblar la esquina y puede producirse un choque frontal entre el que salga y que entre en cualquier momento», cuenta Joaquín Navarro, quien trabaja en un comercio de Teodoro Cuesta.
Los días previos al cierre de la calle visiblemente vencida en algunos tramos hacia el agujero colindante, los responsables de la obra iban a llevar una grúa de gran tamaño que tuvieron que emplazar hasta este miércoles en vista de las grietas levantadas. La ubicación actual de esta ha conducido a otro corte de calle en Teodoro Cuesta, al otro lado del terreno. Una pareja de residentes en el portal al comienzo de Luarca vieron la magnitud de la grúa que querían acercar al foco de obras y comentan con humor: «Imagínate si la llegan a traer entonces».
Ella es geóloga de profesión y reconoce que «ha visto colapsar un edificio afectado por obras cercanas por menos» de lo que está ocurriendo en este solar, pero a la vez, le parece que lo que está presenciando le parece que entra dentro de «lo normal cuando se excava el suelo y se genera un hueco vacío donde antes se ubicaba tierra». «Al hacerse obras como esta, el resto de construcciones que estaban antes en la zona tienen que asentarse con el paso del tiempo; los cimientos buscan su nuevo espacio», añade. Por eso, avisa de que «las grietas en viviendas no suelen aparecer de un día para otro», sino que se terminan viendo siempre con el paso de los meses.
Los síntomas en superficie, sin embargo, parecen estar trasladándose ya a algunos hogares de uno de los edificios con la línea de fachada más cercana a la excavación, con portal en la carretera Vizcaína 34. Del conjunto de bloques que alcanzan 60 viviendas, algunas primeras plantas están viéndose afectadas por la aparición de fracturas en las paredes. Los residentes manifestaron su preocupación a la comunidad y juntos tomaron la decisión de solicitar la supervisión de un arquitecto, que también se encargó de realizar el informe de evaluación del edificio (IEE) en octubre de 2023. José Díaz Noval, el encargado en cuestión, dató unas grietas en su momento que han estado creciendo de tamaño pero admite que con todos los datos en la mano a día de hoy, sigue sin encontrar gravedad a lo sucedido. «Se trata de grietas superficiales que se convierten en una cuestión estética más que otra cosa, y si das con una promotora amable, puede hacerse cargo de enviar a un pintor a arreglarlo en una hora, pero si no, no revisten de mayor importancia», comenta.
El resumen es que han sucedido «cosas propias de los asentamientos«, pero añade un matiz que podría prevenir complicaciones en el hipotético caso de que apareciesen, y consiste en hacer un seguimiento en la evolución de las grietas a partir de la instalación de fisurómetros durante meses. Noval concluye en que ciertas zonas de Gijón como «la de la estación o El Carmen están asentadas en arena y por eso no vi nada que supusiese un peligro».
La empresa administradora de los edificios más cercanos a la remodelación, incluyendo a los de Vizcaína 34, comparte parecer apaciguador. Saben que en contexto de obras «la gente tiende a ponerse bastante nerviosa» y recuerdan que «en algunas reuniones se comentó la aparición de grietas nuevas», aunque algunas viviendas ya tuviesen con anterioridad a estas obras debido a otros proyectos que se edificaron cerca. «Las fisuras no son llamativamente escandalosas y consideramos que la gente afectada está tranquila», relatan. A los administraciones también les ha parecido positiva la reacción de la promotora cuando les contactaron para explicar lo sucedido. «Fueron receptivos a asumir las consecuencias de cualquier posible complicación», recuerdan. Lo que está claro es que tanto los profesionales que evaluaron lo ocurrido en los edificios contiguos, como los propios residentes e incluso los responsables municipales coinciden en una y la misma cosa: hay que ver cómo evoluciona el asunto.