Propietaria de una flota de tres drones y abierta a hacer realidad cualquiera de los sueños de sus clientes, esta pareja llega a la FIDMA de la mano de Gijón Impulsa para mostrar todo lo que la fusión de talento, mimo e innovación puede aportar al sector

Son días intensos los que se están viviendo desde el pasado sábado en el Recinto Ferial ‘Luis Adaro’. Con la 68ª Feria Internacional de Muestras de Asturias (FIDMA) funcionando a pleno rendimiento, esta edición, como cualquiera de las anteriores, depara al visitante horas de diversión, miles de formas de disfrute… Y un buen puñado de descubrimientos asombrosos. Una de esas últimas se halla en el Pabellón 4, en el feudo que Gijón Impulsa ha instalado allí. Sus protagonistas son Alberto Maceda y Marina Martorell. Jóvenes, risueños, cercanos, amables… La sorpresa llega cuando esta pareja, en la que se combina lo mejor de Gijón y Valencia, por parte de él, y de Mallorca, en lo que a ella respecta, se identifica como lo que son profesionalmente: pilotos. Sin cazadoras de cuero forradas de parches, ni gafas de sol Ray-Ban, ni un halo impostado a lo ‘Top Gun’, pero pilotos de pleno derecho. Porque este tándem es el que empuña los mandos de Almadron, empresa de drones que presta servicios de grabación desde el aire, y que durante esta semana muestra a vecinos y visitantes todo lo que es capaz hacer desde su puesto en la FIDMA. Entre ello, convertir sueños en realidad.

Han pasado tres años desde que esta idea, fruto de la mente de Maceda en solitario, acumulase sus primeras horas de vuelo. Tras una infancia a caballo entre Asturias, Madrid y Valencia, de donde es su familia, con dieciséis años se afincó definitivamente en el Principado, y pronto desarrolló una pasión por el pilotaje de drones que, con el correr del tiempo, comenzó a tener visos de salida profesional. Un año después, hace ahora dos, de que los cimientos de lo que llegaría a ser Almadron fuesen construidos, Martorell llegó a su vida, y le animó a imprimir a la iniciativa un plus de profesionalidad. «Vengo del mundo de la fotografía y el vídeo, y en un momento dado decidimos lanzarnos y tratar de vivir nuestras vidas profesionales como un disfrute, como un sueño alejado de ciertos trabajos que son simplemente por cumplir«, relata ella. Hoy por hoy, parece que ese lanzamiento a la piscina fue exitosos… Su flota, al margen de aeronaves más obsoletas y relegadas al papel de recursos para talleres y formaciones, la componen tres drones: un Mini 4 Pro de pequeño tamaño, «perfecto para vuelos en ciudad»; un DJI Mavic 4 Pro intermedio, «especialmente apto para trabajos de cine», y un FPV (‘First Person View‘, o ‘Vista en Primera Persona’) de mayores dimensiones, manejable mediante gafas ‘inteligentes’. Con ellos graban todo lo imaginable: eventos deportivos, vídeos promocionales, fiestas… Y siempre con una puerta abierta a «a hacer realidad todas las ideas que los clientes nos traigan»; de ahí que, en la Feria, hayan desplegado una impresora 3D.
Ese es el potencial aéreo con el que han aterrizado en la FIDMA, apoyados por un servicio, el de Gijón Impulsa, clave para que aquella idea embrionaria haya crecido y se haya afianzado. «Cuando se nos brindó la oportunidad, fue una emoción… Unas ganas…», admite Maceda. Y es que, ahondan ambos, Impulsa les ha dado la posibilidad de «acceder a un lugar que, desde fuera, parecía inalcanzable, con la oportunidad que nos ofrece de dar a conocer lo que somos, lo que hacemos y todo lo que podamos dar». Porque si algo tiene claro esta pareja de altos vuelos es que, para ellos, el cielo jamás será el límite. «Tenemos tantas ideas innovadoras, tantas oportunidades… ¡Somos dos terremotos del aire!».