«La decisión del consejo de gobierno de la Universidad me parece valiente y necesaria y el resto son defensas localistas fuera de tono en las que solo se pierden energías y recursos»
Si primero lo escribo, primero se cumplen los peores pronósticos. Les decía la pasada semana: “Espero y confío en que la decisión del equipo rectoral de la Universidad de Oviedo de elegir el Campus de Oviedo como sede de un futuro grado de Deporte no se convierta en nuevo agravio para Gijón, Avilés y Mieres, que también aspiraban a esta titulación”. Pues visto lo visto, está claro que nadie está por la labor de plantear la sensatez que requiere el desarrollo universitario en Asturias y es preferible optar por un aldeanismo rampante y una polémica estéril que además ataca directamente a la autonomía de una institución académica con más de cuatrocientos años de historia.
Es una situación que se ha alimentado y mantenido durante muchos años en Asturias que en nada nos ayuda. Mantener el criterio de que porque si tú traes alguna institución importante e inmediatamente vas a tener un rédito político o social para tu ciudad, es una visión reduccionista de la acción institucional. Y realmente, esto me parece muy preocupante, porque las reacciones que estamos escuchando no ayudan en nada para abordar el verdadero meollo de este asunto que es la estructura universitaria de Asturias, su calidad y su financiación. Nos estamos quedando en el envoltorio de que yo quiero más facultades, yo quiero, yo quiero…. Un reparto de cromos.
El alcalde de Oviedo habla de expolio universitario. En Mieres, que jamás se debería haber llevado el Grado de Deporte a Oviedo. En Gijón, la oposición sale en tromba hablando de ninguneo a la ciudad e incluso plantean algaradas callejeras. Espero que no lleguemos al grado de surrealismo de Gabino de Lorenzo cuando instaló urnas en los centros sociales y deportivos de Oviedo para que la gente votase si el Centro Niemeyer debería ubicarse en Avilés o en Oviedo. Está claro que en Asturias se dan hechos diferenciales tremendamente exóticos.
La decisión del consejo de gobierno de la Universidad me parece valiente y necesaria y el resto son defensas localistas fuera de tono en las que solo se pierden energías y recursos. Aplaudo por lo tanto la postura y la altura de miras que ha demostrado en sus declaraciones la alcaldesa de Gijón, que tras reconocer con franqueza que no lo hubiese hecho ascos a ese Grado académico, hizo especial hincapié en la autonomía de la institución universitaria y mostró su apuesta por impulsar en el campus gijonés la implantación de grados sobre almacenamiento y distribución energética, junto al nuevo grado de Ciencias e Ingeniería de Datos.
La Universidad de Valencia tiene cuatro campus en tres localidades; la Universidad de Santiago de Compostela tiene dos campus en dos provincias; la de León, sendos campos en dos ciudades; la Universidad de Salamanca tiene nueve campus en tres provincias y, por ejemplo, la de Granada tiene tres campus, dos de ellos en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. Estamos ante un modelo lógico de descentralización que en Asturias, lo que permite y mejora es solidificar enseñanzas específicas como las ingenierías en Gijón; racionalizar los recursos en la zona de Llamaquique para favorecer los estudios educativos y liberar también el edificio de la Escuela de Minas en el que apenas llegan a sesenta alumnos; en Mieres, se atienden las necesidades de una ciudad que atraviesa muchas crisis.
«Ciertos localismos no tienen mucho sentido cuando estamos hablando de localidades que se encuentran a treinta kilómetros de distancia. Lo relevante es que lo haya. Además, impartirlo en Oviedo nos permitirá abaratar costes, porque tenemos aquí el profesorado. Lo que perseguimos es dibujar un proyecto de Universidad moderna, con una oferta de titulaciones actualizada». Esto lo dijo el Rector al presentar el nuevo plan estratégico de una Universidad, la de Oviedo, que tiene más de cuatrocientos años de historia con ese nombre y así se seguirá llamando, pero que nadie se equivoque: es la Universidad de Asturias. El resto es aldeanismo.