El director del que ya es uno de los acontecimientos cinematográficos más relevantes de la ciudad, de Asturias y de toda España diserta con miGijón sobre sobre los detalles y secretos de la que será su 61ª edición

Si nos dejásemos llevar por el romanticismo podría decirse, rescatando una frase reconvertida y utilizada en mil y una películas a lo largo de la historia, que no es sangre, sino celuloide, lo que corre por las venas de Alejandro Díaz Castaño (Bimenes, 1979). Hace falta ser un apasionado absoluto del séptimo arte, un enamorado profundo de la técnica y el mensaje que hace posible construir relatos, mundos y sueños en la pantalla, para aceptar el desafío de dirigir una cita de la envergadura del Festival Internacional de Cine de Xixón (FICX). Han pasado siete años desde que este yerbato hijo de minero, creador puro, director y guionista, sí, pero también periodista y escritor, asumiese semejante reto. Y en este tiempo, bajo su batuta, el certamen ha superado pruebas como la de la pandemia, han consolidado aún más si cabe su rol en el panorama cultural español, y se ha expandido en financiación, cantidad y variedad de contenido, sí, pero también en presencia de producciones patrias. Ahora, a sólo una semana de que comience la 61ª edición, Díaz reflexiona con miGijón sobre el estado de salud actual del FICX, apuntalado por la mayor aportación económica que el Ministerio de Cultura ha hecho a un evento así este 2023, y decidido a que su potencial cultural diluya por completo las últimas nubes de la polémica política de que fue víctima hace apenas mes y medio.
El FICX dura solo unos días, pero su impacto se extiende todo el año. Muestra de ello son proyectos como la Cinemateca Ambulante, que recorre el Principado para hacer llegar a todos los rincones el séptimo arte. Además, el Festival tiene una colaboración con la ciudad, que contagia a cada calle de Gijón. ¿Es ese uno de los secretos de su éxito?
Efectivamente, el FICX trabaja durante todo el año programando cine dentro y fuera de Gijón. Además de las más de trescientas proyecciones programadas por el Festival y organizadas por Laboral Cinemateca, entidad que depende del Gobierno del Principado de Asturias, en Gijón y en otros veinticinco Ayuntamientos asturianos organizamos desde el año pasado el Cine Club 60, en colaboración con la Sociedad Cultural Gijonesa, ciclo que ha batido récords de audiencia este año. Y tenemos colaboraciones con iniciativas como POEX, el Festival Ye Yé, FantasticGijón, la Muestra de Cine Lésbico que organiza GESTO o el Taller de Músicos de la Fundación Municipal de Cultura, entre otras.
Venimos de un cambio de Gobierno en el que se ha hablado mucho de la cancelación en la cultura. De hecho, las intenciones de Vox para el festival fueron la gota colmó el vaso, que dinamitó al tripartito en la ciudad. ¿Cómo se vive desde su posición todo ese ruido político? ¿Estuvo en algún momento comprometida la libertad del certamen?
Me gustaría que el Festival dejase de ser utilizado como instrumento político. Yo no provengo de la política y no he sido nombrado por ningún partido. Me presenté a un concurso público con un tribunal de expertos externo. Por tanto, mi ámbito profesional es el del cine, no el de la política, que creo que tiene que limitarse, que no es poca labor, a brindar el marco administrativo y presupuestario para que quienes saben de cine puedan desarrollar su trabajo lo mejor posible. En cuanto a la segunda pregunta, creo que la libertad del FICX no llegó a estar comprometida gracias a la decidida intervención de Carmen Moriyón para evitar la injerencia política.
En aquellas declaraciones se hablaba, entre otras cuestiones, de la presencia del asturiano o del colectivo LGTB en el FICX. ¿Cuál es el compromiso del Festival con estas temáticas?
Nuestro compromiso con el colectivo LGTBI y con la Dirección General de Igualdad es total. También con el medio ambiente y con la inclusión, tal y como ha recogido la Comisión Europea en su informe sobre nuestro proyecto. Tampoco creemos que una película deba quedarse fuera de la programación por estar hablada en una u otra lengua. El Festival, que es un tesoro cultural, pues pocos hay más antiguos en el mundo, no pertenece a ningún partido político, sino a la ciudad de Gijón, y por tanto debe reflejar la pluralidad de nuestra sociedad, que es acogedora y tolerante.
¿Qué tiene que tener una película para ser acogida por el FICX? ¿Todo cine tiene cabida?
Es una buena pregunta, pero también bastante compleja. De entrada, todo cine puede tener cabida en el FICX, sí. Si uno se fija en la programación, conviven producciones que han costado millones de euros con otras películas que han sido realizadas con tan solo unos pocos miles. También conviven cineastas de todas las edades, desde nonagenarios, por desgracia ya desaparecidos, como Paul Vecchiali o Jean-Luc Godard, hasta veinteañeros que ya empiezan a despuntar a nivel internacional. No estoy de acuerdo en las acusaciones de «elitismo» que se han vertido hacia nuestra programación. El FICX programa cine exigente y vanguardista, en efecto, pero también muchas películas de corte más clásico y con narrativas perfectamente asequibles para un público amplio. Además de a la Sección Oficial, animo a los lectores a asomarse a los Pases Especiales, a Enfants Terribles, a la sección Esbilla, o a Crossroads, nuestro apartado en colaboración con el Festival de San Sebastián, para comprobar esta diversidad.
Este año se ha hecho una clara apuesta por el cine nacional. ¿Por qué esa reivindicación de ‘lo nuestro’? En este sentido, ¿está suficientemente representado el Principado dentro del certamen?
El FICX encabeza este año el ranking de cuantía de financiación de su convocatoria del Ministerio de Cultura de España, por encima de certámenes de la importancia de los de Valladolid, Bilbao o Sevilla. Ello implica por nuestra parte un apoyo creciente al cine español, el cual, por otro lado, ya venía siendo palpable en el FICX desde hace unos años. La cosecha de cine estatal reciente me parece excelente, y pienso que en ello han tenido una especial relevancia las políticas desarrolladas por el ICAA tras la llegada de Beatriz Navas a la Dirección General. En cuanto al cine asturiano, 2023 me parece muy notable, con varios largos de ficción y de no ficción de calidad, y con unos cortometrajes que cada vez tienen más nivel. Este año volvemos a tener a tres cineastas asturianos en la Sección Oficial. Cuando llegué a la dirección del FICX nadie recordaba el último asturiano que había participado en la máxima competición…
¿Qué otras novedades nos mostrará esta edición del FICX?
Una de las principales novedades es la reestructuración de la sección internacional Esbilla, que este año contará con su propia película de inauguración, ‘Shoshana’, un vibrante thriller con el conflicto palestino-israelí de fondo, dirigido por Michael Winterbottom, quien será uno de los grandes nombres del cine internacional que pisarán Gijón en nuestra 61ª edición. En Esbilla también podrán verse otros grandes estrenos en España bajo la denominación ‘Premiere’. Habrá lugar para la no-ficción en el apartado ‘Equí y n’otru tiempu’, para las joyas procedentes de otros festivales en ‘Espectru’, y para el cine de géneros como el terror, la comedia negra o el fantástico en ‘Generación Mutante’. Destacaría también como novedad la celebración de un concierto de bandas sonoras, un deseo largamente acariciado que se hará realidad el domingo 19 de noviembre en el Teatro de la Laboral gracias a la colaboración de la Filarmónica de Gijón, la Sociedad Pública de Gestión y Promoción Turística y Cultural del Principado de Asturias, y el Taller de Músicos de la Fundación Municipal de Cultura de nuestra ciudad. ¡Más que recomendable!
¿Qué supone para un asturiano -director, guionista, escritor y periodista -el poder dirigir, un año más, un certamen como este?
Para quienes hemos desarrollado nuestra cinefilia y descubierto gracias al FICX que había otro cine más allá del de las multisalas y del que programaban las televisiones, tener oportunidad de dirigir un festival de este prestigio, esta solidez y este volumen de espectadores es un sueño hecho realidad, y también una gran responsabilidad, sin duda.
Su primer contacto con el festival fue hace ya varios años, en 2009. ¿Desde entonces, cómo ha vivido su evolución y qué cree que podemos esperar de su futuro?
Dejando aparte obviamente el periodo pandémico, creo que el crecimiento del FICX en los últimos años es un hecho contrastable. Como ya he mencionado, este año somos el certamen español de nuestra convocatoria que más financiación del Ministerio de Cultura ha recibido. Y el nuestro ha sido el único festival español de su convocatoria apoyado por Europa Creativa, concretamente con 110.000 euros para las próximas dos ediciones y con una de las notas más altas de toda la Unión Europea. Nuestra red continental, Europa Film Festivals, continúa creciendo, y el FICX ha sido Invitado de Honor en el Marché du Film del Festival de Cannes por segunda vez en 2023. Allí mismo, en Cannes Docs, presentamos varios proyectos en forma de works-in-progress junto a ZINEBI, en una acción organizada y financiada por ICEX España Exportación e Inversiones y el ICAA. Son hitos que hace un tiempo nos habrían parecido inalcanzables.
Qué tres cintas no podemos perdernos en esta 61º edición.
Difícil escoger, pues las casi doscientas películas que programamos nos han enamorado completamente por distintas razones. Destacaría aquí no obstante los tres trabajos asturianos en Sección Oficial: ‘Los últimos pastores’, de Samu Fuentes, una maravilla tanto en lo visual como a nivel humano y humanista; ‘El cine 5’, de Elisa Cepedal, uno de los más emocionantes retratos colectivos de la Cuenca Minera que se hayan realizado jamás; y ‘Gregoria’, brillante retrato de una mujer que vive una vida tan laboriosa como libre de ataduras, firmado por Celia Viada Caso.