Alfonso Menéndez Vallín, oro tiro con arco Barcelona 92
“Me sorprende que a día de hoy no haya una consejería que lleve el apellido deporte en Asturias porque además de salud, ayuda a formar en edades tempranas”
“No veo con buenos ojos la ‘sumisión’ de los deportes a los medios de comunicación cuando por conseguir audiencias lo que se hace es cambiar los formatos de competición”
El pensamiento más generalizado en la sociedad es que cuando un deportista está en el mejor momento de su carrera tiene que prolongar lo máximo posible esos años. Sin embargo, hay ejemplos que valoran más otras cosas. Uno de esos casos es el de Alfonso Menéndez Vallín (Avilés, 1966). Tres años y medio después del oro de Barcelona en tiro con arco, la dinámica de la Federación Española ya no le convencía y decidió coger la puerta de salida del deporte para entrar en el mundo de la gestión. Desde la veteranía que le otorga la experiencia, muestra su sorpresa por la falta de una Consejería de Deportes, recuerda que las direcciones generales necesitan presupuesto para poder hacer cosas y se muestra convencido de que, esta vez sí, el Museo Olímpico será una realidad de la mano de la nueva Junta Directiva de la Familia Olímpica del Principado.
30 años de aquel oro en Barcelona…
Casi nada, casi nada. Miras atrás y parece increíble que haya pasado tanto tiempo.
¿Era factible pensar con estar en lo más alto?
En equipos era factible. De hecho, veníamos de haber quedado segundos en el Torneo de las Naciones, un mini campeonato del Mundo, en el mes de mayo en Alemania solo por detrás de Corea con la presencia de las principales potencias en nuestro deporte y Corea, que era la número uno en aquel momento, nos batió por muy poquito. Luego en el Campeonato de Europa también nos quedamos a las puertas del triunfo y si que veía esas posibilidades. Nosotros íbamos con todo.
¿Sigue recordando aquella etapa?
Sí, claro. Eso es algo que te acompaña toda la vida. El hecho de vivir los juegos en casa ya de por sí es una experiencia que para todo deportista es un hito, pero si además tienes la oportunidad o la fortuna de poder alcanzar los resultados que persigues con un logro como el nuestro, más aún. Con todo, en lo que es mi vida diaria no es algo que tenga muy presente. Sí es cierto que parece mentira que hayan pasado 30 años porque lo sigues teniendo muy presente en la memoria, pero tampoco es algo que esté en mi día a día.
No sé si será muy habitual ver a dos asturianos en tiro con arco subidos a lo más alto. Me contaba Antonio Vázquez Megido que todavía mantienen algo de relación…
Nos conocíamos desde mucho antes de que nos llamasen para incorporarnos a la Blume. Cuando se adjudicaron los Juegos se empezó a poner en marcha toda la maquinaria, entre otras cuestiones, la preparación de los deportistas. Tanto a Antonio como a mí nos llamaron para incorporarnos a un régimen de concentración permanente en la Blume de Madrid. Antonio debió empezar sobre el año 1978-1979 y yo en 1977. Ya nos conocíamos de ‘pegarnos’ en Asturias y en España (risas) e incluso de competir juntos por equipos por Asturias y hoy en día mantenemos una relación muy estrecha.
“Difícilmente desde la Dirección General de Deporte van a poder desarrollar buenas políticas si al final no disponen de una partida presupuestaria suficiente”
Nos decía Antonio que en deportes minoritarios un oro se queda en algo anecdótico. Fíjese que pienso que la gente no valora lo suficiente este tipo de logros.
Hombre, el hecho de que 30 años después estemos hablando precisamente de aquella medalla significa que todavía en lo que es la memoria colectiva, no tanto a lo mejor por lo que es nuestra disciplina, pero el hecho de que sea una medalla de oro olímpica en Barcelona está haciendo que siga muy presente.
¿Fue duro el camino hasta llegar a Barcelona 92?
Fue tremendo. Primero por toda la trayectoria de los años anteriores y luego en la incorporación a la Blume en los primeros años. Durante los dos primeros parecía que las cosas no estaban muy claras, se cambió dos veces de entrenador responsable hasta que finalmente se trajo a Víctor Sidoruk, el hombre que nos llevó hasta lo más alto en los Juegos y el principal responsable de que nosotros estuviésemos ahí.
¿Qué tal llevaba que su padre estuviera en la Federación?
Entré en la Blume en el año 86 y con posterioridad, en el 90, la Federación le llamó para incorporarse al cuerpo directivo. De aquella ya estaba Víctor Sidoruk por aquí, pero aún así es una situación que la llevas. En nuestro deporte, afortunadamente, números mandan y por marcas la elección acabó decantándose claramente para nosotros tres, con lo cual te genera algo más de presión, pero lo llevábamos bien.
Barcelona fueron sus únicos Juegos Olímpicos, pero podía haber llegado a Atlanta y, sin embargo, en 1995 decide retirarse.
En 1982 me incorporé al equipo nacional con 16 años, todavía era Junior, pero en 1983 me surgió la posibilidad de irme a Estados Unidos y lo acepté porque entendía que era una experiencia vital que merecía la pena vivir, con lo cual los juegos de Los Ángeles 1984 me los salté, cuatro años más tarde en los de Seúl estaba en la Blume y me quedé a un punto de la mínima para poder ir, Barcelona 92 todos conocemos cómo fue el proceso y cuál fue el resultado y después de aquellos Juegos sorprendentemente, porque aún no encuentro una explicación desde el punto de vista técnico, en el 93 decidieron no renovar el contrato que se tenía con Víctor Sidoruk y a partir de ahí tuvimos otro técnico ruso, una norteamericana y un danés. Cuando llegamos a la temporada 1995/1996, la de los Juegos, veníamos de una trayectoria que no era la mejor para obtener resultados y defender el título y entendí conforme a mis principios, en un ejercicio de honestidad y pensando que llevaba 19 años y que lo que me planteaba era dejarlo después de los Juegos de Atlanta, que era el momento, lo más honesto pasaba por renunciar. Para un deportista no hay nada más grande que poder asistir a los Juegos, pero en aquel momento no se estaban invirtiendo recursos en nosotros para obtener resultados y las expectativas estaban a la altura de lo que habíamos obtenido cuatro años antes. Entendí que en ese momento lo que tenía que hacer era ser honesto conmigo mismo y con ese criterio simplemente renunciar. Decidí dejarlo y en diciembre de 1995-enero de 1996 comuniqué que me retiraba. Aquello fue un despropósito por parte de la Federación Nacional. No fue ni a nivel de Comité Olímpico ni de Consejo Superior de Deportes, fue la Federación.
Desde su retirada hace 27 años no ha vuelto a coger un arco. ¿Son demasiados recuerdos?
Son demasiados recuerdos y, sobre todo, sensaciones. Cuando te dedicas, como lo hicimos nosotros, en todo aquel periodo a la alta competición prácticamente en exclusiva y tus sensaciones en la práctica del deporte son unas, esas permanecen en el tiempo y ahora mismo entiendo que aquello fue una parte de mi vida. La vida se compone de muchas vidas, esta es una parte muy, muy gratificante, un libro que cerré y a partir de ahí a otras cosas. Cuando abro los ojos en mi tiempo libre sigo haciendo deporte, pero cuando me despierto por la mañana me apetece hacer y probar muchas cosas, pero aquella prefiero dejarla cerrada. Tampoco me gustaría comprobar el estado en el que podría estar a día de hoy.
“No sé por qué ha despertado tan poco interés un Museo Olímpico porque, más allá de lo que es una simple exposición, tiene que ser un espacio que sirva para promover los valores del olimpismo y del deporte”
¿Se podía haber potenciado el tiro con arco tras este triunfo?
Barcelona 92 fue fruto de la ingente cantidad de recursos que se dedicaron a la preparación de esos Juegos. Eso lo que generó posteriormente fue una inercia de preparación de lo que eran deportistas de alta competición que se mantuvo en los Juegos de Atlanta e incluso hasta Sídney 2000. Sí es cierto que se fueron reduciendo las partidas que se dedicaban desde la Administración, pero se siguen manteniendo. Quizás a nivel de aprovechar el tirón por parte, en este caso de la Federación, seguramente sí.
Le quiero preguntar por una anécdota que nos contaba Agustín Antuña. En un evento deportivo en Avilés ninguno de los organizadores sabía que usted estaba entre en público con su familia. ¿Esto da cuenta de lo poco que se ha hecho por mantener el legado del deporte?
Seguramente se podría aprovechar más según qué referentes para potenciar la práctica deportiva, pero yo no tengo esa percepción.
¿Agustín Antuña es una de las personas que más ha peleado por mantener esa llama de deportistas, por hacer que la gente conozca lo que hay más allá de una cita cada cuatro años?
Sí. Desde Asturias siempre ha estado muy vinculado al movimiento olímpico y después estuvo también participando en la Academia Olímpica. Ha sido siempre un motor en Asturias. También tengo que recordar mucho a Manolo Llanos, Manolo Fonseca, Javier Gómez Navarro al frente del CSD y Alfredo Goyeneche en el Comité Olímpico Español porque son los referentes y los grandes motores de todo el desarrollo del deporte. En el caso de Manolo (Llanos), no solamente a nivel autonómico, sino a nivel nacional mientras (Manolo) Fonseca estaba en la dirección del Comité Organizador de Barcelona y Alfredo (Goyeneche) desde el Comité Olímpico, en su momento a la sombra de Carlos Ferrer Salat, pero siempre era al final el que sacaba las cosas adelante. Para mí son ‘culpables’ de todos los resultados deportivos.
Con Antuña compartía directiva en la Familia Olímpica del Principado. No fueron capaces a conseguir el Museo Olímpico. Y no fue por falta de intentos…
Me sorprende que haya despertado tan poco interés el generar ese espacio en el Principado porque entiendo que el Museo Olímpico, más allá de lo que es una simple exposición de elementos, prendas deportivas y recuerdos de distintos Juegos; tiene que ser un espacio dinámico, un espacio que sirva para promover lo que son los valores del olimpismo y del deporte. Eso es algo que, desde el punto de vista de las administraciones, sería una herramienta estupenda para conseguir la promoción de la práctica deportiva. Por eso me sorprende que al final ni desde administraciones locales ni desde la propia administración autonómica hayan visto la utilidad de crear ese espacio.
Ahora llega un nuevo equipo con Jorge García a la cabeza que busca reactivar ese proyecto y que además quieren contar con la experiencia de los salientes. ¿Confía en ver un equipamiento así en Asturias?
Confío en que sí, se logrará.
¿Esta comunidad trata al deporte como merece?
Hay mucho por hacer, pero ahí es fundamental que se dote de los recursos económicos necesarios para ello. Difícilmente desde la Dirección General de Deporte van a poder desarrollar buenas políticas si al final no disponen de una partida presupuestaria suficiente. Me constan los esfuerzos de algunos de los directores de deportes que han pasado por ahí en todos estos años, pero se encuentran con la limitación de los recursos de los que disponen. Si miras un poco lo que son las cuantías de las líneas de subvenciones que sacan para eventos o incluso para la alta competición, son ridículas en comparación con lo que hay en otras comunidades autónomas. Ese es el punto de partida. Se pueden tener ideas maravillosas, pero si no tienes los recursos para poder desarrollarlas es muy difícil.
“En el movimiento olímpico y el deporte hay una serie de referentes como Agustín Antuña, Manolo Llanos, Manolo Fonseca, Javier Gómez Navarro y Alfredo Goyeneche”
¿Está la región perdiendo una oportunidad incluso económica? El deporte, además de valores, también es dinero.
Sí, claro que sí, pero afortunadamente en estos últimos años se han ido produciendo algunos eventos que están demostrando que realmente lo que generan es riqueza, lo que trae es riqueza a Asturias. Ahora hace falta algo más que iniciativas privadas, que las hay y en algunos casos con apoyos de las administraciones locales, como puede ocurrir en Avilés. Sé que están muy volcados y Jorge García es muy culpable de los éxitos de la organización de ese tipo de eventos en Avilés. Eso demuestra que, lejos de suponer un gasto para cualquier administración, es una inversión.
Usted conoce los dos lados porque también trabajó para el CSD entre 1996 y 1998. ¿es más complicado romperse la cabeza desde el otro lado?
Es diferente. Sí es complicado (risas). Cuando te dedicas a la práctica por y para tí mismo, los retos que tienes que afrontar son diferentes, dependes de terceros en el sentido de que al final trabajas con un cuerpo técnico. Cuando estás en la gestión, se complica la cosa muchísimo.
¿El deporte está demasiado politizado?
No, lo que está es demasiado mercantilizado. Ahora mismo, en el caso de algunos deportes, priman más los intereses económicos que la propia competición. Incluso más que lo que son los propios valores que se deberían transmitir en el deporte. No veo con buenos ojos la ‘sumisión’ de los deportes, por ejemplo, a los medios de comunicación cuando por conseguir audiencias lo que se hace es cambiar los formatos de competición. Al final parece que todo depende de que tenga audiencia o no y el deporte está por encima de todo eso. Si en su momento el deporte consiguió llegar a ser un espectáculo, era por el deporte en sí mismo y los medios venían a vernos. Que ahora mismo el deporte lo que haga sea plegarse hasta el punto de cambiar los formatos de competición de las distintas disciplinas me parece una excesiva mercantilización.
Tras el paso por el CSD regresó a Asturias y en la actualidad es gerente del Club Santa Olaya, uno de los grandes clubes de la comunidad. ¿Ve el deporte con otros ojos?
Al final estás viendo o viviendo el deporte desde otra faceta. En el Santa Olaya también tenemos deporte de competición, desde equipos que participan en campeonatos de España, internacionales que han conseguido medallas en campeonatos del Mundo hasta deporte de base, con lo cual al final tienes una aproximación al deporte bastante amplia. Además tenemos práctica deportiva no competitiva y desarrollamos todo lo que tiene que ver con la actividad deportiva de ocio y formativa, con lo cual es muy enriquecedor.
“En 1995 comuniqué mi retirada. La Federación Española no estaba invirtiendo recursos en nosotros y no estábamos preparados para defender el título. Fue un despropósito”
El Santa Olaya es uno de los diez clubes que conforma la asociación ACEDYR para tener una vox única ante la administración. Suman 100.000 socios, el 10% de la comunidad. ¿Sienten que el Gobierno autonómico no les escucha?
Es necesario potenciar más el diálogo con los clubes y desde el gobierno de nuestra comunidad deberían de darle más importancia a la práctica deportiva, en todas sus vertientes, de la que se da en este momento. Por un lado, en cuanto a lo que pueda ser la competición de alto nivel porque no deja de ser imagen para la propia región y eso siempre reporta beneficios a la comunidad. Por otro, desde el punto de vista de la promoción de la práctica deportiva porque sabes que va a revertir en una mejor calidad de vida y en una mayor salud de tu población. Me sorprende que a día de hoy no estemos hablando de una consejería que lleve el apellido deporte. Se suele entender que el deporte es el fútbol, pero no el deporte del futbol sino el fútbol profesional, el que se ve en la televisión. El deporte es mucho más que todo eso y realmente lo que le da sentido al deporte de alta competición es que luego sirva de referencia para promover y fomentar la práctica deportiva. Ello, además de traer salud a la población en general, es una herramienta de formación brutal en edades tempranas porque te enseña valores, la búsqueda de la excelencia, la colaboración y la entrada en dinámicas de grupo. No acabo de entender que realmente no se vea esa dimensión de lo que es la práctica deportiva y la competición que está tan denostada en según que edades, bien orientada, también forma en sí misma porque te ayuda a participar, pero al mismo tiempo a intentar mejorarte y a reconocer los éxitos y la consecución de la excelencia por parte de aquellas personas con las que compites, te enseña respeto.