A punto de cumplir dieciocho años y de dar el salto a las categorías senior, este joven, ligado a dicho deporte desde su infancia, participa estos días en el que será su último ISA World Junior Surfing Championship, en el país centroamericano

Dicen que todos los niños nacen con un pan bajo el brazo. Otros, en cambio, lo hacen con un bisturí. O, por qué no, con una llave inglesa. O con un talento innato para la poesía o la pintura. Alfonso Suárez López (Gijón, 2006) llegó al mundo portando una tabla de surf. O, al menos, no tardó demasiado en tomar conciencia de que aquello era a lo que se quería dedicar. Ese sueño tan precoz se cumplió, y hoy, a las puertas de alcanzar los dieciocho años, este joven se ha convertido en uno de los grandes nombres asturianos de dicho deporte. Por eso, estos días está exprimiendo al máximo su participación, como parte de la Selección Española Sub-18, del ISA World Junior Surfing Championship 2024, la competición internacional que se disputa desde el 3 y hasta el 13 de mayo en aguas de El Salvador, y en la que confía en lograr un buen resultado que, en un futuro cercano, una vez dé el salto a las categorías senior, le abra las puertas de la Selección Open y de las Olimpiadas.
«Creo que esta pasión empezó cuando yo tenía cuatro años, y mi hermano Kike, siete; él empezó a surfear, y poco después comenzó a llamarme este deporte«, rememora Suárez, quien, desde el despertar de ese interés, pasó a recibir cursillos de fin de semana durante todo un verano en la reconocida Skool Surf, en aguas de San Lorenzo. Aquella experiencia terminó de apuntalar su amor incondicional por la olas. Años después, con su técnica mejorada y depurada, y mientras cursaba cuarto de ESO en el IES El Piles, en 2022 fue convocado por primera vez por la Selección para participar en el Mundial, también en El Salvador, quedando entre los tres mejores del conglomerado hispano. Un colofón por entonces nada desdeñable a una trayectoria que ya acumulaba no pocos títulos en campeonatos locales, regionales y nacionales, y que se está viendo ampliado este año con su segunda presencia en la cita internacional. De hecho, otro de los deseos confesos de Suárez: revivir aquella oportunidad aparentemente única.
Hoy, más bregado, en mejor forma y, nunca mejor dicho, con más tablas que hace dos años, el gijonés se está exigiendo más a sí mismo. «Estoy en condiciones de alcanzar mi máximo rendimiento; sé que puedo dar lo mejor de mí, y es lo que voy a hacer, porque tengo muchas ganas de seguir», reconoce. A esa motivación está ayudando, y mucho, la calidad y el espíritu de la alineación española. Y es así hasta el punto de que, admite, «el ambiente es increíble, y mis compañeros son todos unos grandes, muy buenas personas, que conozco y que son buenos amigos». Nada extraño, por otra parte, a la vista de que la de España ha demostrado una y otra vez ser «una selección que siempre ha estado del top five hacia arriba, aparte de que viene una cantera muy fuerte; hay chavales que le echan muchas ganas, y que siempre se fijan mucho en mí a la hora de surfear. Eso te obliga a ser mejor y a no fallarles». Aun así, las más sentidas palabras de agradecimiento de Suárez son para Hans Odriozola, «el campeón del mundo y lo máximo de los junior. No siempre tienes a alguien de ese nivel a tu lado; nosotros aprendemos de él, lo bueno y lo que debemos evitar, y él también aprende cosas de nosotros».

Ahora bien, la competencia es tenaz. Selecciones como la de Brasil, la de Estados Unidos o la de Francia despliegan a deportistas de una calidad admirable, aunque, a juicio de Suárez, el principal rival a batir es Australia. «Siempre trae unos surfistas, aunque también aprendes mucho de ellos; eso es un lujo», reflexiona. Pero no hay enemigo invencible; bien lo sabe él, que aprovecha sus periodos en Asturias para perfeccionarse en las aguas del Cantábrico. «La verdad, no nos podemos quejar de olas, especialmente en invierno; quizá no sean las que quisiésemos en otros sitios, pero para entrenar son muy buenas, porque te enfrentan a condiciones duras», aclara. De hecho, tiene meridianamente claro cuáles son sus tres playas asturianas preferidas, siempre por la calidad de sus olas: Rodiles, Xagó y, mucho más cerca de su Gijón natal, y como gran predilecta, Peñarrubia.
Su retorno de El Salvador, previsto para la semana que viene, coincidirá con la inminencia de su salto a la adultez… Y con el instante de plantearse sus próximos pasos. «De momento, me enfoco mucho en la etapa del Circuito Europeo; nos han cancelado una prueba, la de la playa gallega de La Lanzada, pero tendremos dos, y lo haré lo mejor posible para meterme en el top five«, adelanta. Ya bien entrado el verano, se le verá en el Campeonato de Europa por selecciones. Y, a partir de ahí, con su periplo como junior agotado, «tendré que trabajar duro para, en unos años, ir a la Selección Open y, de allí, a las Olimpiadas«. Un objetivo ambicioso que, sin embargo, no le impedirá, tal vez, disfrutar esta temporada estival de eventos surferos como el Salinas Longboard Festival o el Surf, Music & Friends, ambos celebrados en Castrillón. «La cultura del surf es increíble; sirve de sustento a muchas familias, aparte de que esos eventos suelen dar un empujón económico a esa gente que no puede permitirse ir a todos los circuitos». Y se despide lanzando una petición: que las becas y subvenciones económicas para los surfistas mejoren. Pues, aunque a Suárez la suerte le ha sonreído a lo largo de estos años, «es una pena que empresas con muchos ingresos no ayuden a un par de chavales que necesitan un poco de ayuda para hacer un circuito y cumplir sus sueños«.