La primera vez que recorrió una barra fue en El Montana, a partir de ahí: El California, El Mesón del Gallo, Montmartre, Play Boy 1 y 2, Jazz 76 y 81, Torreo del Oro, La Gloria y, por supuesto, la joya de su reinado, el Escocia
Ayer despedimos en el Tanatorio de Cabueñes al hostelero gijonés con mayúsculas. Alfredo González Fernández falleció a una edad longeva y plagada de historias. Rodeado de sus hijos Pedro y Francisco, sus mujeres y sus nietos, finalizó sus días tranquilo, y seguramente pleno y seguro de haber conseguido un antes y un después en la historia de la hostelería local.
La primera vez que recorrió una barra fue en la calle Corrida, en El Montana. A partir de ahí los nombres de sus propios negocios no entran dentro de los dedos ni de una mano ni, casi, casi de dos.
Desde El California (en la calle La Merced, donde anunciaba a diario en la prensa local “el cóctel del día, por Alfredo”); El Mesón del Gallo (puso de moda la leche de pantera), Montmartre, Play Boy 1 (todos ellos en Cimadevilla); Play Boy 2 (cerca del Hotel Príncipe de Asturias); Jazz 76 y más tarde Jazz 81 (plaza de Italia); Torre del Oro (barrio de El Carmen) hasta La Gloria, frente al Náutico. Y por supuesto, la joya de su popular reinado, el añorado Escocia, en plena subida a la colegiata de Cimadevilla.
Este último se inauguró el 18 de septiembre de 1963. Los últimos años estuvo regentado por su hijo mayor, Alfredo, fallecido de forma casi fulminante hace unos años, y el socio de este. Esa pérdida y años antes la de su mujer Nieves Vega, fueron minando poco a poco a Alfredo, un hombre conversador, tranquilo y muy buen persona.
Sí, además de haber sido un visionario en cuanto a la hostelería y sus modas, no dudó en echar una mano a nuevos e inexpertos aprendices de hostelería. Desde sus propios hijos hasta los amigos de estos.
Y permítanme desde estas líneas, recordar al fallecido desde el propio sentimiento de gratitud. Gracias a este fantástico hombre, pequeño de estatura, pero con gran olfato para el negocio, la que suscribe vivió doce gloriosos años en el mismísimo Play Boy 1, en la calle Las Cruces. El Peldañu fue el nombre ideado para ese pequeño espacio, propiedad de Alfredo y regentado por mi entonces novio y una servidora.
Alfredo, seguramente tendrás un muy buen viaje. Encontrarás sin duda a muchos amantes de tus fantásticos cócteles.