“Todos tenemos una mochila imaginaria que arrastramos y eso, de alguna forma, también se plasma en mis personajes”
“Vivimos en una sociedad en la que se juzga, sobre todo, en base al dinero”
Alicia G. García (Gijón, 1972) iba encaminada a los números, de hecho estudió Ciencias Empresariales, pero la vida no siempre es cómo se espera y, después de media vida volcada en el mundo social, sintió que todo lo vivido debía ser contado. Casi como un juego se apuntó a un taller de escritura creativa y hoy, más de diez años después, puede presumir de contar con cuatro novelas publicadas que aglutinan varios premios literarios. Este mismo mes publicaba la última, El Secreto de Erna (RBA, 2022), una historia negra ambientada en Gijón. De ello y mucho más hablará este sábado en Metrópoli.
Estudiaste Empresariales, pero realmente tu vida ha estado orientada siempre hacia lo social. ¿Cómo comienza tu historia?
A los 16 empecé como voluntaria en el Albergue Covadonga, sirviendo las cenas, y poco a poco fui tirando por ahí: es un sector que engancha. A la vez, claro, estaba estudiando, porque pertenezco a esa generación a la que nos vendieron que si estudiábamos íbamos a vivir mejor. Así me gradué en Empresariales, pero mientras también me saqué el título de monitor de calle, de tiempo libre… y tuve la oportunidad de trabajar como educadora.
En ello estuve diez años, pero es un trabajo muy exigente, la gente que lo ha hecho lo sabe. Te acabas llevando los problemas a casa, yo era incapaz de desengancharme, porque empatizas todo el rato con los chavales y llegó un punto en el que ya era algo que me afectaba a nivel físico y mental. Por eso decidí cambiar y ahora trabajo en la Biblioteca Jovellanos, donde estoy encantada, rodeada de libros y de lectores.
De tu labor como educadora nace la base para tu primer libro, Buenos Días (El Desván de la Memoria) ¿Sentías esa necesidad de compartir esas otras realidades que mucha gente desconoce y tú habías vivido?
Sí, era una necesidad casi física. Tenía en la cabeza la historia, tenía todas las escenas de lo que quería que fuera el libro pero nunca había escrito nada. Cuando dejé de trabajar como educadora sentía que necesitaba llenar todo ese tiempo y ese hueco que de alguna manera había dejado en mí, así que busqué un taller de escritura creativa. Encontré uno del que me enganchó el nombre ‘El Desván de la Memoria’, dirigido por Román Alcaraz y así empecé a escribir con él, que a día de hoy sigue ayudándome.
A mí me daba vergüenza decir que quería escribir un libro, hasta el punto de que cuando por fin lo publiqué me animé a presentarme al Premio Princesa de Galiana y tuve la suerte de ganarlo. Cuando me llamaron para decírmelo tenía tanta vergüenza que ni siquiera se lo dije nadie y me costó mucho repartir algunos ejemplares entre mis colegas.
¿Cuál es la historia que trata Buenos Días?
Plasmé muchas experiencias que había conocido, pero la historia central es la de una niña de 16 años que se practica un aborto casero. En cada capítulo lo que hago es dar voz a un personaje de su entorno, que va contando su versión de lo que pasó y de lo que lleva a la chica a tomar esa decisión. Cuando acabas el libro tienes una idea de qué lleva a alguien a actuar así. Algo que siempre digo es que yo no justifico determinadas acciones, pero creo que si conoces los motivos puedes ser capaz de entenderlas.
Con otra de tus novelas, Susurros del pasado, revalidas el Premio Princesa de Galiana, pero además tienes en tu haber otros títulos y recientemente has publicado ‘El secreto de Erna’ (RBA, 2022). ¿Hay algo en común en todos tus libros?
He escrito de todo, desde novela negra a libros para niños, que también me gusta mucho, pero supongo que sí, que siempre hay un trasfondo social que todos comparten. Creo que todos tenemos una mochila imaginaria que arrastramos, somos lo que somos por nuestras vivencias, por lo que hemos vivido. Y todo eso de alguna forma también se plasma en los personajes.
Lo de la mochila es algo que viví mucho con los chavales. Tienen vivencias muy complicadas, pero llegaba determinado momento en que también ellos, como todos, elegían por donde ir. Está claro que para alguien que tiene ciertas vivencias es mucho más difícil elegir el ‘camino bueno’ de lo que ha sido para mí o de lo que será para mis hijas, por tener la suerte de tener unos modelos normalizados. Pero todos tenemos la opción de elegir.
¿Cómo se viven esas realidades (inmigración, vulnerabilidad, exclusión social) cuando te las cuentan en primera persona? ¿Somos una sociedad racista?
Cuando los educadores salíamos de excursión con los chicos lo veíamos. Eran grupos muy heterogéneos con chavales de distintos países, de Latinoamérica, chicos gitanos, en situación vulnerable… y recuerdo perfectamente cómo les miraba la gente, por ejemplo, en un tren. Eso es algo que se nota y que ellos también ven. Cuando recibes ese trato, esas miradas, tu tendencia es a cabrearte. Sé que hay que ser muy templado para no saltar en ciertas situaciones.
Vivimos en una sociedad que tiene sobre todo miedo a lo desconocido, a lo diferente. En lugar de querer conocer otras culturas, otras costumbres, lo que hacemos es juzgar a la gente. Y creo que en la base de todo está el dinero. Para muchas personas ser negro o gitano tiene connotaciones negativas a no ser que tengan dinero. O que sean famosos.
Con la guerra de Ucrania es algo de lo que se ha hablado mucho, esa sensación de que hay refugiados de primera y de segunda.
Sí, incluso para eso tener dinero o al menos parecer que lo tienes es algo que marca la diferencia. Por eso es muy importante educar a los niños para que sean capaces de empatizar con todo el mundo.
En ese sentido, ¿cómo somos en Gijón?
Gijón es una ciudad acogedora, que es algo en lo que suelen coincidir las ciudades con mar. Además hay un movimiento asociacionista fuerte, hay comunidad, hay sentimiento de barrio. También, y como pasa en todos los sitios, es una ciudad clasista, y nunca será lo mismo nacer en barrio o en otro.
Gijón es, además de la tuya, la ciudad de tu última novela. ¿Es una ciudad que inspira?
Precisamente decidí centrar la historia en Gijón para reivindicar que en las ciudades pequeñas también pasan cosas. Que a veces parece que todo pasa en Madrid, en Nueva York o en ciudades del norte de Europa que ni sabemos pronunciar.
La novela comienza con una niña abandonada cerca del cementerio de Deva. La encuentran unos corredores que llaman a la Policía, que a su vez encuentra un coche, en la zona de la Providencia, con un hombre muerto dentro. Así comienza la investigación por la que nos llevará un inspector y una subinspectora.
Además, el libro tiene una subtrama que es la que personalmente más me gusta y que explica un poco por qué sucede la acción y las razones que arrastra quien la lleva a cabo. Solo puedo decir que está hilado con algo que descubrí investigando la II Guerra Mundial. Y hasta aquí puedo leer.
¿Por qué Deva y La Providencia?
Me encanta caminar por Gijón y creo que conozco casi todos los sitios. El principio de la acción está situado en la Providencia porque sé los problemas que tienen los vecinos del barrio con los rallys ilegales y pensé que era una zona en la que era verosímil que un coche pudiera tener un accidente. Deva un poco lo mismo, es un sitio aislado, cerca del cementerio, en un entorno donde apenas pasa gente…
¿Tienes algún sitio preferido para escribir?
Pues es complicado. Llevo ya escribiendo 12 años, he ganado varios premios, publicado unas cuantas novelas… y aún así no tengo hábito a la hora de escribir. No es algo que me pueda permitir. Escribo a ratos, donde puedo, pero cuando me llega una idea tengo que escribirla, y hasta me enfado si no encuentro ese momento para poder concentrarme y escribir. Eso sí, cuando acabo la novela me puedo olvidar hasta del nombre de los personajes, pero escribirla es como una necesidad.
El sábado estarás en Metrópoli, ¿cómo surge la colaboración y qué nos vamos a encontrar en tu charla?
La invitación me la hacen desde el festival y la verdad es que me pareció una idea estupenda. Además, el mismo día que toca Loquillo, que estoy rendida a sus pies, marcó toda mi adolescencia.
Y lo que vamos a hacer dentro del espacio Metropolitanas es una charla con la también escritora Verónica García-Peña. Hablaremos de la novela, del proceso de creación literaria… hay mucha gente interesada en ello que me pregunta cómo empecé, cómo va este proceso, y allí podremos resolver esas dudas. Y también hablaremos del papel de las mujeres en todo ello y de lo que supone ser mujer y escritora. Es algo que agradezco a la organización, esta oportunidad para dar visibilidad a las novelas y también a las mujeres y que haya un espacio en donde puedan preguntarnos y comentar cualquier duda que quieran hacernos.
De hecho, tus protagonistas suelen ser mujeres.
Sí, pero no de forma predeterminada. Lo hago así porque me resulta más interesante para el tipo de novela que escribo porque creo que son personajes con más dobleces. En una de las presentaciones que hicimos del libro una chica me preguntaba por qué había puesto una pareja de investigadores hombre-mujer y simplemente es porque creo que me da más juego para poder mostrar la historia.
Y también, la otra parte por la que mis protagonistas son mujeres es para intentar cambiar el estereotipo de novela negra, con el típico investigador alcohólico, fumador, solitario…me interesa darle una vuelta. Por lo que me dicen, a los lectores les gusta, les está enganchado, y eso para mí es suficiente.
¿Dónde podemos comprar ‘El secreto de Erna’ ?
Está en casi todas las librerías, también en Casa del Libro, Amazon y en digital.