«Quería dejar claro como fueron los acontecimientos que rodearon la muerte de mi hermano»
«En los ’80 nadie se miraba por encima del hombro. Todos remábamos para sacar un país adelante con nuestros impuestos«
«Me deprime esta guerra. Me deprime como alguien puede empuñar un fusil, como alguien desde un despacho puede invadir un país solo por ego»
Hablar de Los Secretos es hablar de la historia reciente de la música en España. A sus espaldas, más de 40 años colándose en fiestas, hogares, radios, y en casi cualquier rincón con canciones inolvidables como ‘Déjame’, ‘Agárrate a mí María’ o ‘Pero a tu lado’. Un grupo de amigos que hacían música y que, sin buscar el éxito, acabaron consiguiéndolo. En 1999 la muerte de Enrique Urquijo marcaría un antes y un después en una banda que, además, ha tenido que sobreponerse al fallecimiento de otros dos miembros. Mañana aterrizan en Gijón, en el Teatro de la Laboral y su líder, Álvaro Urquijo, hace un parón en los preparativos para atendernos. Con él hablamos de la historia de Los Secretos, de música, canciones y modas en esta entrevista.
El pasado año se publicaba la biografía del grupo ‘Siempre hay un precio’, ¿una mirada hacia atrás para poder seguir hacia delante?
Es algo que tenía que hacer. En 2019 hicimos un concierto homenaje, cuando se cumplían 20 años de la muerte de Enrique. Fue algo muy bonito pero me di cuenta de que cuando me preguntaba cosas de mi hermano, la gente tenía unas ideas no muy claras sobre él. Me puse a ver cosas de hace tiempo, tirando de hemeroteca, y en muchas entrevistas había frases sacadas de contexto. Así que pensé que tenía que dejar claro como fueron los acontecimientos que rodearon su muerte. No tenía la pretensión de hacer un libro, pero quería ordenar los hechos cronológicamente y contar con las personas que lo habían vivido. Pedí ayuda a un buen amigo, editor, para que me ayudara a transcribir todo aquello y él me puso en contacto con una amiga que trabajaba en Espasa. Le gustó mucho la idea y así nació ‘Siempre hay un precio’.
La idea era dejar por escrito cómo había sido la historia del grupo, cómo habíamos afrontado cada reto, cada barrera y cómo hemos conseguido ser fieles a nosotros mismos. Hubo un tiempo en que nos dieron la espalda los medios, no íbamos a la moda, pero protegimos nuestra forma de componer e interpretar. Lo antepusimos al éxito. El éxito era para otros, nosotros no éramos gente ambiciosa y, sin embargo, el tiempo nos ha dado la razón. No éramos showmans, solo músicos que hacían canciones bonitas, pero nunca fuimos super ventas. Tardamos muchos años en tener reconocimiento y ha sido la gente la que nos ha dado esa longevidad. Para que te hagas una idea, nuestro primer video tardamos más de una década en sacarlo, creo que fue en el ‘91.
En su último disco, ‘Mi paraíso’, canta “Hoy todo me parece un mundo extraño. Eso que nunca me iba a ocurrir”. Después de una pandemia, la erupción de La Palma, el asalto al Capitolio en EE.UU y ahora una guerra en mitad de Europa ¿Qué más nos puede pasar?
En la canción hablo precisamente de eso, de qué nos va a pasar. En concreto de que, a nivel personal, pensé que no me iba a pasar lo que le ocurrió a mi padre. Él era una melómano, prefería que gastáramos el poco dinero que nos daba en discos, pero cuando se los poníamos (The Clash, Police…) no le gustaban. Yo pensé que eso no me iba a pasar a mí, y me ha pasado, ahora hay cosas que no entiendo. Hoy todo me parece un mundo extraño.
¿También la música?
Toda la música que nosotros escuchábamos tiene un origen humano: la música negra, el soul y el blues formaban el rock, el rockabilly… ahora las canciones parecen sacadas de un laboratorio. Lo veo con mi hija, muchos de los grupos que escucha no tienen ni intro ni guitarra, con las voces perfectamente afinadas. No sé, creo que si nosotros hubiéramos tenido todos los medios que tienen hoy los jóvenes no hubiéramos necesitado aprender más. Grabas una pista, te pasan la voz por autotune y ya está, cualquiera puede cantar. Desaparece el esfuerzo, aunque puede que no la originalidad. Y no significa que sea música mala. Pero hay muy poca herencia cultural, y cuando aparece es en forma de sampler.
Hace unos meses el pianista James Rhodes decía aquello de que “ni de coña” escucharemos Bad Bunny en dos siglos. ¿Está de acuerdo?
Nunca se puede saber. No puedo opinar del futuro, si lo hubiera hecho hace 40 años nunca hubiera imaginado donde están Los Secretos hoy en día. Pero sí es verdad que en la música se habla mucho del concepto de ‘cerilla’, algo con mucha luz, con mucha intensidad, pero que dura muy poco tiempo.
El patrón de las canciones que tengo en la cabeza, las melodías, esas palabras que pegan tan bien… le pasaba, salvando todas las distancias, a McCartney cuando compuso Yesterday. Estuvo una semana preguntando a todo el mundo si les sonaba la canción, no creía que algo así no estuviera ya hecho. A mi modo de ver es como comparar un Velázquez con un Miró, son formas de arte muy valiosas pero con distintos valores de base. Y, por supuesto, el marketing que hay detrás.
Y, sin embargo, Los Secretos llevan más de 40 años en activo y siguen presentes. Yo conozco sus canciones, pero mis padres también. Y se versionan en programas como OT, que también llegan a los más jóvenes. ¿Hay himnos que son para siempre?
Nadie decide levantarse un día y crear una canción que lo va a petar 42 años después, como pasó con Déjame. Pero creo que componer música es el acto más precioso que conozco. Cuando se te ocurre algo lo haces gratis. Cuando esa canción se hace famosa y una discográfica saca tu disco, claro, quieres algo de ese dinero, pero lo que te mueve a componer es dar rienda a tu imaginación, hacer algo de lo que te sientas orgulloso.
Te hablo de esto porque creo que mi hermano tenía una facilidad asombrosa para hacer canciones. Era el que menos tocaba la guitarra y tenía ese don de, con muy pocos elementos, hacer una canción. Esa es la historia de la música y no la mercadotecnia que hay alrededor. Yo me eduqué escuchando grupos que hacía diez años que se había separado: Beatles, Beach Boys, Eagles. Y no era un problema, seguían vigentes Elvis Costello, Sting, Blondie…
Habla de lo que escuchaba muy al principio, cuando Los Secretos todavía eran un proyecto. ¿Cómo fueron esos comienzos? ¿Hubo momentos duros?
Déjame arrasó, pero vendimos 10.000 copias, no era proporcional. Las discográficas aún no sabían manejarse, había muchas bandas. Antes de nosotros estaban Miguel Ríos, Leño, Los Burning… Fueron comienzos duros porque tres años después de aquello nuestra propia compañía nos dijo: “Chicos, no sé dónde ubicaros, no vamos a renovar contrato”. Pero los tres primeros discos que habíamos hecho se seguían escuchando, tenían una segunda vida que no depende de la promoción, depende de la gente, de quienes nos han mantenido todos estos años.
¿Y hoy en día, sigue comprando los mismos discos con los que soñaba hace 30 años?
Sigo comprando mucha música en vinilo. Escucho música antigua que de joven no podía comprar, porque no teníamos dinero. Nos daba para uno o dos vinilos, había que pensar muy bien qué comprar. Ahora estoy completando discografía de mucha gente y quiero pensar que eso hace que esa música, de alguna manera, vuelva a vivir.
Su hermano Enrique sale nombrado en cada una de sus entrevistas. Pero es que más de 20 años después de su muerte, es ya historia musical de nuestro país. Ahora usted le dedica Si pudiera parar el tiempo. Si existiera ese mecanismo, si de verdad pudiera pararlo y retroceder, ¿qué cambiaría?
No lo sé, solo sé que no podré retroceder. Que es imposible. Supongo que intentaría ayudar más a mi hermano, intentaría hacer las cosas mejor, pero no saldrían naturales. Esa canción en concreto es un pequeño homenaje a los que no están y que han formado mis pilares. También a los grandes del rock, a los grandes compositores. Lou Redd, Dylan, Mick Jagger. Cuando ellos falten, ¿quiénes van a ocupar esos pedestales?
De jóvenes queríamos ser como ellos, cuando no existían las redes sociales nos poníamos en primera fila en los conciertos y nos fijábamos en qué ampli usaban, qué pedales, la marca del micro… para nosotros era adoración. Ahora coges un tutorial y el propio guitarrista te explica cómo tocar sus canciones. Ojalá lo hubiéramos tenido, pero esta es una canción a esos viejos tiempos.
Y es que creo que la música también pasa por tener a esos grandes faros que iluminan, ahora el faro parece más comprometidos con los likes que con la calidad. Supongo que debo estar haciéndome viejo porque no lo entiendo. Como decía hace un rato, eso que pensé que no me iba a pasar, me debe estar pasando. Aunque tengo el máximo respeto por todo aquello que le guste a la gente. Yo no soy mejor que nadie para poder criticarlo. Pero sí tengo mi propia opinión.
Dice en una entrevista: “En la Transición podías hablar sin problemas con un comunista y con otro de Fuerza Nueva sin matarte”. ¿Hemos perdido ‘tragaderas’?
En los ’80 nadie se miraba por encima del hombro. Todos remábamos para sacar un país adelante con nuestros impuestos. Había ganas de empezar a vivir. Ahora gente que no vivió aquello lo critica y creo que no es justo. Porque si ahora puedes criticarlo es porque se ha conseguido esa libertad para poder hacerlo.
¿Qué balance hace, 40 años después, de todo lo que significaron los aquellos años?
Yo era un chico bastante espabilado, sacaba los estudios por los pelos porque me apasionaba la música, en gran parte, por culpa de mi padre. Me siento tremendamente afortunado. Pese a todo. Pese a la pérdida de Enrique, pese a haber perdido a dos compañeros más…es tremenda la capacidad de superación y ese esfuerzo que hemos hecho para no rendirnos. Hemos sabido improvisar, viviendo semana a semana. Nuestra táctica ha sido intentar hacerlo lo mejor posible. «Nos faltan tres miembros, pero vamos a dar todo de nosotros«.
Para nosotros la música nunca ha sido un negocio. No quiero parecer pedante, pero cuando hablo con el manager, por si podemos ir subiendo el caché un poquito, en lugar de pensar en cuánto vamos a ganar pensamos en que entonces podremos llevar más equipo, más montaje. Invertir en el espectáculo.
Es un balance complicado, por los que ya no estás, por el éxito que han conseguido. Pero, pese a todo, ¿la vida le ha tratado bien?
El balance no puede ser otro. Es muy bueno. Tengo recuerdos maravillosos. Cuando pisé por primera vez un escenario, cuando pude comprarme mi primera guitarra…aquellos sentimientos tuvieron que ser parecidos a los del primer hombre que pisó la luna. No significa que no haya habido malos momentos, pero la memoria es selectiva. Del ‘82 al ‘87 estuvimos arruinados, viviendo en casa de mis padres. Me tuve que ir a casa de mi novia porque me encontraba a mi padre por el pasillo y me miraba con esos ojos de “te lo dije”.
En el ‘87 sacamos un gran disco y al año siguiente empezamos a girar. Y entonces mi padre decía: “pues ya se han vuelto a salir con la suya”. La verdad es que nunca hemos sido ricos. Hemos dedicado esfuerzo y dinero a equiparnos y formarnos como músicos. Siempre hemos tratado de cuidarnos, de que todos los miembros estén bien y de que haya buen rollo. Y podemos decir que hemos sido felices. Todos los que hoy en día estamos en Los Secretos hemos conocido a nuestras parejas gracias a la música. Todo lo que tenemos, todo, se lo debemos a la música.
Los ‘80 y ‘90 también fueron años de inestabilidad, de la Guerra Fría, de las canciones gamberras de los Nikis. ¿Estamos retrocediendo?
Creo que el mundo tiene que acostumbrarse a lo digital. La época que a nosotros nos tocó vivir fue el descorchar de las libertades y el divertimento. Éramos conscientes de que el mundo estaba hecho una mierda, había mucho paro y poco dinero. Yo hasta el ‘87 no me pude independizar, me acuerdo que los bancos te daban créditos con un 17% de interés. Pero también fue una época de libertades en la que tanto política como culturalmente todo era respetado y aceptado.
En cuanto a la música, se ha devaluado con la llegada de lo digital. El otro día viene un amigo y me dice, “ey, tengo un disco duro con un millón y medio de canciones, ¿te interesa una copia?”. Cómo voy a hacerme una copia. Yo vivo de esto. Ha sido la tecnología la que ha condicionado el consumo y nos ha desmotivado a culturizarnos de verdad. Ahora que puedes ver vídeos de historia, documentales, libros, música… y no haces nada. Nada que cueste esfuerzo. El consumo inmediato no deja una huella de cultura y aprendizaje en la mente.
¿Cómo ve el mundo ahora?
Estoy muy enfadado con la guerra de Ucrania. Enfadado con Putin, enfadado con tantos que ni sabemos. Me deprime esta guerra. Me deprime como alguien puede empuñar un fusil, como alguien desde un despacho puede invadir un país solo por ego.
Cuando parecía que ya estábamos viendo la luz al final del túnel con el virus nos hemos metido en una horrorosa guerra entre primos. Porque, al final, todos somos parientes. Y nos estamos matando.
Pero a tu lado se ha convertido en el segundo himno (no oficial) en el Levante. ¿Le hubiera gustado que lo hubiera sido de un equipo de Madrid, su ciudad?
Hay una segunda capa en la música, esa transversalidad que hace que sintamos igual al público de Madrid que al de Barcelona o San Sebastián. Lo del Levante fue de esos detalles de, qué bonito. Nos invitaron allí, y fue una gran sensación.
Son momentos que te regala la música. Si vas a cualquier ciudad y en una plaza suena Déjame, más de 20 personas van a seguirla, se saben la letra. Joder, qué bonito. Me pasó también hace no mucho. Me mandaron un vídeo con una familia enorme que vivía por medio mundo, en Pamplona, Canadá, Nueva Zelanda… eran las bodas de oro de los abuelos y habían hecho un vídeo cantando Pero a tu lado, todos. Y pensé eso: qué bonito.
Nacieron en Madrid, en lo que hoy en día es el barrio universitario por excelencia, Arguelles, y allí, en Madrid, han permanecido todos estos años. ¿Nunca les ha dado el gusanillo por dejarlo todo y marcharse a una ciudad más pequeña, más cómoda? Me dicen que aquí en Gijón se vive muy bien…
Envidia me dáis. Jesús Redondo (teclista) vive en Mallorca y cada vez que nos manda una foto me muero de envidia. Vivo en Madrid porque al final aquí están las discográficas, las radios, los medios nacionales. Pero claro que envidio vivir en una ciudad más pequeña, menos despersonalizada.
Y no sé si es suerte o no, porque no acompaña la fama, pero yo en Asturias nunca paso frío, siempre sale algo de sol y siempre nos encontramos con buena gente y buen ambiente. Y la comida, claro. Tocar en Asturias es como tocar en casa.
Pero, a la vez, también me alegro mucho de ser madrileño. En Madrid nunca hemos tenido los parabienes del mar y del clima, pero ahora veo que tiene esa capitalidad tan abierta, de la que no se hace en política. Las bandas venían de otros sitios a tocar y nunca se sentían extrañas. Cuando pisas Madrid dejas de ser de donde eres y pasar a ser una parte más. Nadie pregunta de dónde eres, y eso hace que exista muy buen rollo. Eso sí, viviendo a las afueras, para comprar un periódico o ir a por el pan tengo que hacerme 6 kilómetros en coche. Es el precio que se paga.
En 1981 vinieron a Asturias para hacer algunos de sus primeros conciertos. Por la tarde tocaron en Oviedo, de noche en Gijón y al día siguiente en Cudillero. Cansa solo de imaginarlo. ¿Qué queda de aquella época?
No pudimos empezar mejor. Ibas a Asturias y decías, jolín, aquí nos adoran, esto en Madrid no se ve. Creo que fuimos de los primeros en girar. Coincidíamos en los locales de ensayo con Alaska, con Nacha Pop, grandes grupos que no salían de gira fuera de Madrid. De hecho nosotros viajábamos con los heavys: con Barón Rojo, con Leño… las discográficas no sabían donde meternos. Y allí estábamos. Nos forjamos en los directos convenciendo a gente que, decía, no había visto nada parecido.
Les contestó un productor, para decirles que no valían: “Vuestra música huele a vaca. Esto no lo van a poner en ninguna emisora”. Asturiano no era…
(Risas). No era asturiano, no. Pero fueron palabras cariñosas. Decía lo de vaca en referencia a la música country que se hacía en América. “No vais a comeros nada con lo que suena en la radio”, nos dijo. Sonaban otros grupos geniales, como Duran Duran, pero que no tenían nada que ver con nosotros. Él pensaba que no íbamos a tener futuro si seguíamos haciendo lo que hacíamos. El tiempo y sobre todo el público nos han permitido quitarle la razón.
Hace ya tres años del último disco, ¿tienen en mente el siguiente? ¿Qué proyectos tienen Los Secretos para el futuro?
Uno de mis sueños cumplidos es que tengo un estudio en casa. Puedo tocar un poco de todo, batería, guitarra, bajo. Y en esas estamos, no sabemos si hacer una gira dentro de no mucho tiempo.
En 2020 teníamos muchísimos conciertos en la gira que teníamos programada, con canciones de todas nuestras épocas y todo se fue al garete. Pasamos a hacer conciertos con un tercio del público, con poca tecnología para abaratar el concierto y que todo el mundo pudiera cobrar. Ya hemos vivido esas circunstancias de trinchera y estamos acostumbrados a seguir adelante. Pero era una gira muy bonita y ojalá podamos recuperarla.