Nos toca centrar los esfuerzos en la violencia sexual que sufren todavía demasiadas mujeres y que se manifiesta de formas muy diversas
El avance de la igualdad de mujeres y hombres se debe, sin duda alguna, al movimiento feminista y, también, al quehacer de muchísimas mujeres y algunos hombres que, en su día a día y desde diferentes posiciones, decidieron vivir de forma distinta a la que les fue asignada por ser mujeres y hombres. Gracias a esto, se logró que los partidos políticos fueran asumiendo como un deber propio las denominadas políticas de igualdad. En nuestro país, podemos establecer el punto de partida en octubre de 1983 con la creación del Instituto de la Mujer. Cuarenta años de políticas de igualdad que han sido decisivos para cambiarnos. Nos han hecho mejores; porque avanzar en derechos, libertad e igualdad siempre asegura un avance positivo
La clave de ello ha estado, ciertamente, en que conquistar y avanzar en derechos, libertades e igualdad suponen un movimiento de afirmación que incluye y no excluye, que amplía y no merma. Veámoslo con algunas de estas reivindicaciones ya clásicas. La petición de derechos políticos de las mujeres como el voto no supuso que quienes ya votaban perdieran este derecho. La paridad y las listas cremallera en los procesos electorales aseguraron unos mínimos de presencia de hombres y mujeres para que ni unos ni otras se quedaran fuera o estuvieran infrarrepresentados. La incorporación masiva de las mujeres al empleo ha significado más autonomía e independencia, creación de puestos de trabajo y una mayor diversidad laboral y no ha conllevado nunca pérdidas de empleo. La lucha contra la brecha salarial no ha significado la rebaja de salarios, sino subidas para la equiparación. La demanda de una sociedad corresponsable en el cuidado garantiza que madres y padres puedan ejercer su derecho a una maternidad y paternidad responsables, a cuidar a sus hijas e hijos… Y la lista continúa.
Estamos mejor que antes. Y podemos estar mejor si seguimos avanzando por este mismo camino de derechos, libertades e igualdad. Sigamos la agenda feminista pues hasta ahora sus resultados nos han sido positivos. Por eso, nos toca centrar los esfuerzos en la violencia sexual que sufren todavía demasiadas mujeres y que se manifiesta de formas muy diversas desde la prostitución hasta la compra de niños y niñas mediante los vientres de alquiler, pasando por la pornografía y la objetualización de los cuerpos de las mujeres; y la precarización del mercado laboral injusto y desigual con muchos y especialmente todavía con las mujeres.
Por eso, hoy seguimos necesitando la reivindicación en la calle, en el día a día y la asunción de las políticas de igualdad por parte de los partidos políticos como un elemento emanador y sustentador de su acción.
Ana González Rodríguez es profesora y fue consejera de Educación del Principado (2012-2015) y alcaldesa de Gijón (2019-2023)