«Necesito escribir una historia a partir de un final determinado y saber exactamente qué sucederá en el capítulo sexto», cuenta el autor de La favorita del Harén

Era de justicia que Andreu Martín abriera la ronda de ruedas de prensa de la Semana Negra. Se subió al tren negro hace 33 ediciones y lo ha vuelto a hacer en la Semana Negra de la 34ª edición, como también lo harán José Luis Muñoz, Juan Madrid o Paco Ignacio Taibo II con los que compartirá charlas para hablar de lo divino y de lo humano. Entonces eran una joven generación de escritores que irrumpía en la novela negra dispuestos a dar otras perspectivas del género, continuando el testigo de los que entonces ya eran clásicos como Vázquez Montalbán, Jean-Patrick Manchette o Donald E. Westlake. Los recién llegados entonces tenían treinta años. Ya ha pasado mucho agua bajo el puente.
En aquella primera edición de la Semana Negra, Andreu Martín llegaba con Prótesis bajo el brazo, un clásico de la novela negra catalana que ha acompañado a Martín siempre como un segundo apellido, a pesar de que el escritor barcelonés ha desarrollado una obra multidisciplinar que va del cómic a la novela popular, juvenil y novelas mutantes, híbridas de diferentes géneros.
La favorita del harén es la excusa para charlar en Gijón, una novela escrita «a petición de los lectores», afirmó Andreu Martín, quien está encantado de escribir sobre un mundo extraño en torno al Tibidabo, donde el narrador y protagonista es un tipo extravagante, loco, como lo es el propio Tibidabo. Según Martín, «el género negro es, quizás, el único en el que se supone que habrá más historias con el mismo personaje. Cuando escribí Sociedad negra, pensé que el final sería cerrado, pero todo el mundo me pedía que continuara con la saga de los investigadores de la Sociedad Negra. Se ha dado incluso que gente que se considera iniciada o aprendiz de la novela policíaca, ya se plantea como será el personaje, con ciertas costumbres y continuará con… Quiero decir que se plantean la saga antes de comenzar la primera novela. Yo no soy así». A parte de la serie dedicada a Flanagan, «a mí las sagas no se me han dado bastante bien. Me gusta contar historias cerradas. El Harén del Tibidabo me hizo sentir muy cómodo, con ese submundo allí creado y me animé a escribir La favorita del harén porque escribir la segunda parte de una novela siempre es un desafío. Te preguntas qué conservas de la primera y qué no. Si mantendrás la misma estructura o no, los mismos personajes secundarios o no, el mismo malo o no. Y así me arranqué con La favorita«.
«Cuando no cumplen con lo que me dan, a partir de ese momento, los libros o las pelis salen disparados por la ventana»
Cuando le preguntan por Prótesis, Martín lo tiene muy claro: prefiere hablar de Cabaret Pompeya: «Todas las novelas que yo escribí antes fueron ensayos, aprendizaje para escribir esta novela. Cuando alguien me dice que no ha leído nada mío, le digo que lea Cabaret Pompeya y nada más. Humildemente creo que desde que escribí esta novela, escribo mejor. Prefiero que me conozcan por este libro que por todo lo anterior». Andreu Martín no reniega de Prótesis pero reconoce que está harto de que le hablen de ella: «Desde que la escribí hasta ahora, anda que no he escrito cosas y anda que no he cambiado. Hasta qué punto yo me reconozco en Prótesis. No lo sé. Yo tenía 40 años menos. Fue un hallazgo y no reniego de ella porque me ha dado muchas alegrías pero siempre prefieres hablar de la última».
Con La favorita del harén, Andreu Martín intentó lograr algo que, a lo largo de su trayectoria literaria, ha sido muy importante: «Sondear el surrealismo dentro de la vida cotidiana». Según Martín, «la novela policíaca ya es eso». En la poética del autor, «la novela policíaca siempre trata de cosas ajenas, que nos resultan extrañas, estrambóticas. Normalmente los lectores de novela policíaca y los escritores no somos delincuentes y ese mundo es absolutamente loco. Gente que vive de una manera que no te podrías imaginar que vive así, o que establece relaciones entre ellos de una manera aparentemente absurda, que no nos podemos imaginar. Eso ya es un mundo surrealista con el que ya convivimos». Andreu Martín asegura sentirse seducido por ese ejercicio de escritura de un mundo «que se rige por unas normas distintas a las nuestras». Su mayor pretensión ha sido mezclar los dos mundos.
Su manera de ver la novela negra y policíaca remite a una lógica distinta de la realidad, pero con fundamentos propios, atiende a los símbolos antes que a la lógica deductiva, como un Lynch de la literatura o su coetánea Paul Auster. Y aunque Martín reconoce haber visto y leído sus obras, reconoce que no le gustan mucho «porque les falta lo que yo necesito como la comida: la historia coherente». En su manera de escribir, Martín procura no romper con la lógica: «Necesito escribir una historia y escribirla a partir de un final determinado y saber exactamente qué sucederá en el capítulo sexto. No puedo contar un chiste si no sé cómo termina. Hay gente que sí lo hace pero suele ser un fracaso». Para Martín todo es una estructura: «La coherencia lógica de la historia que estoy contando tiene que existir porque si no, no me interesa» y remata afirmando: «Cuando termino las novelas de Auster o las películas de Lynch difícilmente he entendido su lógica. Para mí, Twin Peaks fue una gran decepción, porque cuando una serie empieza con un planteamiento que te absorbe y unos personajes tan exigentes, me empuja a exigirle más. Cuando no cumplen con lo que me dan, a partir de ese momento, los libros o las pelis salen disparados por la ventana».
Por Víctor Guillot
