«No dejo pasar ni una sola emoción que note que es negativa y creo que mucha gente cuando se siente triste lo que hace es fingir que no está sucediendo y seguir como si nada, en lugar de intentar descifrar por qué le está sucediendo eso»

El monologuista, actor y streamer Ángel Martín aterriza este mes de febrero en la programación del Centro Niemeyer con su nueva obra en la mano. El barcelonés se convertirá en el protagonista de la próxima edición del ‘Ciclo Palabra’, que tendrá lugar el 20 de febrero a las 20.00 horas, para presentar su última publicación ‘Detrás del ruido’ en la que continúa relatando de manera íntima cuáles fueron sus pasos a seguir durante su recuperación tras largos períodos de depresión psicótica y trastorno bipolar. Considerado uno de los humoristas más prestigiosos del país, Martín consiguió remover a sus seguidores al dar a conocer su historia personal tras superar un brote psicótico y el duro proceso terapéutico que lo acompañó. Decidió recogerlo todo a través de la escritura y de ahí surgió ‘Por si las voces vuelven’, que sumó a más de medio millón de lectores a su historia personal. Durante la ponencia en Avilés, el escritor estará acompañado por la periodista Cristina San José, doctora en Periodismo y profesora en el Máster de Cine, Comunicación e Industria Audiovisual y en el Grado de Periodismo de la Universidad de Valladolid.
Asturias es una de las comunidades con la tasa de suicidios más alta del país, ¿cómo nos ve a los españoles de salud mental?
Bueno, mi vida no gira en torno a la salud mental de un país, no trato de ser el tío que sienta cátedra en esto o que trata de dedicar su vida a la salud mental. Yo soy alguien que ha escrito dos libros contando su experiencia y si lo que he hecho te sirve a ti, fenomenal. Tengo mi opinión de las cosas porque al final son temas que en tu entorno van surgiendo y tengo claro que sí que se dice que estadísticamente somos un país que está yendo cada vez a peor, lo que no entiendo es que no se ponga un remedio de forma inmediata. Las estadísticas deberían servir para poner remedio, si uno ya sabe que se está yendo todo a la mierda y no pone remedio, no es que seamos los que estamos peor, sino que, además, somos tontos. Si ya sabemos lo que va a pasar si seguimos en esta línea, no sigamos en esta línea.
En 2023 publicó el libro que presentará en el Niemeyer, ‘Detrás del ruido. Todo lo que aprendí para rehacerme por completo y mantener la cordura’. Eso de mantener la cordura, de retenerla…. ¿Cree que con las condiciones actuales siempre corremos el riesgo de perderla?
No, no siempre corremos el riesgo de perderla. De hecho, hay ciertas condiciones que no estás obligado a llevar. Cuando hablamos siempre de: «¡Fuá! El ritmo que llevamos hoy en día, las obligaciones, las sobreexcitación»…. Bueno pues, no nos engañemos, bájate. No estás obligado a llevar ese ritmo. A mí me divierte mucho cuando dice la gente: «Es que no tengo tiempo para nada, es que la vida es súper rápida y no me da tiempo a nada». Pero están al día de todas las putas temporadas de todas las series. Hombre, pues digo yo que tendrás tiempo si te has puesto al día de Juego de Tronos que son ocho temporadas de mil capítulos de una hora cada uno. Yo creo que eso es una especie de frase hecha que sirve para justificar el no ser capaz de enfrentarte tú a las cosas que te tienes que enfrentar. Pero todo el mundo puede parar un momento y ponerse como prioridad resolver sus cosas. Estar todo el día conectado a redes sociales no es estar activo, también me divierte la gente que sigue con eso «no tengo tiempo para nada» pero comenta en cada publicación que se hace en redes de cualquier persona. Y es como, «hostia pues, para no tener tiempo a nada, estás súper al día respondiendo en Twitter, que eso sí que no es nada productivo». Entonces yo creo que hay muchas frases hechas que nos viene muy bien haber instalado en la cabeza para no enfrentarnos a ciertas cosas.
«Me divierte mucho cuando dice la gente que no tiene tiempo para nada, que la vida es súper rápida… Pero están al día de todas las putas temporadas de todas las series; hombre, pues digo yo que tendrás tiempo si te has puesto al día de Juego de Tronos que son ocho temporadas de mil capítulos de una hora cada uno»

¿Usted nota cuando pueda estar yéndose?
Hace mucho tiempo que no lo noto, lo que yo hago es no dejar pasar ni una sola emoción que note que es negativa o que me vay a hacer estar en un sitio en el que no quiero estar. Y creo que mucha gente cuando se siente triste, se siente mal o se agobia, lo que hace es fingir que no está sucediendo y sigue como si no pasara nada, en lugar de tratar de descifrar por qué le está sucediendo eso. Yo convierto en una prioridad intentar poner remedio a eso e ir avanzando, atendiendo a esas cosas. No merece la pena «bajar la guardia», ¿por qué vas a querer dejar de prestar atención a las cosas? Relacionamos el prestar atención a las cosas que nos ocurren como si fuera algo exigente y agobiante, en vez de verlo como la posibilidad de ir creciendo y aprendiendo.
Uno de sus consejos finales en su nuevo libro es el de vivir, pasar a la acción y dedicarse al ensayo-error con las cosas, porque en eso consiste. Nuestra relación con las pantallas está mediando en ello. ¿Observa una tendencia a la inacción?
Hombre, no es que yo lo piense, es que tú ves a gente sentada tomando un café y está cada uno mirando su móvil. Estás hablando con alguien, teniendo una conversación tranquilamente porque habéis tenido una cita o lo que sea, y si le suena el móvil, a ti te van a dar plantón y esa otra persona va a decir: «Espera, espera, que tengo que contestar a este mensaje de una persona que no está aquí». No es una sensación, es que es real; la gente está hablando sin mirarse a los ojos porque tiene un móvil en la mano, la gente pasea al perro mirando el móvil. La gente va en el tren con el móvil, el portátil, el iPad y durmiendo y es cómo: «¿Pero qué estupidez es esta?». La gente se está desconectando los unos de los otros.
¿No cree que quizá pueda ser un poco complicado a veces bajarse de esas dos ruedas, de la hiperconexión y de la hiperactividad?
No, no, rotundamente no. Lo que tienes es que hacerlo, pero no lo es, porque al final si te paras a pensar cuánta de la interacción que tienes a través del móvil es útil o sirve de algo, descubrirás que el 80% no lo es. Son mensajes de nada, memes. Lo que pasa es que exige la decisión de poner atención.
Desde ‘Por si las voces vuelven’ no dejó de ganar seguidores ni ha dejado de trabajar: rodajes, el informativo matinal, podcasts, entrevistas… Fue un gran éxito y mucha gente pasó a considerarle una figura de referencia en salud mental. ¿Ha llegado a sentir el síndrome del impostor? ¿Cómo procesa todo ello?
No siento que sea el responsable de esos grandes discursos sobre la salud mental, yo entiendo que el síndrome del impostor te aparece si está relacionado con tu profesión. Para que nos entendamos, es más fácil que lo sienta como monologuista, que sienta que no soy tan bueno como la gente te intenta decir, porque es a lo que me dedico y lo que trato de hacer, que es utilizar las palabras y la comedia. Dicho eso, que haya gente que intente o crea que tú eres una cosa que en realidad no eres, no puede hacerte sentir ese síndrome del impostor porque realmente tú no lo estás siendo. Entiendo que haya gente que considere que yo hago cosas, porque es verdad que tengo proyectos relacionados con esto. Tengo un podcast que se llama ‘Por si las voces vuelven’ donde hablo con gente que ha pasado por procesos complicados para ver cómo lo hacen ellos o si sus herramientas les sirven a otros, pero no lo hago desde el punto de vista de “esto es lo que tienes que hacer”. Lo que hago es una comunicación desde el lugar de: “oye, que sepas que toda esta gente ha pasado por cosas que igual son similares a la tuya, que puedes sacar herramientas de aquí y que a ellos les funcionan, por si te sirve que lo uses”. Me veo más desde el lugar de comunicar y echar un cable, que como alguien que pretende decirte cómo tienes que vivir tú y hacer las cosas. A mí me gusta escuchar, atar cabos, y si hay algo de lo que intuyo que va sucediendo te puede servir, pues ahí lo tienes.
«Me veo más desde el lugar de comunicar y de ser un tío que intentar echarte un cable, que como alguien que pretende decirte cómo tienes que vivir tú y hacer las cosas»
Siendo ese gurú de las emociones con el que le puedan identificar a veces, de forma externa, ¿le da la sensación de que Ángel Martín no puede permitirse volver a tener momentos malos?
Mis malos momentos no tienen que ver con eso, con que una persona te cuente su experiencia en una firma de libros e irse con la sensación de: “qué guay poder contarte esto a ti que me entiendes y que no me vas a juzgar”, pero la gente no busca en mí que le solucione el problema. Yo trabajo con las palabras, por decirlo a muy grandes rasgos. Tú tratas de comunicar, entonces si tú consigues con tus palabras que otra persona te entienda, eso para ti está bien, no es ninguna carga ni ningún problema. Otra cosa sería que yo no quisiera dedicarme a comunicar o a hacerme entender y cada vez que hablara se me entendiera. En el momento en el que consigues equilibrar más o menos lo que quieres hacer con lo que sucede, que como te digo es mi caso, es muy difícil que sea un problema. Yo comunico lo que quiero.
¿Y el humor? ¿Qué papel juega en emociones tan contrarias a ella como la depresión o la tristeza?
Cuando estás en la mierda más grande el sentido del humor no existe, igual que desaparece el querer o el tener ganas de. Las ganas de reír desaparecen. El humor es una herramienta muy poderosa si lo usas siempre, si vas haciendo músculo y lo vas utilizando en tu día a día y te tomas las cosas con sentido del humor. Te permite minimizar las cosas y ayuda, pero cuando estás en el fondo del pozo, del humor olvídate.