El periodista y columnista, colaborador de este diario, presenta en la Casa del Chino un volumen a medio camino entre el pasado del barrio y la premonición de su futuro, aparte de ser una reflexión sobre fenómenos como la desidia política o el turismo masivo
Gijón es una ciudad en la que laten varios corazones. Muchos, a decir verdad. Y cada uno de ellos, con un ritmo único. La Arena y Poniente, por ejemplo, resuenan por su condición de fachada costera. Fomento, sin embargo, lo hace por su carácter festivo. Toda la Zona Oeste palpita al son de su tradición industrial. Y luego está Cimavilla, quizá el más representativo de todos esos corazones netamente gijones. Un barrio anclado en un pasado hoy por muchos añorado, en el que el ayer y el mañana se dan la mano en un presente no exento de polémicas, pero exclusivo, irrepetible, seductor… Tanto, que hace años Monchi Álvarez Álvarez (Oviedo, 1973) se convirtió en uno de tantos foriatos que cayeron víctimas del embrujo de ‘Cimata’. Fruto de ese amor platónico, de ese interés por la historia y sociología de tan pintoresco lugar, es ‘Aprendiz de playu’, la colección de artículos que este reputado periodista y columnista alimenta semanalmente en miGijón… Y que ahora, tras un arduo trabajo de recopilación y edición, ha tomado forma de libro, gracias al buen hacer del sello Orpheus Ediciones Clandestinas.
Es difícil describir en qué genero literario se enmarca exactamente este volumen; ni siquiera su autor lo logra. «Creo que podemos decir que es una geografía sentimental de lo que para mí es Cimavilla«, sintetizó ayer, durante la presentación de la obra, como no podía ser de otro modo, en la Casa del Chino, segunda parada de un periplo que comenzó con la firma de ejemplares en la pasada Feria del Libro de Gijón, y que incluirá una escala en el stand que miGijón desplegará en la próxima Feria de Muestras de Asturias (FIDMA). Porque ‘Aprendiz de playu’ es mucho más que un simple conjunto de textos. En sus páginas hay sitio para la revisión histórica, cierto, pero también «tiene actualidad, ficción, pasado, presente y futuro». Todo ello, además, con una perspectiva democratizadora, pensada para que el público conozca a todos esos personajes, a menudo anónimos, que contribuyeron a hacer de ‘Cimata’ lo que es. «A veces, nos perdemos en los grandes nombres, como Jovellanos, y nos olvidamos de los humildes: de los obreros, de las pescaderas, de las cigarreras… Fueron quienes contribuyeron a construir esa personalidad propia del barrio; por ejemplo, su condición de ínsula del matriarcado«.
Acompañado por el también periodista Víctor Guillot, por la activista Anina Hood y por José Antonio Fidalgo, cronista de Colunga, Álvarez traslado al público reunido en la Casa del Chino no sólo los detalles de este libro, del proceso de su elaboración y de su contenido, sino también de la urgencia que los relatos que lo conforman entrañan. No en vano, ‘Aprendiz de playu’ es una obre que ha visto la luz en el momento exacto, «antes de que Cimavilla se convierta en un escenario como los del western que hay en Almería, en un simple reclamo para los turistas«. Una cuestión, la de la gentrificación y turistificación, cada vez más en boga, y sobre el que el columnista de miGijón alberga pocas esperanzas. «El barrio padece dos enfermedades: la desidia política y el turismo masivo, que los primeros ni saben cómo, ni quieren controlar«, admitió. De ahí su cruzada, que continuará en el futuro en este mismo diario, por «recuperar la memoria colectiva» de Cimavilla», con el deseo último, ya débil pero no muerto, de que «siga siendo el lugar que aún es».