Autoridades de Gijón, del Principado y representantes de la multinacional ofician la puesta en marcha de las obras tras conseguir la licencia municipal, mientras sigue en entredicho el futuro de la planta de DRI por el alto coste energético
Júbilo e inquietud… Alegría por el presente y dudas sobre el futuro… Percepción de éxito parcial… Pero, sobre todo lo demás, satisfacción por haber completado con éxito la primera etapa de un largo proceso. Esa ecléctica combinación de emociones y sensaciones es la que esta mañana ha dominado los ánimos de todas las personas reunidas en la planta que ArcelorMittal opera en Veriña, testigos del inicio de las obras que desembocarán en la construcción del nuevo horno eléctrico de la multinacional. Sólo un día después de que el Ayuntamiento de Gijón concediese al titán de la siderurgia la última licencia necesaria para ello, autoridades municipales y autonómicas, junto con representantes de la empresa, han asistido al acto oficial en la misma factoría que servirá de base al futuro equipamiento, que entrará en servicio en 2026 con una capacidad de producción de 1,1 millones de toneladas anuales, y que forma parte del plan de descarbonización de Arcelor. Un plan, eso sí, no carente de puntos oscuros, pues en el aire está todavía la consumación de otro de sus pilares fundamentales: la construcción de la planta de reducción directa de mineral de hierro (DRI).
El propio presidente de ArcelorMittal en España, José Manuel Arias, ha reconocido durante la ceremonia de hoy que el proyecto de la planta de DRI, que también tendría por escenario Veriña, está pendiente de que «se den las condiciones óptimas para que sea rentable». Y es que Arias ha sido tajante en ese sentido: hoy por hoy ni Asturias en particular, ni España en general, ofrecen esas condiciones. Y la razón fundamental no es otra que el elevado coste de la energía necesaria para el mantenimiento de la actividad en dicho equipamiento, que hace que ni su construcción, ni su explotación «sean competitivas» a día de hoy. Ahora bien, Arias no ha cerrado la puerta a la posibilidad de que esa maniobra llegue a buen puerto, y ha reconocido que Arcelor «sigue apostando por ella».
Incluso el presidente del Principado, Adrián Barbón, ha aprovechado su intervención para solicitar a Arcelor que realice por completo el programa de descarbonización inicialmente previsto, planta de DRI incluida, que en julio de 2021 expusieron públicamente Lakshmi y Aditya Mittal, máximos responsables de la multinacional del acero, y que, de hecho, cuenta con una subvención de hasta 450 millones de euros ya concedida por el Consejo de Ministros. «Sepan que contarán con el pleno respaldo del Gobierno del Principado para que se ejecute íntegro, con todas sus inversiones, y estoy seguro de que no me equivoco si afirmo que el Ministerio de Industria comparte el mismo planteamiento«, ha afirmado Barbón. Y es que, a juicio del líder asturiano, esa consumación del programa íntegro repercutiría positivamente en todos los agentes implicados. No en vano, «queremos lo mejor para la industria española, para nuestra siderurgia integral y para ArcelorMittal«.
En todo caso, Barbón ha centrado su discurso en las bondades del paso dado este miércoles. Con una inversión total próxima a los 200 millones de euros, el nuevo horno eléctrico reducirá las emisiones y permitirá el consumo de chatarra para la fabricación de productos ‘largos’, fundamentalmente carril para tendidos ferroviarios, y alambrón para trefilería. «Hemos hecho bien nuestra tarea«, ha sentenciado el presidente regional, satisfecho por la agilización de trámites como la declaración ambiental o la concesión de ayudas, y convencido de que la próxima entrada en servicio del equipamiento situará a Asturias «a la vanguardia de la siderurgia comunitaria». A esa Unión Europea ha dedicado también algunas palabras, rogándole que fortalezca la industria y evite que las empresas europeas compitan en desventaja frente a las de terceros países «Que otros produzcan lo que Europa ha dejado marchar por indolencia o falta de pulso político sería un pésimo negocio», ha indicado, ahondando en ello al calificarlo como una práctica «suicida».
Ese componente crítico y admonitorio por igual ha sido mucho más discreto en el caso del discurso de la alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón. Visiblemente agradecida con «todas las personas que lo habéis hecho posible», la regidora se ha revelado segura de que el inicio de lo trabajos del horno eléctrico «plasma la apuesta de futuro por esta ciudad y por Asturias. Hoy Gijón se posiciona como cabeza de lanza del plan de descarbonización que ArcelorMittal llevará a cabo en Europa, y ser el epicentro de un cambio como este es clave; no sólo por el importante impacto que tiene en la creación de empleo de calidad, sino por su firme compromiso con la innovación y con el desarrollo». Un compromiso que, además y siempre a su juicio, está alineado con ese «equilibrio entre lo social, lo económico y lo medioambiental» hacia el que marcha Europa, y que, en último término, mejorará «la competitividad de las empresas» y asegurará «su viabilidad a largo plazo».
Moriyón sí ha invitado a posibilitar ese escenario aunando esfuerzos tendentes «a contar con unos precios de la energía predecibles y competitivos«. Sobremanera en un momento como el presente, en el que «enfrentamos desafíos medioambientales sin precedentes», y resulta «imprescindible que la industria tome un papel proactivo en la búsqueda de soluciones». Un cambio que, a la postre, no será posible «sin la implicación y el respaldo de las instituciones públicas», referencia con la que la alcaldesa ha llamado la atención sobre «las inversiones que se dilatan por trámites burocráticos, y que se traducen en empleos que no se generan, en productividad que se ralentiza y en pérdida de oportunidades«. De hecho, Moriyón se ha despedido confirmando que desde el Consistorio gijonés «estamos trabajando en estrecha colaboración con el sector privado para lograr una mayor agilidad administrativa«, un compromiso que «asumimos desde el principio como propio, y que hoy recoge uno de sus primeros frutos».