Cerca de una veintena de productores y artesanos ofrecen desde miel, embutidos o quesos hasta bisutería, ropa infantil ajustable, colgantes hechos con magalla de manzana y muchos otros artículos gracias al apoyo de la Fundación Gijón Rural
El Pueblo de Asturias es tal vez el rincón más tranquilo de todo el recinto ferial Luis Adaro durante la Ferá Internacional de Muestras de Asturias (Fidma) y es el espacio elegido por la Fundación Gijón Rural para ubicar cerca de una veintena de puestos de venta donde productores y artesanos, en su mayoría asturianos, ofrecen sus productos durante este multitudinario evento en un entorno apacible y sombreado, lejos del asfalto y el ajetreo constante del resto de la feria.
Por segundo año consecutivo esta iniciativa permite a estos pequeños empresarios tener presencia en la Fidma en condiciones ventajosas. A la entrada del recinto del Pueblo de Asturias están Dani Elola y Miguel ángel Gutierres de la joven quesería Depicos, de Onís, ofreciendo un queso tipo Gamoneu, a base de leche cruda y madurado entre 4 y 7 meses, con un sabor intenso y muy agradable. También tienen crema de queso, ideal para combinar con membrillo, por ejemplo, y su propia leche, además de unos pequeños cucuruchos con trocinos de sus quesos y picos. En su primera experiencia en la feria, afirman estar muy contentos y tener “muy buen rollo con los visitantes”.
Cerca de ellos podemos encontrar diferentes tipos de miel de Valle Cervigao (Aller), de eucalipto, castaño o mil flores, así como pequeños panales y diferentes tipos de embutidos, algunos de la matanza, o compango para fabada, en El Puestín de Venín,un clásico del rastro de los domingos que este año se ha animado a asistir a la feria y que cada día despacha en las primeras horas de la mañana entre 200 y 300 bollos preñaos elaborados con masa madre. Por su puesto pasaron Luis y Mari Carmen, leoneses habituales de la Fidma que tras probar el embutido de jabalí se lo llevan junto a un evase de miel. “Nos gusta la feria porque siempre encontramos algo diferente y no nos lo perdemos desde hace muchos años”, afirman.
También de la mano de la Fundación Gijón Rural está presente Ana Marcos, en el puesto de Respotería Panduru, con local en la gijonesa calle de Antonio Cachero. Mientras vende algunas de sus cajas de galletas y pastas a dos jóvenes turistas rusas afincadas en España, señala que al margen de las ventas, “hay que estar en la Feria porque nos da mucha visibilidad y luego la gente se acerca por la tienda a lo largo del año”.
Muy cerca está El taller de la marquesa, al frente del cual encontramos a Mónica González, vicepresidenta de la Asociación de Mujeres Artesanas, y con taller en Cabueñes. En la feria presenta cartelería en madera con diferentes mensajes, bisutería como colgantes o pendientes y recuerdos de Asturias. Es su segundo año en feria y se muestra relativamente satisfecha con la marcha de las ventas.
También están por la feria Alba y Ángel, de Mondo Manzana, de Villaviciosa, especializados en joyas elaboradas con la magalla de la manzana, un proceso laborioso que requiere un largo proceso de secado pero que permite crear piezas realmente sorprendentes. Los visitantes se sorprende al descubrir de qué están hechos estos artículos, aprovechando un subproducto de la manzana para crear arte.
En este pequeño mercadillo se encuentran también Lola Blommor (flores, en sueco), ofreciendo piezas de cuero y plata que crea en su taller de Lugo de Llanera, o Aida Díaz, de La sombra del Gato, con ropa infantil que crece con los peques. Sus prendan llevan ajustes que permiten su uso durante dos o tres años, adaptándose al crecimiento del niño o la niña. Y junto a ellas está Lia B, de Vigo, con bonitas piezas de bisuteria.
Merece la pena acercarse hasta el Pueblo de Asturias para conocer a estos emprendedores, charlar con ellos, saber lo que hacen y cómo lo hacen, y, claro está, adquirir algunos de sus productos.