Uno de los secretos mejor guardados y más interesantes del Principado
Que Asturias cuenta con parajes que podrían estar sacados de un cuento no es ningún secreto. Montañas, desfiladeros, acantilados, playas y…cuevas. Porque debajo de la tierra también está parte del patrimonio asturiano y ejemplo de ellos en la cueva de El Pindal. Situada en la desembocadura del Río Cares-Deva en el extremo oriental asturiano, y declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, la cueva ofrece a quien la visita una experiencia única, ya que solo 30 personas pueden visitarla cada día. Y así la describe el periódico El Español: “Una cueva que cuenta con una galería longitudinal de unos 600 m de la que sólo pueden visitarse los primeros 300 y que se encuentra distribuida en cinco zonas en las que no faltan representaciones zoomorfas como cérvidos, caballos, bisontes y hasta un pez y un mamut”.
Ubicada en la localidad de Pimiango en Ribadedeva, requiere reserva previa para ser visitada, siendo la edad mínima para la entrada de 7 años, y se recomienda llevar ropa de abrigo y calzado adecuado debido a la baja temperatura y alta humedad del interior, que se mantiene alrededor de los 12ºC y el 97% de humedad .
Su historia, como cuenta el diario, se remonta a su descubrimiento, a principios del siglo XX, siendo Hermilio Alcalde del Río el encargado de la primera exploración en 1908. Así, se convirtió en la primera cueva rupestre descubierta en Asturias y, en 1954, se llevó a cabo el único sondeo arqueológico dirigido por Francisco Jordá junto a Magín Berenguer .En términos de contenido artístico, la cueva alberga 29 representaciones de animales, incluyendo bisontes, caballos y cérvidos, además de numerosos signos pintados en la zona central de la cueva, lo que la convierte en uno de esos planes ‘obligados’ del verano asturiano.