Con camaradería, inquietud y esperanza, más de un centenar de docentes han pasado la noche en el gimnasio del instituto gijonés; acciones semejantes se han repetido en otros centros de la región y, a expensas del resultado de la reunión de hoy con el Gobierno, no se descartan nuevos encierros

Las caras de quienes, de uno en uno o en grupos más o menos amplios, abandonaban esta mañana el gimnasio del IES ‘Fernández Vallín’ de Gijón, acarreando esterillas y sacos de dormir bajo los brazos, daban fe de la intensa noche recién terminada: ojeras, bostezos, alguna que otra legaña rebelde… Y, en los ojos, cansancio, sí, y también cierta preocupación por el futuro… Pero, sobre todo, determinación. Esa combinación de emociones, tan intensa como comprensible, es la que ha dominado a los más de cien profesores que, en respuesta al llamamiento hecho por los sindicatos docentes, han pernoctado en el instituto en cuestión, convirtiéndose en el baluarte gijonés de los encierros coordinados que se han repetido en otros centros asturianos. Retirándose a las 8.30, justo antes del inicio de las últimas clases el curso, casi todos, ya hayan regresado a sus casas para secundar la huelga, o a las aulas para cumplir con los servicios mínimos, tienen clara una cosa: si la reunión con la Consejería de Educación, fijada para las 16 horas de este miércoles, no da resultados, la acción de anoche será sólo la primera de otras. De cuantas hagan falta hasta que sus reivindicaciones sean atendidas.
«Ha sido una noche tranquila, con muy buen ambiente entre nosotros, y mira que nos acostamos tarde…«, recordaba hace apenas una hora, con las últimas dosis de energía que le quedaban, una de las educadoras participantes, cargada con bolsas llenas de botellas de agua y con una manta enrollada. Con la tensión y la adrenalina como denominadores comunes, pocos lograron conciliar el sueño temprano, de modo que se optó por aprovechar las horas para prepararse de cara a lo que pueda venir. «Algunos estuvieron haciendo carteles y pancartas, otros se pusieron a leer… Y, la mayoría, hablamos«, admitía la anterior, que, como sus compañeras, optaba por mantenerse en el anonimato, para no personalizar testimonios y restar protagonismo a la protesta colectiva. Y… ¿De qué hablar en una situación así? Fácil. «De la situación que estamos viviendo, de lo injusta que es. Nos quejamos mucho, pero con razón«, reía.
Por supuesto, esa realidad, la misma que ha llevado a la multitudinaria movilización del tejido docente asturiano, dimisión de la consejera Lydia Espina mediante, se palpa en los ánimos. «Hay un poco de todo: pesimismo, preocupación, ilusión… También mucha esperanza de que esto funcione, de que se vea que no estamos parados y que no vamos a retroceder, por mucho que intenten alargar las negociaciones para desgastarnos«, reflexionaba otra profesora. Afortunadamente, los participantes no están solos en esta cruzada. Ha quedado demostrado en las sucesivas manifestaciones convocadas en las últimas semanas y, de nuevo, anoche. «Vino una voluntaria y muchos padres a darnos ánimos, a traernos agua y comida… Nos hemos sentido muy arropados«, apuntaba otro camarada al salir del gimnasio del ‘Fernández Vallín’. Su acompañante, entre bostezos, zanjaba la cuestión de la voluntad de combate con una humilde frase. «Nos vamos a mantener unidos, como hemos estado hasta ahora, y, si hace falta, seguiremos luchando«.
Ese «si hace falta» se dirimirá, con suerte, esta misma tarde, una vez los representantes de los sindicatos CCOO, UGT, SUATEA, CSIF y ANPE se reúnan nuevamente con representantes de la Consejería de Educación, para tratar de lograr avances en sus peticiones. A su favor juega la reciente dimisión de Espina, que varios docentes ven como una posible palanca de la que tirar, pero que la mayoría reducen a la consideración de simple anécdota. «Eso fue un parche, un capítulo de esta novela que ya ha terminado, pero no es suficiente; y, francamente, debería haber desarmado todo lo que armó, y darnos soluciones, antes de irse, en vez de dejar el ‘marrón’«, comentaba una más de las concentradas. De todos modos, lo pasado, pasado está, y ahora la batalla vuelve a estar donde siempre: en alcanzar acuerdos satisfactorios. «Es en lo que estamos enfocados… Y, que quede claro, lo que vamos a conseguir«.